Edificio estaba a punto de colapsar y pidieron a obreros e ingenieros hacer un trabajo suicida
La Paz, Erbol
¿Cómo es posible que ante la debilidad de los soportes del edificio se hayan animado a apuntalarlo? La pregunta cunde entre los especialistas y familiares de las víctimas del derrumbe en el edificio Málaga de Santa Cruz. Una de ellos denuncia negligencia.
“La dueña ya sabía que ya estaba mal (la construcción), hizo traer personal de otro lado para hacer ese trabajo riesgoso”, dijo este jueves a radio Alternativa, de la red Erbol, una tía de Rubén Urzagaste, atrapado en los escombros de la estructura.
Aunque dijo que indemnizará a las familias de las víctimas, la propietaria del edificio en construcción, Paulina Callaú, negó haber tenido conocimiento de las deficiencias de origen de la estructura de nueves pisos. “No sabía nada. Yo me enteré por la prensa en horas de la noche pero no lo podía creer hasta que fui a verlo”, dijo en una entrevista concedida a la red de televisión PAT.
La mañana del lunes 24 d enero, los trabajadores del edificio Málaga intentaron reforzar las columnas de la estructura que estaban cediendo. Sus esfuerzos se frustraron más tarde, con el colapso de toda la construcción.
El diario La Razón informó este jueves que los vecinos habían experimentado ruidos extraños provenientes del edificio en construcción desde hace varias semanas. El problema se sintió con más intensidad la mañana del lunes.
Uno de los sobrevivientes, Fernando Calisaya, abandonó el lugar a las 18.00 de ese día, dos horas antes del colapso. Se informó que entre las 10.00 y 11.00 de ese día, una de las columnas sufrió rajaduras, por lo que tuvieron que hacerse trabajos de emergencia.
En la tarde, un grupo ingresó en el lugar del problema; otro se negó a hacerlo, cuenta el periódico. Entre las 17.00 y 18.00 se partió una segunda columna.
Aún no se ha determinado de quién partió la orden de apuntalamiento de la obra, pero entre los profesionales que fueron sorprendidos por el derrumbe estaban David Enrique Alarcón (el martes fue rescatado sin vida) y Armando Ribera, el ingeniero calculista que todavía se encuentra bajo los bloques de cemento.
La Alcaldía de Santa Cruz autorizó la construcción en 2005. Las obras fueron paralizadas por falta de dinero de parte de los primeros propietarios, que apenas consiguieron terminar las zapatas (la base) y las columnas.
Callaú compró en estado el edificio en construcción. Sobre esas obras, la empresa Sociedad Inmobiliaria y Constructora (Sicruz) continuó con los trabajos. Ahora, ninguno de los responsables de la compañía dio la cara por el accidente.