Liu envía un mensaje de conciliación y esperanza en la ceremonia del Premio Nobel de la Paz
Oslo, Agencias
El activista chino Liu Xiaobo envió hoy un mensaje de conciliación y de esperanza a su país en la ceremonia de entrega del Nobel de la Paz 2010, en la que se le recordó con una silla vacía al no poder asistir por cumplir una pena de once años de prisión.
Las palabras del ganador del Nobel fueron escuchadas en el Ayuntamiento de Oslo con la voz de la actriz noruega Liv Ullmann, que leyó un texto pronunciado por Liu el 23 de diciembre de 2009, en el juicio en el que se le condenó por incitar a la subversión como coautor del manifiesto "Carta 08".
Frente a lo que él definió como la "mentalidad del enemigo" del régimen chino, Liu dijo no tener "enemigos" ni sentir "odio", porque esa forma de pensar "incitará a luchas mortales y crueles, destruirá la tolerancia y humanidad de una sociedad y dificultará los progresos de una nación hacia la libertad y la democracia".
En "No tengo enemigos, mi declaración final", título del discurso, Liu admitió no obstante progresos, y resaltó que la reforma y la apertura impulsadas en China tras el fin de la era de Mao Tse-Tung fueron un "proceso de debilitamiento gradual de la mentalidad del enemigo y de la psicología del odio".
Ese proceso favoreció, a juicio de Liu, el desarrollo de la economía de mercado, los avances hacia el Estado de derecho, la diversificación de la cultura y también una mayor tolerancia respecto al pluralismo social por parte del régimen.
Como ejemplo mencionó la aceptación de la universalidad de los derechos humanos que fueron incluidos en la Constitución china, de ahí que considere su condena "inconstitucional", porque entiende que sólo ejerció su derecho a la libertad de expresión.
Ese cambio, reflejado también en un trato más digno y humano en las prisiones, es el que le hace confiar en el progreso político, "porque no hay fuerza que pueda limitar la búsqueda humana de la libertad, y China al final será una nación regida por la ley, donde los derechos humanos reinen de forma suprema".
"Espero ser la última víctima de las -literalmente- inquisiciones infinitas de China y que de ahora en adelante, nadie sea incriminado por expresarse", dijo Liu, quien calificó de "experiencia más afortunada" en los últimos 20 años el "amor entregado" de su esposa, la poetisa Liu Xia.
Liu, quien definió como "punto de inflexión en su vida" su participación en las protestas de Tiananmen en junio de 1989, se mostró convencido de que el progreso político en su país "no parará" y que llegará "una futura China libre".
El sillón destinado a Liu, cuya foto presidió el escenario principal, permaneció vacío ante la negativa de las autoridades chinas a dejarle viajar a él o a algún familiar suyo a Oslo.
Liu Xiaobo, quien sucedió en el palmarés del Nobel de la Paz al presidente de EEUU Barack Obama, fue galardonado "por su lucha larga y no violenta por Derechos Humanos fundamentales en China", según el fallo del jurado difundido en octubre pasado.
Es la quinta vez que un galardonado con el premio no acude a la ceremonia, pero la segunda que nadie lo recoge en su lugar: el único precedente data de 1935, cuando el régimen nazi no dejó viajar al activista alemán Carl von Ossietzky.
Que nadie venga a recoger el premio refleja que éste era "necesario y apropiado", resaltó en su discurso el presidente del Comité Nobel Noruego, Thorbjoern Jagland, quien depositó el diploma y la medalla del premio en el sillón vacío de Liu.
Jagland calificó a Liu de "símbolo de la lucha por los derechos humanos en China" y pidió su liberación porque, según él, sólo se ha limitado a ejercer la libertad de expresión.
China, a la que elogió por su "éxito económico", debe asumir su responsabilidad como gran potencia, y también la crítica que ello conlleva, resaltó Jagland, quien vinculó el destino del mundo al de este país: si éste impulsa los derechos humanos, tendrá un efecto positivo sobre el resto del planeta.
Los discursos leídos por Jagland y por Ullmann fueron la parte central de una ceremonia en la que finalmente no estuvieron representados 15 países, presidida por los reyes Harald y Sonia de Noruega y a la que acudieron unos 40 opositores chinos.
En el programa musical fue incluido el Coro Infantil de la Ópera Nacional noruega por deseo de Liu.
Decenas de chinos a favor y en contra de la concesión del Nobel a Liu Xiaobo se manifestaron por separado en los alrededores del ayuntamiento durante la celebración de la ceremonia.
La tradicional procesión con antorchas que se realiza todos los años horas después de la ceremonia de entrega del Nobel de la Paz, tenía previsto finalizar en esta ocasión con la proyección de una imagen de Liu sobre la fachada del Grand Hotel de Oslo.
El concierto Nobel en el Spektrum y la inauguración de una exposición dedicada a Liu en el Centro Nobel cerrarán mañana el programa de actos del premio de la Paz.
El activista chino Liu Xiaobo envió hoy un mensaje de conciliación y de esperanza a su país en la ceremonia de entrega del Nobel de la Paz 2010, en la que se le recordó con una silla vacía al no poder asistir por cumplir una pena de once años de prisión.
Las palabras del ganador del Nobel fueron escuchadas en el Ayuntamiento de Oslo con la voz de la actriz noruega Liv Ullmann, que leyó un texto pronunciado por Liu el 23 de diciembre de 2009, en el juicio en el que se le condenó por incitar a la subversión como coautor del manifiesto "Carta 08".
Frente a lo que él definió como la "mentalidad del enemigo" del régimen chino, Liu dijo no tener "enemigos" ni sentir "odio", porque esa forma de pensar "incitará a luchas mortales y crueles, destruirá la tolerancia y humanidad de una sociedad y dificultará los progresos de una nación hacia la libertad y la democracia".
En "No tengo enemigos, mi declaración final", título del discurso, Liu admitió no obstante progresos, y resaltó que la reforma y la apertura impulsadas en China tras el fin de la era de Mao Tse-Tung fueron un "proceso de debilitamiento gradual de la mentalidad del enemigo y de la psicología del odio".
Ese proceso favoreció, a juicio de Liu, el desarrollo de la economía de mercado, los avances hacia el Estado de derecho, la diversificación de la cultura y también una mayor tolerancia respecto al pluralismo social por parte del régimen.
Como ejemplo mencionó la aceptación de la universalidad de los derechos humanos que fueron incluidos en la Constitución china, de ahí que considere su condena "inconstitucional", porque entiende que sólo ejerció su derecho a la libertad de expresión.
Ese cambio, reflejado también en un trato más digno y humano en las prisiones, es el que le hace confiar en el progreso político, "porque no hay fuerza que pueda limitar la búsqueda humana de la libertad, y China al final será una nación regida por la ley, donde los derechos humanos reinen de forma suprema".
"Espero ser la última víctima de las -literalmente- inquisiciones infinitas de China y que de ahora en adelante, nadie sea incriminado por expresarse", dijo Liu, quien calificó de "experiencia más afortunada" en los últimos 20 años el "amor entregado" de su esposa, la poetisa Liu Xia.
Liu, quien definió como "punto de inflexión en su vida" su participación en las protestas de Tiananmen en junio de 1989, se mostró convencido de que el progreso político en su país "no parará" y que llegará "una futura China libre".
El sillón destinado a Liu, cuya foto presidió el escenario principal, permaneció vacío ante la negativa de las autoridades chinas a dejarle viajar a él o a algún familiar suyo a Oslo.
Liu Xiaobo, quien sucedió en el palmarés del Nobel de la Paz al presidente de EEUU Barack Obama, fue galardonado "por su lucha larga y no violenta por Derechos Humanos fundamentales en China", según el fallo del jurado difundido en octubre pasado.
Es la quinta vez que un galardonado con el premio no acude a la ceremonia, pero la segunda que nadie lo recoge en su lugar: el único precedente data de 1935, cuando el régimen nazi no dejó viajar al activista alemán Carl von Ossietzky.
Que nadie venga a recoger el premio refleja que éste era "necesario y apropiado", resaltó en su discurso el presidente del Comité Nobel Noruego, Thorbjoern Jagland, quien depositó el diploma y la medalla del premio en el sillón vacío de Liu.
Jagland calificó a Liu de "símbolo de la lucha por los derechos humanos en China" y pidió su liberación porque, según él, sólo se ha limitado a ejercer la libertad de expresión.
China, a la que elogió por su "éxito económico", debe asumir su responsabilidad como gran potencia, y también la crítica que ello conlleva, resaltó Jagland, quien vinculó el destino del mundo al de este país: si éste impulsa los derechos humanos, tendrá un efecto positivo sobre el resto del planeta.
Los discursos leídos por Jagland y por Ullmann fueron la parte central de una ceremonia en la que finalmente no estuvieron representados 15 países, presidida por los reyes Harald y Sonia de Noruega y a la que acudieron unos 40 opositores chinos.
En el programa musical fue incluido el Coro Infantil de la Ópera Nacional noruega por deseo de Liu.
Decenas de chinos a favor y en contra de la concesión del Nobel a Liu Xiaobo se manifestaron por separado en los alrededores del ayuntamiento durante la celebración de la ceremonia.
La tradicional procesión con antorchas que se realiza todos los años horas después de la ceremonia de entrega del Nobel de la Paz, tenía previsto finalizar en esta ocasión con la proyección de una imagen de Liu sobre la fachada del Grand Hotel de Oslo.
El concierto Nobel en el Spektrum y la inauguración de una exposición dedicada a Liu en el Centro Nobel cerrarán mañana el programa de actos del premio de la Paz.