La venta de Funes Mori no prospera por el precio que le puso Passarella
Buenos Aires, Olé
El pase de Funes Mori no se define porque Passarella no se baja de los 10 millones de euros y Benfica no se estira.
¿Quién será el que dé el brazo a torcer? ¿El presidente que quiere pelear hasta el último centavo? ¿O el grupo que tiene la billetera en mano? En el medio, el que que espera y desespera es Gabriel Funes Mori. Sin vacaciones por los entrenamientos con el Sub 20, el mellizo transpira en Ezeiza y no sabe si uno de estos días en vez de bajarse en el predio de la AFA seguirá camino hasta el aeropuerto. Benfica se lo quiere llevar, sí. Ofrece 8,5 millones de euros limpios de gastos e impuestos para River (traducido a dólares según la cotización de ayer serían 11.000.000). Passarella acepta venderlo, sí, pero al precio que él quiere: 10 millones de euros limpios.
Entonces, en ese tira y afloje quedó estancada la operación. Cada una de las partes cedió respecto a los números que se hablaron en el primer encuentro, cuando la oferta fue de seis millones de euros y el Kaiser pidió 15 millones. Pero todavía no llegaron al punto de acuerdo. Ahora quien se plantó es Miguel Pires, el empresario que representa al grupo inversor que quiere comprar a Funes Mori para colocarlo en el equipo de Saviola y Aimar. Ya había avisado que sería la última oferta, aunque por más diferencia que haya nadie quiere dar por terminada la negociación.
Lo cierto que es Papá Noel no le traerá novedades al delantero de 19 años. El presidente se fue para Chacabuco a pasar Nochebuena y Navidad, y a desenchufarse un poco. Por eso, recién a partir del lunes volverá a retomar las charlas que serán fundamentales para el futuro de River. Porque para pensar en refuerzos, hoy en Núñez primero se necesita conseguir dinero. Y la vía más rápida y concreta será la de una transferencia. Sin una venta, pensar en D’Alessandro será tan imposible como ver a Palermo con la camiseta de River algún día. Es más, la plata hace falta no sólo para ir a buscar las cuatro incorporaciones permitidas sino para pagar a los que llegaron en julio, como es el caso de Román.
El pase de Funes Mori no se define porque Passarella no se baja de los 10 millones de euros y Benfica no se estira.
¿Quién será el que dé el brazo a torcer? ¿El presidente que quiere pelear hasta el último centavo? ¿O el grupo que tiene la billetera en mano? En el medio, el que que espera y desespera es Gabriel Funes Mori. Sin vacaciones por los entrenamientos con el Sub 20, el mellizo transpira en Ezeiza y no sabe si uno de estos días en vez de bajarse en el predio de la AFA seguirá camino hasta el aeropuerto. Benfica se lo quiere llevar, sí. Ofrece 8,5 millones de euros limpios de gastos e impuestos para River (traducido a dólares según la cotización de ayer serían 11.000.000). Passarella acepta venderlo, sí, pero al precio que él quiere: 10 millones de euros limpios.
Entonces, en ese tira y afloje quedó estancada la operación. Cada una de las partes cedió respecto a los números que se hablaron en el primer encuentro, cuando la oferta fue de seis millones de euros y el Kaiser pidió 15 millones. Pero todavía no llegaron al punto de acuerdo. Ahora quien se plantó es Miguel Pires, el empresario que representa al grupo inversor que quiere comprar a Funes Mori para colocarlo en el equipo de Saviola y Aimar. Ya había avisado que sería la última oferta, aunque por más diferencia que haya nadie quiere dar por terminada la negociación.
Lo cierto que es Papá Noel no le traerá novedades al delantero de 19 años. El presidente se fue para Chacabuco a pasar Nochebuena y Navidad, y a desenchufarse un poco. Por eso, recién a partir del lunes volverá a retomar las charlas que serán fundamentales para el futuro de River. Porque para pensar en refuerzos, hoy en Núñez primero se necesita conseguir dinero. Y la vía más rápida y concreta será la de una transferencia. Sin una venta, pensar en D’Alessandro será tan imposible como ver a Palermo con la camiseta de River algún día. Es más, la plata hace falta no sólo para ir a buscar las cuatro incorporaciones permitidas sino para pagar a los que llegaron en julio, como es el caso de Román.