La fiebre nacionalista sacude a Rusia
Moscú, El País
La fiebre nacionalista se extendió este fin de semana por la capital de Rusia y dos de sus principales ciudades (San Petersburgo y Rostov del Don), escenario de varias manifestaciones contra la población caucásica y del linchamiento, ayer, de un hombre de aspecto centroasiático en Moscú.
El ambiente se había caldeado ya el sábado, junto al Kremlin, con la violenta concentración de 5.500 exaltados que, al grito de "Rusia para los rusos" y "matar, matar, matar" estaban prestos a agredir a ciudadanos de "aspecto no eslavo" en represalia por la muerte de un hincha del equipo futbolístico Spartak el 6 de diciembre en Moscú. El hincha, un ruso, falleció de un disparo de aire comprimido en una pelea al salir de un partido. Sospechoso del homicidio es un oriundo de Kabardino-Balkaria, un territorio en la zona rusa del Cáucaso. Ayer, una turba mató a golpes, patadas y cuchilladas a un hombre centroasiático en Moscú.
La supuesta pasividad policial en la protección de los ciudadanos procedentes del Cáucaso (en concreto, ante miembros de comunidades culturales y étnicas distintas de la rusa) ha desatado una oleada de nacionalismo de inciertas consecuencias. En Moscú, unas 30 personas resultaron heridas y otras 66 detenidas en los desórdenes junto al Kremlin. Los manifestantes lanzaron piedras y barreras metálicas y destrozaron los adornos del árbol navideño de la plaza del Manezh, para proseguir después sus acciones vandálicas en varias estaciones de metro. La imagen televisada del presidente, Vladímir Putin, mientras cantaba en inglés y tocaba el piano en un concierto benéfico en San Petersburgo, contrastaba de forma surrealista con lo que sucedía en las calles de la capital.
En San Petersburgo, el sábado, y en Rostov del Don, el domingo, hubo también manifestaciones nacionalistas por la supuesta indefensión de los rusos, la comunidad mayoritaria del Estado, frente a los oriundos del Cáucaso. En Rostov, salieron a la calle medio millar de personas que gritaban "Rostov es una ciudad rusa" y protestaban por la muerte de un universitario en una pelea con otro estudiante aparentemente de Ingushetia (norte del Cáucaso).
"Objetivamente, y al margen del deseo de los manifestantes, lo que está en juego a la larga es la secesión del norte del Cáucaso de Rusia", opina el politólogo Dmitri Furman, según el cual se está produciendo una segregación entre la comunidad rusa y otras comunidades del Cáucaso. Las autoridades centrales intentan en vano atajar la emigración de rusos del Cáucaso y tratan ahora de contener la agresividad que suscitan los oriundos de aquellas regiones en parte de la población, que ve a sus compatriotas caucásicos como fuente de problemas y delitos.
El sábado, en Moscú, los agentes usaron un mínimo de fuerza contra los manifestantes y "con peligro de sus vidas renunciaron al uso de las armas", según el ministro del Interior, Rashid Nurgáliev. La actuación de la policía en la capital suscita opiniones contrapuestas. La agencia Ria-Nóvosti ha elogiado a los cuerpos de orden público, alegando que si no hubiera sido por su contención, hubiera podido haber más víctimas, y que protegieron a personas de "aspecto no eslavo" que se encontraban en el lugar. Los sectores liberales, sin embargo, han destacado el contraste entre la brutalidad de la policía frente a la oposición democrática, cuando esta sale pacíficamente a la calle a defender el artículo 31 de la Constitución (libertad de manifestarse y reunirse), y las contemplaciones mostradas con la masa de enfurecidos nacionalistas. Los 66 detenidos fueron liberados ayer.
El ex vicejefe de la Duma Estatal, Vladímir Rizhkov, dijo ayer que las manifestaciones en Moscú y San Petersburgo muestran que "en Rusia el fascismo está en auge". Rizhkov pidió el cese del jefe del Gobierno, Vladímir Putin, y del vicejefe de la Administración presidencial, Viacheslav Surkov, considerado uno de los inspiradores de los grupos juveniles afines al Kremlin que se definen como antifascistas y que actúan contra los liberales, pero no contra los nacionalistas. Los acontecimientos del sábado han mostrado que "si se produce un estallido social, este no será democrático, como en los años ochenta, sino nacionalista y radical de izquierdas, rojo-pardo", manifestó el ex ministro ruso Andréi Nicháiev.
La fiebre nacionalista se extendió este fin de semana por la capital de Rusia y dos de sus principales ciudades (San Petersburgo y Rostov del Don), escenario de varias manifestaciones contra la población caucásica y del linchamiento, ayer, de un hombre de aspecto centroasiático en Moscú.
El ambiente se había caldeado ya el sábado, junto al Kremlin, con la violenta concentración de 5.500 exaltados que, al grito de "Rusia para los rusos" y "matar, matar, matar" estaban prestos a agredir a ciudadanos de "aspecto no eslavo" en represalia por la muerte de un hincha del equipo futbolístico Spartak el 6 de diciembre en Moscú. El hincha, un ruso, falleció de un disparo de aire comprimido en una pelea al salir de un partido. Sospechoso del homicidio es un oriundo de Kabardino-Balkaria, un territorio en la zona rusa del Cáucaso. Ayer, una turba mató a golpes, patadas y cuchilladas a un hombre centroasiático en Moscú.
La supuesta pasividad policial en la protección de los ciudadanos procedentes del Cáucaso (en concreto, ante miembros de comunidades culturales y étnicas distintas de la rusa) ha desatado una oleada de nacionalismo de inciertas consecuencias. En Moscú, unas 30 personas resultaron heridas y otras 66 detenidas en los desórdenes junto al Kremlin. Los manifestantes lanzaron piedras y barreras metálicas y destrozaron los adornos del árbol navideño de la plaza del Manezh, para proseguir después sus acciones vandálicas en varias estaciones de metro. La imagen televisada del presidente, Vladímir Putin, mientras cantaba en inglés y tocaba el piano en un concierto benéfico en San Petersburgo, contrastaba de forma surrealista con lo que sucedía en las calles de la capital.
En San Petersburgo, el sábado, y en Rostov del Don, el domingo, hubo también manifestaciones nacionalistas por la supuesta indefensión de los rusos, la comunidad mayoritaria del Estado, frente a los oriundos del Cáucaso. En Rostov, salieron a la calle medio millar de personas que gritaban "Rostov es una ciudad rusa" y protestaban por la muerte de un universitario en una pelea con otro estudiante aparentemente de Ingushetia (norte del Cáucaso).
"Objetivamente, y al margen del deseo de los manifestantes, lo que está en juego a la larga es la secesión del norte del Cáucaso de Rusia", opina el politólogo Dmitri Furman, según el cual se está produciendo una segregación entre la comunidad rusa y otras comunidades del Cáucaso. Las autoridades centrales intentan en vano atajar la emigración de rusos del Cáucaso y tratan ahora de contener la agresividad que suscitan los oriundos de aquellas regiones en parte de la población, que ve a sus compatriotas caucásicos como fuente de problemas y delitos.
El sábado, en Moscú, los agentes usaron un mínimo de fuerza contra los manifestantes y "con peligro de sus vidas renunciaron al uso de las armas", según el ministro del Interior, Rashid Nurgáliev. La actuación de la policía en la capital suscita opiniones contrapuestas. La agencia Ria-Nóvosti ha elogiado a los cuerpos de orden público, alegando que si no hubiera sido por su contención, hubiera podido haber más víctimas, y que protegieron a personas de "aspecto no eslavo" que se encontraban en el lugar. Los sectores liberales, sin embargo, han destacado el contraste entre la brutalidad de la policía frente a la oposición democrática, cuando esta sale pacíficamente a la calle a defender el artículo 31 de la Constitución (libertad de manifestarse y reunirse), y las contemplaciones mostradas con la masa de enfurecidos nacionalistas. Los 66 detenidos fueron liberados ayer.
El ex vicejefe de la Duma Estatal, Vladímir Rizhkov, dijo ayer que las manifestaciones en Moscú y San Petersburgo muestran que "en Rusia el fascismo está en auge". Rizhkov pidió el cese del jefe del Gobierno, Vladímir Putin, y del vicejefe de la Administración presidencial, Viacheslav Surkov, considerado uno de los inspiradores de los grupos juveniles afines al Kremlin que se definen como antifascistas y que actúan contra los liberales, pero no contra los nacionalistas. Los acontecimientos del sábado han mostrado que "si se produce un estallido social, este no será democrático, como en los años ochenta, sino nacionalista y radical de izquierdas, rojo-pardo", manifestó el ex ministro ruso Andréi Nicháiev.