Berlusconi ganaría las elecciones si se votara hoy
Roma, El País
La pregunta del millón de euros, ¿cómo siguen aguantando los italianos a Berlusconi?, es seguramente una de las frases más oídas en los bares mundiales en los últimos días. En Italia, la cuestión divide a los analistas, mientras los institutos demoscópicos sacan sus tropas a la calle y cuando vuelven se encuentran la misma respuesta de los últimos 17 años. Pese al escándalo Ruby, si hoy hubiera elecciones generales, el Pueblo de la Libertad, el partido de Berlusconi, seguiría obteniendo el 30% de los votos, por encima del Partido Democrático, que no pasa del 27%.
Los sondeos revelan que, de momento, el escándalo le ha quitado pocos seguidores al magnate. La simpatía y el rechazo que provoca el primer ministro más longevo de la II República italiana (casi diez años en el poder de los últimos 16) siguen tan igualados como siempre. Si acaso, sus detractores son ahora más radicales: la mitad de los italianos piensa que Berlusconi debe dimitir a causa del caso Ruby, la otra mitad considera que no hay motivos, o dicho en italiano, se ne frega (le da igual).
Los sabios ayudan a entender algunas cosas. Eugenio Scalfari, fundador de La Repubblica, ha dicho que "Berlusconi cuenta todavía con el cheque en blanco de ese tercio de italianos individualistas, desinformados y pasotas que solo esperan de la política que les deje vivir en paz". Según Giancarlo Santalmassi, ex director de Radio 24, la respuesta al enigma es doble: "Uno, no hay alternativa; dos, es el jefe de la tribu: ha militarizado la información, y la potencia del grupo de intereses económicos que representa es inmensa. La pregunta sutil sería por qué el Parlamento lo sostiene todavía. La respuesta es que con esta ley electoral, la suerte de los onorevoli (diputados) depende directamente del capo, y sigue siendo mejor eso que ponerse a trabajar".
Los sondeos no revelan daños graves en la intención de voto para Berlusconi, sobre todo porque la oposición sigue siendo inexistente. Sin pulso, débil, limitada a pedir su dimisión sin ninguna convicción, y alejada de los millones de italianos y, sobre todo italianas, que se indignan y sueñan con una Italia distinta, el centro izquierda de Massimo D'Alema y Walter Veltroni no moviliza a casi nadie.
El sacerdote Filippo di Giacomo piensa que la clave de esa distancia es el dinero. "Cuando Veltroni reapareció el otro día en el Lingotto, hoy centro de congresos y un día la primera fábrica de FIAT, en las primeras filas estaban sentados algunos de los personajes más ricos de Italia, todos ellos recién llegados de sus villas en el Caribe, Malindi (Kenia) o Thailandia. Esa es hoy la izquierda italiana, una especie de nouvelle cuisine, nada en el plato y todo en la cuenta. El más pobre tiene siete casas. Los mileuristas no fueron invitados al discurso, estaban en el guardarropa cuidando de los abrigos de piel. Y los obreros tampoco porque estaban renunciando a sus derechos adquiridos para poder seguir trabajando en la FIAT".
La pregunta del millón de euros, ¿cómo siguen aguantando los italianos a Berlusconi?, es seguramente una de las frases más oídas en los bares mundiales en los últimos días. En Italia, la cuestión divide a los analistas, mientras los institutos demoscópicos sacan sus tropas a la calle y cuando vuelven se encuentran la misma respuesta de los últimos 17 años. Pese al escándalo Ruby, si hoy hubiera elecciones generales, el Pueblo de la Libertad, el partido de Berlusconi, seguiría obteniendo el 30% de los votos, por encima del Partido Democrático, que no pasa del 27%.
Los sondeos revelan que, de momento, el escándalo le ha quitado pocos seguidores al magnate. La simpatía y el rechazo que provoca el primer ministro más longevo de la II República italiana (casi diez años en el poder de los últimos 16) siguen tan igualados como siempre. Si acaso, sus detractores son ahora más radicales: la mitad de los italianos piensa que Berlusconi debe dimitir a causa del caso Ruby, la otra mitad considera que no hay motivos, o dicho en italiano, se ne frega (le da igual).
Los sabios ayudan a entender algunas cosas. Eugenio Scalfari, fundador de La Repubblica, ha dicho que "Berlusconi cuenta todavía con el cheque en blanco de ese tercio de italianos individualistas, desinformados y pasotas que solo esperan de la política que les deje vivir en paz". Según Giancarlo Santalmassi, ex director de Radio 24, la respuesta al enigma es doble: "Uno, no hay alternativa; dos, es el jefe de la tribu: ha militarizado la información, y la potencia del grupo de intereses económicos que representa es inmensa. La pregunta sutil sería por qué el Parlamento lo sostiene todavía. La respuesta es que con esta ley electoral, la suerte de los onorevoli (diputados) depende directamente del capo, y sigue siendo mejor eso que ponerse a trabajar".
Los sondeos no revelan daños graves en la intención de voto para Berlusconi, sobre todo porque la oposición sigue siendo inexistente. Sin pulso, débil, limitada a pedir su dimisión sin ninguna convicción, y alejada de los millones de italianos y, sobre todo italianas, que se indignan y sueñan con una Italia distinta, el centro izquierda de Massimo D'Alema y Walter Veltroni no moviliza a casi nadie.
El sacerdote Filippo di Giacomo piensa que la clave de esa distancia es el dinero. "Cuando Veltroni reapareció el otro día en el Lingotto, hoy centro de congresos y un día la primera fábrica de FIAT, en las primeras filas estaban sentados algunos de los personajes más ricos de Italia, todos ellos recién llegados de sus villas en el Caribe, Malindi (Kenia) o Thailandia. Esa es hoy la izquierda italiana, una especie de nouvelle cuisine, nada en el plato y todo en la cuenta. El más pobre tiene siete casas. Los mileuristas no fueron invitados al discurso, estaban en el guardarropa cuidando de los abrigos de piel. Y los obreros tampoco porque estaban renunciando a sus derechos adquiridos para poder seguir trabajando en la FIAT".