Ferrari ya tiene el arma de la reconquista
Maranello, Agencias
Provocó el silencio antes de la ovación, como el maestro de ceremonias de un circo de emociones. "En este tiempo convulso en el que todos parece que tenemos que ir contra todos, queríamos hacer un homenaje a nuestro país, a la unidad de Italia, un tributo que llega del deporte hacia el mundo". Luca Cordero de Montezemolo, ya con la nueva obra de arte de Ferrari tras él, hizo que el auditorio estallara en aplausos. El F150 es algo más que un monoplaza de carreras, es un símbolo de Italia. Y como tal lo van a cuidar.
Eran las 9:59 horas en Maranello, justo detrás del imponente túnel del viento, cuando Stefano Lai, director de comunicación de la marca, aparecía en escena, se apagaban las luces y comenzaba el espectáculo. Fórmula 1 de verdad, de la de antes, de cuando la crisis era una palabra que sólo usábamos para hablar de los amigos que se llevaban mal con sus novias.
Unos minutos después, tras el primer vídeo, se daba paso a Stefano Domecali, el capo de la Scuderia que está ante el año de su gran reto, ahora o nunca. Y tras él, Fernando Alonso y Felipe Massa. El español, sentado durante entre Domenicali y Lappo Elkam, presidente de Fiat, arropado como el líder del equipo en la pista, aún adornado por esa pinta de mosquetero que le impone su perilla, cogió de un lado la manta roja, escuchó el OK del jefe de equipo, hizo un gesto a Massa y descubrieron el F150, el coche que le debe llevar a conseguir su tercer título.
El monoplaza brilla, rojo Ferrari, bello, estilizado, más alto, más simple, mejor dibujado partiendo de un folio en blanco, como las grandes obras, con KERS, sin doble difusor, sin 'F-Duct', con un nuevo logotipo de Ferrari que recuerda una cajetilla de tabaco a punto de abrirse, con una tapa motor con pinta de abeja que recuerda a la 'Espada' de Indurain... Pero sólo un boceto realmente de lo que se verá en Bahrain.
Con ese coche, Ferrari pretende conseguir dos cosas. Por un lado, gracias a un motor optimizado y a la ayuda de Shell, reducir el consumo; por otro, tratar mejor los neumáticos que la competencia. Con este diseño estilizado, con los escapes bajos soplados y un difusor que cambia bastante y las entradas de aire más pequeñas para conseguir un mayor agarre aerodinámico, hará que las gomas Pirelli se degraden menos.
No faltó, claro, Pat Fry, el gran fichaje del año, el hombre que junto a Alonso, hizo ganar a McLaren seis décimas de velocidad y construyeron juntos el coche más veloz de aquel año. Aquel monoplaza no ganó el título. El F150 lo pretende... y su piloto asturiano también.
Provocó el silencio antes de la ovación, como el maestro de ceremonias de un circo de emociones. "En este tiempo convulso en el que todos parece que tenemos que ir contra todos, queríamos hacer un homenaje a nuestro país, a la unidad de Italia, un tributo que llega del deporte hacia el mundo". Luca Cordero de Montezemolo, ya con la nueva obra de arte de Ferrari tras él, hizo que el auditorio estallara en aplausos. El F150 es algo más que un monoplaza de carreras, es un símbolo de Italia. Y como tal lo van a cuidar.
Eran las 9:59 horas en Maranello, justo detrás del imponente túnel del viento, cuando Stefano Lai, director de comunicación de la marca, aparecía en escena, se apagaban las luces y comenzaba el espectáculo. Fórmula 1 de verdad, de la de antes, de cuando la crisis era una palabra que sólo usábamos para hablar de los amigos que se llevaban mal con sus novias.
Unos minutos después, tras el primer vídeo, se daba paso a Stefano Domecali, el capo de la Scuderia que está ante el año de su gran reto, ahora o nunca. Y tras él, Fernando Alonso y Felipe Massa. El español, sentado durante entre Domenicali y Lappo Elkam, presidente de Fiat, arropado como el líder del equipo en la pista, aún adornado por esa pinta de mosquetero que le impone su perilla, cogió de un lado la manta roja, escuchó el OK del jefe de equipo, hizo un gesto a Massa y descubrieron el F150, el coche que le debe llevar a conseguir su tercer título.
El monoplaza brilla, rojo Ferrari, bello, estilizado, más alto, más simple, mejor dibujado partiendo de un folio en blanco, como las grandes obras, con KERS, sin doble difusor, sin 'F-Duct', con un nuevo logotipo de Ferrari que recuerda una cajetilla de tabaco a punto de abrirse, con una tapa motor con pinta de abeja que recuerda a la 'Espada' de Indurain... Pero sólo un boceto realmente de lo que se verá en Bahrain.
Con ese coche, Ferrari pretende conseguir dos cosas. Por un lado, gracias a un motor optimizado y a la ayuda de Shell, reducir el consumo; por otro, tratar mejor los neumáticos que la competencia. Con este diseño estilizado, con los escapes bajos soplados y un difusor que cambia bastante y las entradas de aire más pequeñas para conseguir un mayor agarre aerodinámico, hará que las gomas Pirelli se degraden menos.
No faltó, claro, Pat Fry, el gran fichaje del año, el hombre que junto a Alonso, hizo ganar a McLaren seis décimas de velocidad y construyeron juntos el coche más veloz de aquel año. Aquel monoplaza no ganó el título. El F150 lo pretende... y su piloto asturiano también.