El infortunio de Nadal en Melburne


Melburne, Agencias
El trayecto de Rafael Nadal hacia la conquista del Abierto de Australia, lo que le hubiera llevado a convertirse en el tercer jugador de la historia, tras el australiano Rod Laver y el estadounidense Bill Tilden, en lograr los cuatro Grand Slam consecutivos, resultó abrupto desde el principio.

El número uno del mundo, que demostró un gran nivel en el torneo de exhibición de Abu Dabi, donde disfrutó del cambio de año, empezó a padecer contratiempos después. En su primer compromiso oficial. En Doha.

Un mal virus azotó el cuerpo de Nadal, que afrontó a duras penas un cuadro ya condicionado. Se vislumbró, especialmente, en el choque contra el eslovaco Lukas Lazko, contra el que necesitó apurar los tres sets después de encajar un 6-0.

Las dificultades del número uno fueron evidentes ante el ruso Nikolay Davydenko, en las semifinales, por el que fue superado sin mostrar una gran resistencia. La enfermedad había invadido el físico de Nadal, sometido a análisis y pruebas en Doha para comprobar el alcance de la dolencia.

El Abierto de Australia le alentó con un cuadro competitivo favorable, sin excesivo gasto. En el que no era fácil calibrar el estado de su cuerpo.

Ante el brasileño Marcos Daniel permaneció durante menos de una hora en la pista. El sudamericano abandonó cuando perdía por 6-0 y 5-0. Dos días después, el estadounidense Ryan Sweeting, muy al margen del alto nivel competitivo, apenas calibró el nivel de juego de Nadal, que superó el trámite con solvencia (6-2, 6-1 y 6-1).

Fue el choque con el local Bernard Tomic el que alimentó las inquietudes. El español ganó en tres sets (6-2, 7-5 y 6-3). Pero fue el propio jugador el que despertó las sospechas.

Nadal descubrió que sudaba en exceso y que se cansaba demasiado. Incluso en los entrenamientos. Eso le preocupaba. Alguna secuela de la fiebre de Doha o la indumentaria surgían como posibles causas.

El número uno del mundo recurrió a una camiseta más amplia, de más talla, para encontrar la comodidad en el juego. Pareció ser la solución. Esa sensación dio en el choque ante el croata Marin Cilic, decimoquinto favorito, al que superó con la autoridad que se le supone. Ante el que se contemplaron acciones próximas a su mejor versión (6-2, 6-4 y 6-3).

Un mal gesto en el segundo juego del partido dejaron estancado al número uno del mundo. Una rotura de fibras irrumpió en el choque contra David Ferrer y dejaron, igual que hace un año, en el Dia de Australia, al balear al margen de la lucha.

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