El cadáver del ‘Mono Jojoy’ aún no descansa en paz
Bogotá, Clarín
Más de tres meses después de haber sido abatido en su bunker de la inhóspita selva de Colombia, el cadáver del temido jefe militar de la guerrilla de las FARC, Jorge Briceño –alias “Mono Jojoy”– no descansa en paz. Se descompone en la morgue estatal, mientras en los tribunales su familia lucha porque pueda ser enterrado en su pueblo natal. Los jueces se rehúsan ante el temor de que los rebeldes roben los restos , en una maniobra publicitaria para honrar a quien fuera su líder y sobre el cual tejieron toda suerte de mitos.
“El gobierno colombiano y sus funcionarios judiciales mantienen secuestrado el cuerpo de Jorge Briceño”, denunció en diálogo con Clarín el abogado Rodolfo Ríos, representante de la familia del líder rebelde. Según dijo, el gobierno de Juan Manuel Santos se empeña en mantener el cuerpo de “Jojoy” como un “trofeo de caza” y “por ello los jueces ordenaron de manera arbitraria e ilegal que fuera enterrado en un cementerio de Bogotá”.
El pasado 20 de diciembre, la jueza Paula Jiménez aceptó que el cadáver del líder rebelde fuera entregado a sus familiares, pero a condición de que le dieran sepultura en Bogotá. El cementerio debería ser elegido por la Fiscalía, dictaminó Jiménez, argumentando que el empeño de la familia del rebelde de llevar el cuerpo al municipio de Cabrera, en la central provincia de Cundinamarca, elevaría el riesgo para la población ante un eventual ataque de las FARC , que buscaría hacerse a los restos.
“Ese argumento es falso y ni la familia ni yo como su apoderado aceptaremos que se haga una manipulación política del cadáver. De enterrarse en Bogotá, los familiares serían prácticamente simples espectadores y se les estaría violando sus derechos a darle cristiana sepultura”, enfatizó el abogado Ríos.
Como, según el abogado, “en ninguna parte del mundo un gobierno puede disponer arbitrariamente del cuerpo de una persona muerta”, llevará su reclamo hasta la máxima instancia judicial de Colombia, la Corte Suprema de Justicia. En tanto, el cuerpo sigue en el Instituto de Medicina Legal.
“El cuerpo permanecerá allí el tiempo que sea necesario pues la familia no lo reclamará hasta que no le permitan enterrarlo en Cabrera, donde nació, lugar en que vive toda su familia y donde sus amigos quieren que sea enterrado. Responsabilizamos al gobierno colombiano y a las autoridades judiciales de la demora para la entrega del cuerpo”, precisó Ríos, un abogado que desde hace tiempo viene defendiendo a presos políticos e integrantes de las marxistas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
En uno de los más duros golpes propinados a los rebeldes, el pasado 22 de septiembre el Ejército colombiano detectó y lanzó una serie de bombas sobre el campamento de Briceño, de 57 años, ubicado en la provincia del Meta. “Jojoy” cobró fama de duro por ordenar el secuestro de políticos y militares. Poco a poco escaló en la guerrilla marxista hasta convertirse en 1990 en el jefe del Bloque Oriental, el más poderoso. Después pasó a manejar el aparato militar del secretariado (mando central) de las FARC.
Más de tres meses después de haber sido abatido en su bunker de la inhóspita selva de Colombia, el cadáver del temido jefe militar de la guerrilla de las FARC, Jorge Briceño –alias “Mono Jojoy”– no descansa en paz. Se descompone en la morgue estatal, mientras en los tribunales su familia lucha porque pueda ser enterrado en su pueblo natal. Los jueces se rehúsan ante el temor de que los rebeldes roben los restos , en una maniobra publicitaria para honrar a quien fuera su líder y sobre el cual tejieron toda suerte de mitos.
“El gobierno colombiano y sus funcionarios judiciales mantienen secuestrado el cuerpo de Jorge Briceño”, denunció en diálogo con Clarín el abogado Rodolfo Ríos, representante de la familia del líder rebelde. Según dijo, el gobierno de Juan Manuel Santos se empeña en mantener el cuerpo de “Jojoy” como un “trofeo de caza” y “por ello los jueces ordenaron de manera arbitraria e ilegal que fuera enterrado en un cementerio de Bogotá”.
El pasado 20 de diciembre, la jueza Paula Jiménez aceptó que el cadáver del líder rebelde fuera entregado a sus familiares, pero a condición de que le dieran sepultura en Bogotá. El cementerio debería ser elegido por la Fiscalía, dictaminó Jiménez, argumentando que el empeño de la familia del rebelde de llevar el cuerpo al municipio de Cabrera, en la central provincia de Cundinamarca, elevaría el riesgo para la población ante un eventual ataque de las FARC , que buscaría hacerse a los restos.
“Ese argumento es falso y ni la familia ni yo como su apoderado aceptaremos que se haga una manipulación política del cadáver. De enterrarse en Bogotá, los familiares serían prácticamente simples espectadores y se les estaría violando sus derechos a darle cristiana sepultura”, enfatizó el abogado Ríos.
Como, según el abogado, “en ninguna parte del mundo un gobierno puede disponer arbitrariamente del cuerpo de una persona muerta”, llevará su reclamo hasta la máxima instancia judicial de Colombia, la Corte Suprema de Justicia. En tanto, el cuerpo sigue en el Instituto de Medicina Legal.
“El cuerpo permanecerá allí el tiempo que sea necesario pues la familia no lo reclamará hasta que no le permitan enterrarlo en Cabrera, donde nació, lugar en que vive toda su familia y donde sus amigos quieren que sea enterrado. Responsabilizamos al gobierno colombiano y a las autoridades judiciales de la demora para la entrega del cuerpo”, precisó Ríos, un abogado que desde hace tiempo viene defendiendo a presos políticos e integrantes de las marxistas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
En uno de los más duros golpes propinados a los rebeldes, el pasado 22 de septiembre el Ejército colombiano detectó y lanzó una serie de bombas sobre el campamento de Briceño, de 57 años, ubicado en la provincia del Meta. “Jojoy” cobró fama de duro por ordenar el secuestro de políticos y militares. Poco a poco escaló en la guerrilla marxista hasta convertirse en 1990 en el jefe del Bloque Oriental, el más poderoso. Después pasó a manejar el aparato militar del secretariado (mando central) de las FARC.