Una red social de código abierto apunta como alternativa a Facebook
Madrid, El País
La tecnología tiene sus ciclos. En este mundo en constante mutación, las ideas rompedoras dan lugar a proyectos que también pueden tener un gran impacto. Es lo que lleva a Maxwell Salzberg a seguir adelante con Diaspora, la red social en código abierto que pretender ser una alternativa a Facebook, la plataforma dominante en Internet, con más de 500 millones de seguidores. Se presenta con una estructura simple y funcional. El origen del proyecto está en las periódicas quejas sobre cómo Facebook organiza la gestión de la privacidad y la autonomía que da a sus miembros en este terreno. Diaspora quiere ser una red social que no genere ninguna sospecha en este punto.
¿Cuál es la motivación detrás del proyecto? "Pensamos que había muchos aspectos de Facebook que podían mejorarse", señala el joven estudiante de la Universidad de Nueva York, de 23 años, que la pasada primavera saltó a las páginas de grandes medios estadounidenses, atraídos por la ambición del proyecto. Y es que no hay que irse al californiano Valle del Silicio para encontrar innovación.
No está solo en el desafío. Max es el mayor del equipo integrado por Raphael Sofaer, 20, Ilya Zhitomirskiy, 21, y Daniel Grippi, 22. Todos se confiesan unos geeks (apasionados de la tecnología) integrales. ¿Pero la plataforma que estáis creando es para entablar una relación social? "Hasta ahora lo único que hacemos es trabajar y trabajar. No hemos tenido ninguna fiesta alocada. Me pregunto quién querría venir".
Salzberg robó unos minutos a la programación para explicar por correo electrónico cómo avanza el proyecto. El principio es simple: crear un sistema en el que la gente comparta sus vivencias de tal manera que les permita la comunicación. ¿Por qué Diaspora? "Se me ocurrió un día yendo a clase. Y ahora sigue siendo la única decisión que hemos tomado como grupo sin discutir sobre ella".
La prensa no es la única que sigue sus movimientos. Mozilla, Google y el portal status.net, entre otros, están interesados también en su trabajo. Pero, como dice Max, "en este momento tenemos que concentrarnos en conseguir que Diaspora sea lo mejor posible". Aunque admite que "tener buenos socios será vital para el éxito del servicio". Éxito que no está logrando Google.
Por no dejar de mencionar las dificultades de MySpace, la única alternativa real al empuje de Facebook antes de ser adquirida por el conglomerado de medios NewsCorp, propiedad del magnate de la comunicación Rupert Murdoch. ¿Alguna lección que sacar? "Sí, no dejes que Rupert Murdoch te compre si lo que realmente quieres es cambiar el mundo". Bromas aparte, "lo que buscamos es que nuestros usuarios estén contentos".
Para los chicos de Diaspora no se trata que "una compañía se cargue a otra". No creen en eso. Y al ser una plataforma de código abierto y descentralizada, Max explica que permitirá a la gente interesada por el funcionamiento de la red hacer sus aportaciones. "Estamos abiertos a aceptar consejo de los mejores", admite. El código fuente está disponible al público desde septiembre.
Diaspora no está lanzada al público general. Eso llegará, si todo va bien, el año próximo. Lo que sí están haciendo ya desde hace un mes es experimentar las ideas entre un reducido grupo de usuarios que hicieron una aportación económica a su desarrollo. "Esta experiencia determinará el cómo se siga adelante. Estamos aprendiendo lo que la gente quiere. Es excitante".
Los chicos de Diaspora destacan la simplicidad de la presentación de su red social, comparada a la de Facebook o la plataforma para compartir la experiencia musical en iTunes. El motivo es que sea funcional y permitir que sirva de base para lanzar otras versiones. E insisten en el hecho de que sea el usuario el que esté en control de lo que comunica.
Ya hay dos espacios en Google para alimentar el flujo de ideas que puedan aplicarse a la plataforma (Diaspora-dev y Diaspora-discuss). "No importa lo espectacular que sea la tecnología. Si nadie la usa, habremos fracasado en nuestro proyecto", admite. Ese es el gran reto. Lograr dar con algo que cale.
La tecnología tiene sus ciclos. En este mundo en constante mutación, las ideas rompedoras dan lugar a proyectos que también pueden tener un gran impacto. Es lo que lleva a Maxwell Salzberg a seguir adelante con Diaspora, la red social en código abierto que pretender ser una alternativa a Facebook, la plataforma dominante en Internet, con más de 500 millones de seguidores. Se presenta con una estructura simple y funcional. El origen del proyecto está en las periódicas quejas sobre cómo Facebook organiza la gestión de la privacidad y la autonomía que da a sus miembros en este terreno. Diaspora quiere ser una red social que no genere ninguna sospecha en este punto.
¿Cuál es la motivación detrás del proyecto? "Pensamos que había muchos aspectos de Facebook que podían mejorarse", señala el joven estudiante de la Universidad de Nueva York, de 23 años, que la pasada primavera saltó a las páginas de grandes medios estadounidenses, atraídos por la ambición del proyecto. Y es que no hay que irse al californiano Valle del Silicio para encontrar innovación.
No está solo en el desafío. Max es el mayor del equipo integrado por Raphael Sofaer, 20, Ilya Zhitomirskiy, 21, y Daniel Grippi, 22. Todos se confiesan unos geeks (apasionados de la tecnología) integrales. ¿Pero la plataforma que estáis creando es para entablar una relación social? "Hasta ahora lo único que hacemos es trabajar y trabajar. No hemos tenido ninguna fiesta alocada. Me pregunto quién querría venir".
Salzberg robó unos minutos a la programación para explicar por correo electrónico cómo avanza el proyecto. El principio es simple: crear un sistema en el que la gente comparta sus vivencias de tal manera que les permita la comunicación. ¿Por qué Diaspora? "Se me ocurrió un día yendo a clase. Y ahora sigue siendo la única decisión que hemos tomado como grupo sin discutir sobre ella".
La prensa no es la única que sigue sus movimientos. Mozilla, Google y el portal status.net, entre otros, están interesados también en su trabajo. Pero, como dice Max, "en este momento tenemos que concentrarnos en conseguir que Diaspora sea lo mejor posible". Aunque admite que "tener buenos socios será vital para el éxito del servicio". Éxito que no está logrando Google.
Por no dejar de mencionar las dificultades de MySpace, la única alternativa real al empuje de Facebook antes de ser adquirida por el conglomerado de medios NewsCorp, propiedad del magnate de la comunicación Rupert Murdoch. ¿Alguna lección que sacar? "Sí, no dejes que Rupert Murdoch te compre si lo que realmente quieres es cambiar el mundo". Bromas aparte, "lo que buscamos es que nuestros usuarios estén contentos".
Para los chicos de Diaspora no se trata que "una compañía se cargue a otra". No creen en eso. Y al ser una plataforma de código abierto y descentralizada, Max explica que permitirá a la gente interesada por el funcionamiento de la red hacer sus aportaciones. "Estamos abiertos a aceptar consejo de los mejores", admite. El código fuente está disponible al público desde septiembre.
Diaspora no está lanzada al público general. Eso llegará, si todo va bien, el año próximo. Lo que sí están haciendo ya desde hace un mes es experimentar las ideas entre un reducido grupo de usuarios que hicieron una aportación económica a su desarrollo. "Esta experiencia determinará el cómo se siga adelante. Estamos aprendiendo lo que la gente quiere. Es excitante".
Los chicos de Diaspora destacan la simplicidad de la presentación de su red social, comparada a la de Facebook o la plataforma para compartir la experiencia musical en iTunes. El motivo es que sea funcional y permitir que sirva de base para lanzar otras versiones. E insisten en el hecho de que sea el usuario el que esté en control de lo que comunica.
Ya hay dos espacios en Google para alimentar el flujo de ideas que puedan aplicarse a la plataforma (Diaspora-dev y Diaspora-discuss). "No importa lo espectacular que sea la tecnología. Si nadie la usa, habremos fracasado en nuestro proyecto", admite. Ese es el gran reto. Lograr dar con algo que cale.