La erupción del volcán Tungurahua desnuda las dificultades de los campesinos

Pondoa, Agencias
La sorpresiva erupción del volcán Tungurahua, en el centro andino de Ecuador, además de haber causado temor en la población, también ha desnudado varios problemas que afrontan los campesinos que habitan en sus dominios.

Hoy, decenas de campesinos que fueron evacuados el sábado, tras una erupción "importante" que obligó en algún momento a que las autoridades declararan la máxima alerta, volvieron a Bilbao, un poblado al pie del coloso.

Jorge Aguilar, de la junta parroquial de Bilbao, aseguró a Efe que la erupción del sábado "realmente fue fuerte" e hizo recordar otra más energética de agosto de 2006, cuando el volcán arrojó flujos de piroclastos o material magmático, que prácticamente cubrió a toda la montaña.

En esa ocasión fallecieron unas seis personas, sobre todo en la zona sur del volcán, recordó Aguilar tras señalar que Bilbao se cubrió de una gruesa capa de ceniza que dañó todos los cultivos.

Sin embargo, manifestó que los habitantes de su pueblo conocen al Tungurahua, ya que han convivido con él desde 1999 cuando comenzó su actual proceso eruptivo.

"A veces sube la actividad, muy fuerte, hace temblar la tierra y las ventanas, pero hay meses en que se tranquiliza (...) Ahí permite que la gente cultive" sus parcelas y obtenga buenos ingresos, añadió.

Sin embargo, el campesino se quejó de que Bilbao, como muchos otros pueblos de sus alrededores, alcancen notoriedad cuando el Tungurahua genera sus rabietas.

Y es que recordó que, pese a vivir cerca del peligro, los campesinos que viven en sus cercanías necesitan de las fértiles tierras del Tungurahua.

Por eso los campesinos de Bilbao y otras localidades vecinas como Puela y Chacauco, realizan mingas (trabajo voluntario, en quichua) para construir servicios que fueron dañados en la erupción de 2006.

"Lo que más se necesita son obras de infraestructura, la carretera ha sido reconstruida por nosotros y hemos hecho también un sistema de riego", agregó.

Aguilar admitió que siempre será un peligro vivir junto al Tungurahua, pero dijo que él, como muchos de sus vecinos, están dispuestos a correr el riesgo.

"Claro, si explota fuerte, entonces saldremos a las zonas de seguridad, pero hasta ahora hemos soportado" la actividad del coloso, añadió.

Además, indicó que algunos geólogos que los han visitado les dijeron que la actividad del Tungurahua, cada vez genera pulsos altos, pero de menor energía que el anterior.

El Instituto Geofísico (IG) de la Escuela Politécnica Nacional, que vigila al volcán todo el tiempo, considera que esa posibilidad puede darse "o no", aceptó Aguilar, que siempre está pendiente de las informaciones que esta institución les proporciona.

"Ellos (los del IG) nos advierten, nos anticipan de lo que puede pasar" y cuando "nos dicen que salgamos, entonces salimos" de la zona de peligro, dijo .

Esa alerta fue la que hizo el IG el sábado para que la gente de Bilbao evacúe el pueblo.

Y es que la erupción del sábado generó el rodar de bloques candentes que bajaron por las quebradas de la montaña, hasta un kilómetro bajo el cráter.

Tras el pulso de fuerte actividad, el volcán se tranquilizó y bajó su intensidad, aunque todavía mantiene su fuerza de forma "moderada", según el IG.

Ese cambio permitió a las autoridades cambiar la "alerta roja" declarada al momento de la erupción, a otra de tipo "amarilla" o de precaución.

El tipo de alerta podría volver a intensificarse, si la situación empeora, reveló a Efe uno de los militares que hoy acudieron a la zona del Tungurahua para atender la emergencia.

"Nosotros estaremos aquí el tiempo que se requiera", añadió el teniente Cristian Ayala, de las Fuerzas Especiales del Ejército, que comandó una patrulla para visitar las zonas de peligro.

Los militares repartieron heno a los campesinos para que alimenten su ganado, ya que la ceniza del Tungurahua ha afectado los pastizales.

"Es una situación dura para la gente de aquí, pro eso nosotros venimos a colaborar", añadió otro de los militares.

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