El Ejército endurece el control en las calles para atajar la revuelta


El Cairo, Egipto
ENRIC GONZÁLEZ

Con el fin del toque de queda, a las ocho de la mañana (una hora menos en la España peninsular), las calles de El Cairo y otras ciudades egipcias han recuperado una tensa calma, después de una noche de saqueos y vandalismo que sucedieron a las protestas masivas y las concentraciones. A la luz del día, la tensión es mayor que en días anteriores de multitudinaria protesta contra el presidente, Hosni Mubarak.

Al contrario que ayer, los militares entorpecen el paso de los ciudadanos a los puntos neurálgicos de la revuelta en el centro de El Cairo, con muros de hormigón y cacheos e incluso han disparado al aire para dispersar a la multitud. Pese a ello, dos horas antes del inicio del nuevo toque de queda, a las cuatro de la tarde, miles de personas llenan otra vez la plaza Tahrir. Los partidos opositores que hasta las últimas elecciones tenían presencia parlamentaria, incluidos los Hermanos Musulmanes, están reunidos en este momento para tratar de buscar una salida a la crisis, mientras que el Ministerio de Información ha acallado a Al Yazira, la única cadena de televisión que retransmitía en directo de forma continua la revuelta.

Durante la mañana, el tráfico ha sido menor que otros días, pese a que es jornada laborable en Egipto, y también había menos gente en las calles. Mientras los helicópteros militares sobrevuelan El Cairo, se escuchan disparos en el centro, y en las calles siguen vigilando patrullas de ciudadanos, que armadas de palos y cuchillos, se organizaron anoche para defender sus propiedades, sobre todo en las zonas de clase media y alta, siguiendo el llamamiento del propio Ministerio de Defensa.

Hacia la una y media de la tarde, Mubarak ha iniciado una reunión con los altos mandos militares. Las imágenes de la televisión pública han mostrado al presidente en el centro operacional del Ejército, con su nuevo vicepresidente, Omar Suleimán, hasta ahora jefe de los servicios secretos, el ministro de Defensa, Mohamed Hussein Tantawi, el jefe de Estado Mayor, Sami al-Anan y otros comandantes.

El destino de Egipto parece depender del Ejército, la única institución respetada. Las imágenes de ayer mostraban a los soldados que se abrazaban a los manifestantes, los camiones militares que lucían en el lateral frases pintadas como "Mubarak, dictador" o "Mubarak y familia, ilegales", y los blindados cargados de gente exultante. "En ningún caso dispararemos contra el pueblo; si nos dieran esa orden, la desobedeceríamos", aseguraba, en la mañana de ayer, el comandante de las fuerzas desplegadas en la plaza Tahrir y sus alrededores. Sin embargo, durante esta mañana, los militares han endurecido claramente los controles. Los tres presidentes egipcios (Nasser, Sadat, Mubarak) desde la caída de la monarquía, 60 años atrás, han salido del Ejército, lo cual da una idea de la influencia militar.

El Ejército también se ha hecho cargo de la vigilancia del Ministerio del Interior, vacío después de que los trabajadores fueran evacuados esta mañana, informa Reuters. En los últimos días grupos de manifestantes han tratado de entrar, e incluso se registraron ayer intercambios de tiros con los agentes que lo custodiaban. Dos vehículos blindados y un tanque están apostados en el exterior.

Los manifestantes que han logrado congregarse en el centro de la capital gritan consignas como "Hosni Mubarak, Omar Suleimán, los dos sois agentes de los estadounidenses". "Mubarak, Mubarak, el avión te espera", es otro de los lemas.

Evacuación estadounidense

La creciente tensión en el ambiente se ha traducido en el llamamiento de la Embajada de EE UU a sus ciudadanos para que abandonen el país, aunque asegura que la evacuación es voluntaria. "El Departamento de Estado está haciendo gestiones para proporcionar transporte a lugares seguros en Europa", según un comunicado. "Los vuelos a puntos de evacuación comenzarán a salir de Egipto el lunes 31 de enero". También Turquía ha enviado dos aviones de Turkish Airlines a Egipto para evacuar a sus ciudadanos, según la agencia Anatolian.

Los turoperadores occidentales ya cancelaron sus viajes al país desde el inicio de las protestas. Ahora, las empresas extranjeras también han comenzado a evacuar a su personal. En el aeropuerto internacional de El Cairo se viven escenas de caos, ante la escasez de vuelos de salida del país.
Vacío de poder

Durante toda la jornada de ayer, la victoria de la revolución pareció al alcance de la mano. La multitud de la plaza Tahrir seguía exigiendo la dimisión de Mubarak y el fin de la dictadura. Pero Mubarak no se va. Al contrario, lucha por su supervivencia política. Nombró un vicepresidente y un nuevo Gobierno, que está previsto que se anuncie durante el día de hoy, según informaron a Efe fuentes del centro de prensa oficial egipcio. Mientras el desorden se extiende por un país sin policía y se acumulan los muertos, la felicidad de la mañana de ayer se combinaba al anochecer con la incertidumbre y el miedo al caos. Los jefes de Estado de Reino Unido, Francia y Alemania piden a Mubarak que evite la violencia.

El vacío de poder, real o aparente, resulta clamoroso. Tras su alocución televisiva del viernes por la noche, en la que advirtió de que la línea que separaba la libertad del caos es muy fina, Mubarak volvió al silencio de su palacio. Solo reapareció brevemente en televisión para mostrarse nombrando a Suleimán como vicepresidente, una novedad en un régimen en el que durante 30 años solo ha existido el faraón Mubarak y, por debajo de él, súbditos. Suleimán se perfila como el hombre de recambio, el encargado de pilotar una hipotética transición. A algunos ciudadanos les parece bien, aunque se hubiera encargado de los servicios secretos y, en último extremo, de la represión. El odio popular se concentra en Mubarak, el Ministerio del Interior y la policía.

Asaltos generalizados

En la calle no existe otro poder que el de la multitud revolucionaria, que grita y grita y grita contra Mubarak, y el de los grupos, crecientes, que aprovechan el vacío para incendiar y saquear. El viernes los asaltos se dirigieron contra la sede del Partido Nacional Democrático y las comisarías de policía, de donde los manifestantes liberaron a los detenidos y prendieron fuego. Esa noche, algunos grupos violentos se dirigieron hacia el Museo Egipcio (que sufrió daños, pero no fue saqueado gracias a la reacción de otros ciudadanos) y hacia centenares de comercios y negocios. Bares y clubes nocturnos quedaron arrasados, acaso por grupos de orientación islamista. En general, los robos afectaron a negocios comunes: zapaterías, restaurantes, joyerías, farmacias. Lo mismo ocurrió en Alejandría y otras ciudades.

De la cárcel de Fayoum, situada en un area desértica al suroeste de la capital, han escapado miles de reclusos que, según la televisión estatal, tras matar al alcaide y a varios guardias están sembrando el caos en las calles. También de la prisión de Wadi el Natroun, a 120 kilómetros al noroeste de la capital, se ha informado de un motín en el que han huido miles de presos, entre ellos, muchos islamistas y también presos comunes, informa France Presse. Según un miembro de los Hermanos Musulmanes, 34 miembros de esta formación islamista ilegalizada han escapado de esta cárcel después de que familiares de los reclusos se enfrentaran a los guardias. La agencia francesa también informa de la presencia de decenas de cadáveres en la calzada cerca de una prisión al este de El Cairo donde se produjo anoche un motín.

El único signo de normalidad fue el retorno de la telefonía móvil; las líneas, sobrecargadas, solo funcionaban a veces, pero funcionaban. Internet, en cambio, permaneció cerrado.
Es imposible conocer el número de muertos y heridos. La televisión oficial hablaba ayer de unos 40 muertos y de más de un millar de heridos. Fuentes médicas elevaban la cifra hasta el centenar de fallecidos, y el periódico opositor Al Masry Al Youm hablaba de que podían ser cientos los muertos. Ante la ausencia de Gobierno (el antiguo había sido destituido, el nuevo aún no se había incorporado y, de todas formas, a nadie le importa), ningún organismo ni institución oficial llevaba recuentos ni ofrecía datos.
Situación enrarecida

El desenlace de la revolución todavía es impredecible. ¿Ahora, qué? Esa era la gran pregunta sin respuesta. La de ayer fue una jornada peculiar, porque los sábados son semifestivos: el sector público trabaja, pero no el privado. Los funcionarios se quedaron en casa o en la calle. "Nos ha llamado el director y nos ha dicho que no fuéramos", explicaba un maestro que tomaba té y fumaba una pipa de agua en uno de los raros cafés abiertos. Hoy, sin embargo, es laborable. La televisión oficial anunció que la Bolsa, que no dejó de caer en los últimos días, los bancos y las universidades permanecerán cerrados. La Bolsa seguirá cerrada mañana.

Una cosa parece clara: a Mubarak no le han abandonado sus aliados. EE UU, primero. El presidente Barak Obama reclamó reformas, no la caída del régimen, y fue significativo que Mubarak nombrara a Suleimán como vicepresidente tras conferenciar por teléfono con el inquilino de la Casa Blanca. El presidente palestino, Mahmud Abbas, envió un mensaje de respaldo a "la estabilidad y el orden en Egipto". Israel se ha pronunciado hoy por primera vez, para decir que vigila la situación de cerca y que su misión es preservar la paz. "Nuestros esfuerzos se centran en mantener la estabilidad en nuestra región", ha dicho esta mañana el primer ministro, Benjamín Netanyahu. La paz entre Israel y Egipto "ha continuado durante más de tres décadas y es nuestro objetivo garantizar que estas relaciones continúen con cualquier acontecimiento que tenga lugar en Egipto", ha aseverado el jefe del Gobierno ante sus ministros.

En estos momentos, hay que mostrar "responsabilidad, templanza y máxima consideración".
Mientras, el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, se ha pronunciado por primera vez desde que estalló la revuelta egipcia. "Quiero expresar a esos países amigos del Mediterráneo que queremos para ellos lo mismo que para nosotros, reformas democráticas, libertad, progreso, justicia social. Que queremos los cambios pacíficos. Nos comprometemos a que la UE dé un respaldo de futuro a esos cambios. Vamos a intentar que nuestro apoyo a las aspiraciones de los jóvenes estén también presentes en las políticas de la Unión Europea. Son cambios de gran calado de países amigos y vecinos. Nuestro compromiso debe ser claro y profundo, a favor de las reformas, de la democracia, de la libertad y de la transición pacífica en los países que están viviendo convulsiones tan serias que están costando la vida a muchos seres humanos", ha afirmado en la convención del PSOE en Zaragoza.

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