Nápoli jugó un partidazo y venció a Palermo, para ponerse tercero


Roma, Agencias
En el estadio San Nicola, Nápoli le ganó de local a Palermo gracias al único gol del encuentro, anotado por Christian Maggio justo al último segundo del match.

De esta manera, el Burro volvió a atrapar a Juventus en la tercera posición de la tabla, que ambos ocupan con 27 unidades, mientras que los rosanegros, por su parte, se quedaron con 23 puntos a compartir con Inter, Sampdoria y Roma la quinta plaza de la clasificación.

El resultado, que como quedó dicho llegó al último momento, fue realmente justo, porque los locales hicieron el gasto, crearon ocasiones, dominaron el trámite y merecieron el triunfo.

Desde el comienzo se vio que el encuentro no iba a ser como nos esperábamos a la vigilia, es decir con los dos equipos jugándose el partido cara a cara. El problema fue que Delio Rossi planteó una formación con cinco defensores, con Muñoz, Bovo y Goian centrales y Cassani y Balzaretti marcadores de punta, y por encima sin un "nueve", puesto que Pastore e Ilicic estuvieron de enganches y adelante jugó Miccoli, quien tiene características más de diez que de delantero.

Claramente esa alineación determinó que la visita jugara muy cerrada atrás, renunciara a la posesión y se asomara únicamente de contra, traicionando un poco las que fueron sus mejores armas hasta el momento.

Así, Nápoli tuvo la posibilidad de imponer el ritmo que quiso y, teniendo siempre el balón entre sus pies, tuvo también la posibilidad de buscar alternativas a sus clásicas jugadas laterales, zonas que claramente Palermo cerraba con grande atención.

A pesar de este desequilibrio en el dominio, todos los jugadores sobre el césped se exprimieron con altos niveles, lo que causó que el partido se pusiera muy parejo y raramente se vieran claras chances para anotar.

Algo mejoró en el complemento, cuando el Burro encontró algunas tácticas muy interesantes para abrir espacios en la defensa rival, como la de tirar en el área a sus laterales cuando los delanteros iban a recibir la pelota sobre las franjas. Fue así que los hombres de Mazzarri tuvieron sus mejores ocasiones, entre las más claras un mano a mano de Cavani (parado equivocadamente por off-side) y un remate a quemarropa de Lavezzi, con respuesta milagrosa de Sirigu.

Palermo también tuvo sus ocasiones, aprovechando de esas pequeñas desatenciones de un Nápoli casi perfecto, pero un poco desequilibrado por culpa de la generosidad con la que buscó la victoria. Sin embargo, las jugadas de mayor peligro que creó la visita fueron solamente mérito de algunas iniciativas individuales con remates desde la distancia de Pastore.

El partido se iba hacia el final, con Rossi sacándolo a Miccoli por Maccarone (y no por Pinilla, manteniendo esa disposición muy pasiva) y Mazzarri obligado a sustituirlo a Lavezzi, lesionado. A pesar de las dificultades y de la muy buena defensa de los sicilianos, Nápoli nunca dejó de creer y de buscar la victoria, con Cavani destacándose hasta por un par de cierres defensivos en diagonal, para cortar las contras rivales y salir jugando rápidamente, sin perder tiempo.

Así, primero Sirigu tuvo que hacer otro milagro para tapar un gran remate de Yebda. Luego, al cuarto minuto y medio de descuento (el "over-time" indicado era de 4 minutos, pero un cambio obligó al referí aumentar otro medio minuto), Cavani se fue bárbaro sobre el límite del fuera de juego y con mucho altruismo la metió en el medio para Maggio, quien debía solo tocar pero hasta arriesgó de fallar el gol, que de todas maneras anotó de rastrón.

En suma, a pesar del resultado medido, fue un partidazo con un final de verdad muy emocionante, que Nápoli venció con mérito. De esta manera, el Burro dio una señal importante a todo el torneo, demostrando que, quizás, pueda hasta soñar con algo más que un puesto para la Champions.

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