Río empieza a soñar con el fin de la violencia en las favelas
Río de Janeiro, Agencias
Por primera vez en los 40 últimos años, los casi cuatro millones de moradores de las más de mil favelas de Río de Janeiro han empezado a cambiar su visión de las fuerzas del orden que están actuando en ellas para liberarlos de la tiranía a la que los tenían sometidos los narcotraficantes con su guerra contra la policía.
Por primera vez en los 40 últimos años, los casi cuatro millones de moradores de las más de mil favelas de Río de Janeiro han empezado a cambiar su visión de las fuerzas del orden que están actuando en ellas para liberarlos de la tiranía a la que los tenían sometidos los narcotraficantes con su guerra contra la policía.
No es ningún secreto que hasta hace poco, en las favelas, la gente común tenía más miedo de las acciones violentas de la guerra de la policía, por ejemplo, perpetrada en sus enfrentamientos con los traficantes de drogas, que a estos últimos. Amparados por una impunidad que ha durado años, la policía, tanto la civil como la militar acaban en sus refriegas, matando a una serie de inocentes sin pagar el peso de la justicia que acaba absolviéndolos como denuncian periódicamente las Organizaciones Internacionales a favor de los Derechos Humanos.
Los traficantes eran vistos, al revés, muchas veces, como mecenas y distribuidores de bondades sociales. Esa imagen ha empezado a cambiar a partir de las 14 favelas en las que se ha llevado a cabo el proyecto de las UPPs (Unidades de Policía Pacificadora), que al instalarse definitivamente en las favelas, con toda la fuerza del Estado, han acabado haciendo huir a los narcos, convirtiendo a las favelas en barrios que ya pueden ser visitados por los de la ciudad "de abajo", del "asfalto", sin peligro de ser álbum de un tiroteo, al mismo que tiempo que sus moradores pueden transitar en ellas sin correr, sin esconderse, ante el miedo de los tiroteos cruzados entre policías y traficantes.
Un sondeo realizado por el diario O Globo y el Instituto Brasileño de Investigación Social (IBPS), publicado hoy, revela la sorpresa de que cerca del 92 % y en algunos casos aprueban el proyecto de las UPPs y la presencia permanente de las fuerzas del orden dentro de la favela. Lo aprueban tanto las favelas ya pacificadas como las que aún deben serlo en el futuro. Más aún, hasta en las favelas más violentas y donde la policía era recibida siempre con uñas por los moradores, el grado de aplauso a la actuación ahora de las fuerzas del orden ha crecido un cien por cien.
Por lo que se refiere a la presencia no sólo de la policía sino también del Ejército en la acción de limpieza de los narcos con la ocupación de las favelas, el apoyo es del, 92%. Un poco más baja (70%) resulta la idea de la permanencia sin fecha, del Ejército en las favelas. Ello se debe a que los moradores de las favelas pacificadas están tocando con mano que bastan las fuerzas policiales para mantener alejados a los narcotraficantes.
Según el científico político, Geraldo Tadeu Monteiro, director de IBPS, el sondeo "echa por tierra el mito de que las comunidades de las favelas están en contra de las fuerzas de seguridad, ya que aparece en él un apoyo masivo a la presencia del Estado" en dichos territorios donde reinaba hasta ahora el poder paralelo del tráfico que los esclavizaba.
Según el Secretario de Seguridad de Rio, José Mariano Beltrame, desde que se implantaron las primeras Unidades de Policía Pacificadoras, "se ha revelado algo muy importante como el sentimiento de esperanza, por primera vez, entre los habitantes de dichas favelas pacificadas". Rio empieza a soñar.
Los traficantes eran vistos, al revés, muchas veces, como mecenas y distribuidores de bondades sociales. Esa imagen ha empezado a cambiar a partir de las 14 favelas en las que se ha llevado a cabo el proyecto de las UPPs (Unidades de Policía Pacificadora), que al instalarse definitivamente en las favelas, con toda la fuerza del Estado, han acabado haciendo huir a los narcos, convirtiendo a las favelas en barrios que ya pueden ser visitados por los de la ciudad "de abajo", del "asfalto", sin peligro de ser álbum de un tiroteo, al mismo que tiempo que sus moradores pueden transitar en ellas sin correr, sin esconderse, ante el miedo de los tiroteos cruzados entre policías y traficantes.
Un sondeo realizado por el diario O Globo y el Instituto Brasileño de Investigación Social (IBPS), publicado hoy, revela la sorpresa de que cerca del 92 % y en algunos casos aprueban el proyecto de las UPPs y la presencia permanente de las fuerzas del orden dentro de la favela. Lo aprueban tanto las favelas ya pacificadas como las que aún deben serlo en el futuro. Más aún, hasta en las favelas más violentas y donde la policía era recibida siempre con uñas por los moradores, el grado de aplauso a la actuación ahora de las fuerzas del orden ha crecido un cien por cien.
Por lo que se refiere a la presencia no sólo de la policía sino también del Ejército en la acción de limpieza de los narcos con la ocupación de las favelas, el apoyo es del, 92%. Un poco más baja (70%) resulta la idea de la permanencia sin fecha, del Ejército en las favelas. Ello se debe a que los moradores de las favelas pacificadas están tocando con mano que bastan las fuerzas policiales para mantener alejados a los narcotraficantes.
Según el científico político, Geraldo Tadeu Monteiro, director de IBPS, el sondeo "echa por tierra el mito de que las comunidades de las favelas están en contra de las fuerzas de seguridad, ya que aparece en él un apoyo masivo a la presencia del Estado" en dichos territorios donde reinaba hasta ahora el poder paralelo del tráfico que los esclavizaba.
Según el Secretario de Seguridad de Rio, José Mariano Beltrame, desde que se implantaron las primeras Unidades de Policía Pacificadoras, "se ha revelado algo muy importante como el sentimiento de esperanza, por primera vez, entre los habitantes de dichas favelas pacificadas". Rio empieza a soñar.