La Fiscalía sueca frena la puesta en libertad de Assange bajo fianza
Londres, El País
Julian Assange permanece detenido. La Fiscalía sueca apeló este martes la decisión del juez Howard Liddle de otorgar la libertad bajo fianza para el editor australiano. Ha sido un día de sobresaltos en el Tribunal de Westminster que le juzga. Por unas horas, todo apuntaba a que sería puesto en libertad, según comunicaron sus propios abogados. La noticia se aguó en apenas dos horas. La alegría que embargaba a los más de 100 manifestantes congregados frente al tribunal que tramita su solicitud de extradición se convirtió en decepción al conocerse la apelación de la Fiscalía sueca. Assange permanecerá en prisión hasta que se produzca una nueva vista del caso en las próximas 48 horas.
"Esto se está convirtiendo en un juicio espectáculo", ha declarado Mark Stephens, abogado de Assange. El juez de la Corte de magistrados de Westminster que tramita la solicitud de extradición por presuntos delitos de índole sexual otorgó una libertad sometida a tres condiciones fundamentales: fianza de 282.000 euros (240.000 libras), obligatoriedad para Assange de portar un brazalete electrónico de control y retención del pasaporte. Pero la fiscal Gemma Lindfield, en representación de las autoridades suecas, apeló la decisión del juez, motivo por el cual se celebrará una nueva vista.
El abogado Stephens clamó ayer contra las condiciones en que se encuentra detenido su cliente. "Assange es un hombre inocente en condiciones dickensianas, victorianas, en la prisión de Wandsworth", ha asegurado. En el caso Assange emergen referencias a Dickens, pero también a Orwell.
El fundador de Wikileaks, web que ha destapado 250.000 cables secretos del Departamento de Estado norteamericano, recibía en el juzgado el apoyo en Westminster del cineasta Ken Loach, del escritor y documentalista John Pilger y de la activista pro derechos humanos Bianca Jagger.
Saliendo apresurado de entre la nube de fotógrafos y cámaras que cubren el caso Assange, Ken Loach hacía unas declaraciones a este periódico momentos antes de que se conociera la apelación de la Fiscalía sueca: "Le han otorgado la libertad bajo fianza, que es la decisión correcta. Si el Gobierno sueco apela, eso pondrá de manifiesto que hay una motivación política detrás de todo esto. Si desafían lo que es judicialmente adecuado, demostrarán que hay una agenda política oculta". Ken Loach es uno de los ilustres que se han mostrado dispuestos a aportar fondos para la fianza: también lo han hecho la millonaria Jemima Khan y el cineasta norteamericano Michael Moore.
Los abogados de Assange sostienen que todo este proceso obedece a una maniobra de dilación para permitir que los fiscales norteamericanos puedan formular cargos por espionaje contra el editor australiano. Aseguran que lo que pretenden las autoridades suecas es extraditarlo a Estados Unidos. Stephens relató que su cliente se encuentra confinado en su celda durante 23 horas al día. No recibe ningún tipo de comunicación del exterior. No tiene acceso a Internet; ni a la prensa.
"Mis convicciones no se debilitan. Me mantengo fiel a los ideales que he expresado", ha declarado Assange a través de su madre antes de dirigirse al tribunal. El australiano emitía un comunicado que transmitió su madre, Christine, que acaba de llegar de Australia para apoyarle. El ideólogo de la web de las filtraciones mandaba un mensaje al mundo para que se proteja la labor que está haciendo. Un mensaje que no ha caído en saco roto. Son muchos los apoyos que está recibiendo del exterior.
Entre ellos, el del colectivo de ciberactivistas Anonymous. Una integrante de este grupo hablaba por la mañana con este periódico en el otro extremo de la ciudad. Se hace llamar Philter y tiene 19 años. Asegura que existen en este momento dos facciones en Anonymous: una que defiende la necesidad de seguir atacando a MasterCard y otras empresas que han cortado el grifo a Wikileaks; y otra que sostiene que hay que liberar aquellos cables que aún no han sido difundidos. "Es lo que Assange hubiera deseado que hiciéramos", ha dicho en referencia a esta segunda opción.
De hecho, horas después se producía una escena curiosa frente al juzgado de Westminster. Sobre las cuatro de la tarde, dos activistas irrumpían entre la larga fila de agentes de policía que custodiaban la entrada y soltaron al aire docenas de cables. Tres policías se apresuraron a retirarlos del suelo con sus botas.
Mientras Assange comparecía en el interior, la tarde transcurría entre proclamas de los activistas pro-Wikileaks, que portaban máscaras y camisetas con el rostro del australiano y pancartas que pedían su libertad y la retirada de tropas de Afganistán. "Esto no es 1984", rezaba la pancarta que sostenía una joven, en alusión a la novela de George Orwell.
Julian Assange permanece detenido. La Fiscalía sueca apeló este martes la decisión del juez Howard Liddle de otorgar la libertad bajo fianza para el editor australiano. Ha sido un día de sobresaltos en el Tribunal de Westminster que le juzga. Por unas horas, todo apuntaba a que sería puesto en libertad, según comunicaron sus propios abogados. La noticia se aguó en apenas dos horas. La alegría que embargaba a los más de 100 manifestantes congregados frente al tribunal que tramita su solicitud de extradición se convirtió en decepción al conocerse la apelación de la Fiscalía sueca. Assange permanecerá en prisión hasta que se produzca una nueva vista del caso en las próximas 48 horas.
"Esto se está convirtiendo en un juicio espectáculo", ha declarado Mark Stephens, abogado de Assange. El juez de la Corte de magistrados de Westminster que tramita la solicitud de extradición por presuntos delitos de índole sexual otorgó una libertad sometida a tres condiciones fundamentales: fianza de 282.000 euros (240.000 libras), obligatoriedad para Assange de portar un brazalete electrónico de control y retención del pasaporte. Pero la fiscal Gemma Lindfield, en representación de las autoridades suecas, apeló la decisión del juez, motivo por el cual se celebrará una nueva vista.
El abogado Stephens clamó ayer contra las condiciones en que se encuentra detenido su cliente. "Assange es un hombre inocente en condiciones dickensianas, victorianas, en la prisión de Wandsworth", ha asegurado. En el caso Assange emergen referencias a Dickens, pero también a Orwell.
El fundador de Wikileaks, web que ha destapado 250.000 cables secretos del Departamento de Estado norteamericano, recibía en el juzgado el apoyo en Westminster del cineasta Ken Loach, del escritor y documentalista John Pilger y de la activista pro derechos humanos Bianca Jagger.
Saliendo apresurado de entre la nube de fotógrafos y cámaras que cubren el caso Assange, Ken Loach hacía unas declaraciones a este periódico momentos antes de que se conociera la apelación de la Fiscalía sueca: "Le han otorgado la libertad bajo fianza, que es la decisión correcta. Si el Gobierno sueco apela, eso pondrá de manifiesto que hay una motivación política detrás de todo esto. Si desafían lo que es judicialmente adecuado, demostrarán que hay una agenda política oculta". Ken Loach es uno de los ilustres que se han mostrado dispuestos a aportar fondos para la fianza: también lo han hecho la millonaria Jemima Khan y el cineasta norteamericano Michael Moore.
Los abogados de Assange sostienen que todo este proceso obedece a una maniobra de dilación para permitir que los fiscales norteamericanos puedan formular cargos por espionaje contra el editor australiano. Aseguran que lo que pretenden las autoridades suecas es extraditarlo a Estados Unidos. Stephens relató que su cliente se encuentra confinado en su celda durante 23 horas al día. No recibe ningún tipo de comunicación del exterior. No tiene acceso a Internet; ni a la prensa.
"Mis convicciones no se debilitan. Me mantengo fiel a los ideales que he expresado", ha declarado Assange a través de su madre antes de dirigirse al tribunal. El australiano emitía un comunicado que transmitió su madre, Christine, que acaba de llegar de Australia para apoyarle. El ideólogo de la web de las filtraciones mandaba un mensaje al mundo para que se proteja la labor que está haciendo. Un mensaje que no ha caído en saco roto. Son muchos los apoyos que está recibiendo del exterior.
Entre ellos, el del colectivo de ciberactivistas Anonymous. Una integrante de este grupo hablaba por la mañana con este periódico en el otro extremo de la ciudad. Se hace llamar Philter y tiene 19 años. Asegura que existen en este momento dos facciones en Anonymous: una que defiende la necesidad de seguir atacando a MasterCard y otras empresas que han cortado el grifo a Wikileaks; y otra que sostiene que hay que liberar aquellos cables que aún no han sido difundidos. "Es lo que Assange hubiera deseado que hiciéramos", ha dicho en referencia a esta segunda opción.
De hecho, horas después se producía una escena curiosa frente al juzgado de Westminster. Sobre las cuatro de la tarde, dos activistas irrumpían entre la larga fila de agentes de policía que custodiaban la entrada y soltaron al aire docenas de cables. Tres policías se apresuraron a retirarlos del suelo con sus botas.
Mientras Assange comparecía en el interior, la tarde transcurría entre proclamas de los activistas pro-Wikileaks, que portaban máscaras y camisetas con el rostro del australiano y pancartas que pedían su libertad y la retirada de tropas de Afganistán. "Esto no es 1984", rezaba la pancarta que sostenía una joven, en alusión a la novela de George Orwell.