Rania de Jordania es influyente y colabora en la gestión del reino
Madrid, El País
Apoya las causas de la juventud, la educación y su tierra de origen, Palestina. Se ha mostrado activa en la defensa de los derechos de la mujer, lo que le ha granjeado las críticas de los islamistas. Hasta ahí el papel de Rania como esposa del rey Abdalá de Jordania entra dentro de lo esperable de una reina consorte en los albores del siglo XXI. Con su licenciatura en Empresariales y su experiencia en varias multinacionales, nadie podía pretender que la joven palestina casada con el inesperado heredero del trono hachemí permaneciera en el harén.
Además, su predecesora, la reina Nur, le había puesto alto el nivel de glamour. Pero los cables de la Embajada de EE UU en Ammán revelan una mujer al tanto de la política internacional, que expresa sus opiniones y que colabora en la gestión del reino. También, la de una figura divisoria entre sus conciudadanos.
Cuando una delegación del Congreso de EE UU visita Jordania en mayo de 2009, Rania no solo acompaña simbólicamente al rey en la cita. Según el relato del embajador Stephen Beecroft, la reina "declaró su convicción de que la popularidad del presidente Obama ha contribuido a acallar las críticas iraníes a EE UU en los últimos meses".
El año anterior, el entonces embajador, David Hale, envía otro cable en el que atribuye conjuntamente al rey y a la reina serias advertencias sobre Irán. "El rey constató que el colapso del proceso de paz podría reforzar la influencia de Irán. La reina añadió que en última instancia lo único que podrá vencer la influencia iraní serán alternativas políticamente moderadas y económicamente fuertes en la región", escribe el diplomático. "Ambos hablaron de sus esfuerzos para construir un futuro económico sólido para los jóvenes de Jordania", añade, dando a entender un trabajo en equipo que contrasta con los rumores sobre dificultades en su matrimonio.
Lejos del papel cuché
Los cables dan cuenta de participaciones similares de la reina cada vez que hay una visita de una delegación oficial estadounidense. El perfil que dibujan de Rania (Kuwait, 1970) es muy alejado de la imagen que proyecta desde el papel cuché. La mujer estilosa que brilla en las galas benéficas se revela mucho más que una cara bonita o una figura impecablemente vestida. Tiene opiniones y las defiende, algo inusual no solo en la patriarcal Jordania (de hecho, en todo Oriente Próximo), sino incluso en Occidente, donde las (y los) consortes de los monarcas deben mostrarse más discretos si cabe que estos. Además, es una mujer influyente. Cuando la embajada analiza los nombramientos de ministros, se menciona la proximidad a Rania de algunas ministras como uno de los elementos que ha influido en su elección.
Tal actitud no está exenta de riesgos. A principios de esta década, su respaldo a los cambios en el estatuto personal (para elevar la edad de matrimonio y permitir el divorcio a iniciativa de la mujer), así como a la ley para que las jordanas pudieran transmitir la nacionalidad a sus hijos, irritaron a los sectores conservadores y a los islamistas, que de hecho los bloquearon. Los cables se hacen eco de ello ante nuevos intentos por avanzar en ese terreno.
Sus lazos con Palestina
Pero es sobre todo su origen palestino lo que parece provocar un mayor recelo entre la población de la antigua Transjordania, hoy convertida en minoría por el peso de los jordanos palestinos (que según la embajada ya suponen el 60% del total). Tal como explica un telegrama fechado en marzo de 2008, "las políticas de identidad jordana ganan a las preocupaciones de género en los cambios en la ley de ciudadanía". El asunto de quién puede y quién no puede transmitir la nacionalidad toca de lleno el precario equilibrio entre ambas comunidades.
A ojos de muchos transjordanos (los habitantes originarios de la margen oriental del río Jordán que hoy se conoce como Jordania), admitir que las jordanas puedan pasar la ciudadanía a sus hijos abre la puerta a la nacionalización de miles de descendientes de padres palestinos. "La reina Rania (ella misma de origen palestino) causó sorpresa e indignación en 2002 cuando manifestó su apoyo a una ley provisional" en ese sentido, recuerda el encargado de Negocios.
La tensión entre jordanos transjordanos y jordanos palestinos siempre ha estado ahí. Pero un reciente percance parece indicar que la modernización del país (en la que los primeros se sienten perdedores) la está sacando a flor de piel. Los cables dan cuenta de la suspensión de un partido de fútbol en julio de 2009 por insultos contra la reina y el príncipe heredero, un incidente sobre el que la prensa local guardó silencio.
Los equipos El Faisali y el Wahdat, que tradicionalmente respaldan transjordanos y palestinos, respectivamente, se enfrentaban en Zarqa. Antes de que empezara el encuentro, los seguidores del Faisali arremetieron contra los jordanos de origen palestino, incluidos, por primera vez, Rania y su hijo Husein. "Divórciate de ella, padre de Husein, y te daremos a dos de nuestras mujeres", corearon los exaltados antes de que la policía irrumpiera en el campo, según relata el despacho diplomático.
Criticas en privado
También en privado, la embajada ha recogido duras críticas a la reina de algunos jefes de tribus (la espina dorsal de los transjordanos y uno de los pilares de la monarquía) y de nacionalistas transjordanos.
Por extensión, el recelo alcanza a su hijo. "Los transjordanos, que están sobrerrepresentados en la burocracia, se han mostrado escépticos ante el nombramiento como príncipe heredero de Husein por su juventud [hoy tiene 16 años] y su linaje palestino", escribe el embajador Beecroft en enero del año pasado, cinco años después de que Abdalá designara a su primogénito, desplazando a Hamza, el primero de los hijos de su padre con la reina Nur. La boda de este en junio de 2004 se describe como una ocasión en la que "las tensiones entre la reina Nur y la reina Rania fueron palpables".
Apoya las causas de la juventud, la educación y su tierra de origen, Palestina. Se ha mostrado activa en la defensa de los derechos de la mujer, lo que le ha granjeado las críticas de los islamistas. Hasta ahí el papel de Rania como esposa del rey Abdalá de Jordania entra dentro de lo esperable de una reina consorte en los albores del siglo XXI. Con su licenciatura en Empresariales y su experiencia en varias multinacionales, nadie podía pretender que la joven palestina casada con el inesperado heredero del trono hachemí permaneciera en el harén.
Además, su predecesora, la reina Nur, le había puesto alto el nivel de glamour. Pero los cables de la Embajada de EE UU en Ammán revelan una mujer al tanto de la política internacional, que expresa sus opiniones y que colabora en la gestión del reino. También, la de una figura divisoria entre sus conciudadanos.
Cuando una delegación del Congreso de EE UU visita Jordania en mayo de 2009, Rania no solo acompaña simbólicamente al rey en la cita. Según el relato del embajador Stephen Beecroft, la reina "declaró su convicción de que la popularidad del presidente Obama ha contribuido a acallar las críticas iraníes a EE UU en los últimos meses".
El año anterior, el entonces embajador, David Hale, envía otro cable en el que atribuye conjuntamente al rey y a la reina serias advertencias sobre Irán. "El rey constató que el colapso del proceso de paz podría reforzar la influencia de Irán. La reina añadió que en última instancia lo único que podrá vencer la influencia iraní serán alternativas políticamente moderadas y económicamente fuertes en la región", escribe el diplomático. "Ambos hablaron de sus esfuerzos para construir un futuro económico sólido para los jóvenes de Jordania", añade, dando a entender un trabajo en equipo que contrasta con los rumores sobre dificultades en su matrimonio.
Lejos del papel cuché
Los cables dan cuenta de participaciones similares de la reina cada vez que hay una visita de una delegación oficial estadounidense. El perfil que dibujan de Rania (Kuwait, 1970) es muy alejado de la imagen que proyecta desde el papel cuché. La mujer estilosa que brilla en las galas benéficas se revela mucho más que una cara bonita o una figura impecablemente vestida. Tiene opiniones y las defiende, algo inusual no solo en la patriarcal Jordania (de hecho, en todo Oriente Próximo), sino incluso en Occidente, donde las (y los) consortes de los monarcas deben mostrarse más discretos si cabe que estos. Además, es una mujer influyente. Cuando la embajada analiza los nombramientos de ministros, se menciona la proximidad a Rania de algunas ministras como uno de los elementos que ha influido en su elección.
Tal actitud no está exenta de riesgos. A principios de esta década, su respaldo a los cambios en el estatuto personal (para elevar la edad de matrimonio y permitir el divorcio a iniciativa de la mujer), así como a la ley para que las jordanas pudieran transmitir la nacionalidad a sus hijos, irritaron a los sectores conservadores y a los islamistas, que de hecho los bloquearon. Los cables se hacen eco de ello ante nuevos intentos por avanzar en ese terreno.
Sus lazos con Palestina
Pero es sobre todo su origen palestino lo que parece provocar un mayor recelo entre la población de la antigua Transjordania, hoy convertida en minoría por el peso de los jordanos palestinos (que según la embajada ya suponen el 60% del total). Tal como explica un telegrama fechado en marzo de 2008, "las políticas de identidad jordana ganan a las preocupaciones de género en los cambios en la ley de ciudadanía". El asunto de quién puede y quién no puede transmitir la nacionalidad toca de lleno el precario equilibrio entre ambas comunidades.
A ojos de muchos transjordanos (los habitantes originarios de la margen oriental del río Jordán que hoy se conoce como Jordania), admitir que las jordanas puedan pasar la ciudadanía a sus hijos abre la puerta a la nacionalización de miles de descendientes de padres palestinos. "La reina Rania (ella misma de origen palestino) causó sorpresa e indignación en 2002 cuando manifestó su apoyo a una ley provisional" en ese sentido, recuerda el encargado de Negocios.
La tensión entre jordanos transjordanos y jordanos palestinos siempre ha estado ahí. Pero un reciente percance parece indicar que la modernización del país (en la que los primeros se sienten perdedores) la está sacando a flor de piel. Los cables dan cuenta de la suspensión de un partido de fútbol en julio de 2009 por insultos contra la reina y el príncipe heredero, un incidente sobre el que la prensa local guardó silencio.
Los equipos El Faisali y el Wahdat, que tradicionalmente respaldan transjordanos y palestinos, respectivamente, se enfrentaban en Zarqa. Antes de que empezara el encuentro, los seguidores del Faisali arremetieron contra los jordanos de origen palestino, incluidos, por primera vez, Rania y su hijo Husein. "Divórciate de ella, padre de Husein, y te daremos a dos de nuestras mujeres", corearon los exaltados antes de que la policía irrumpiera en el campo, según relata el despacho diplomático.
Criticas en privado
También en privado, la embajada ha recogido duras críticas a la reina de algunos jefes de tribus (la espina dorsal de los transjordanos y uno de los pilares de la monarquía) y de nacionalistas transjordanos.
Por extensión, el recelo alcanza a su hijo. "Los transjordanos, que están sobrerrepresentados en la burocracia, se han mostrado escépticos ante el nombramiento como príncipe heredero de Husein por su juventud [hoy tiene 16 años] y su linaje palestino", escribe el embajador Beecroft en enero del año pasado, cinco años después de que Abdalá designara a su primogénito, desplazando a Hamza, el primero de los hijos de su padre con la reina Nur. La boda de este en junio de 2004 se describe como una ocasión en la que "las tensiones entre la reina Nur y la reina Rania fueron palpables".