Estambul, nido de espías sobre Irán
Madrid, El País
A un paso del Gran Bazar del turismo, en las cosmopolitas calles de Estambul, diplomáticos y agentes de Estados Unidos reciben de sus "contactos" todo tipo de informaciones sobre Irán. Sin representación diplomática en Teherán desde la crisis de los rehenes de 1979, Washington sigue los pasos del régimen de los ayatolás desde sus legaciones en Dubái, Bakú y Estambul.
La sede consular norteamericana en la capital económica turca es también denominada Observatorio sobre Irán en los cables del Departamento de Estado, como el que firma la cónsul general, Sharon Anderholm Wiener, el 15 de septiembre de 2009 para alertar a Washington de las amenazas que pesan sobre sus confidentes iraníes.
"Varios contactos nos han advertido de que han sido acosados por agentes iraníes para que dejen de relacionarse con diplomáticos estadounidenses", precisa Wiener, que enmarca la "campaña de intimidación" en la represión desatada tras las protestas en Irán tras la polémica reelección del presidente Mahmud Ahmadineyad.
El Consulado en Estambul destaca el caso de un antiguo funcionario iraní (cuya identidad debe quedar estrictamente protegida) que se ha visto obligado a regresar a Teherán ante las presiones sufridas. El despacho diplomático da un breve manual del espía sobre mensajes clandestinos. "El 9 de septiembre le enviamos un correo electrónico para solicitarle una reunión sobre 'asuntos regionales', según el procedimiento habitual de contacto, que incluye dirigir el mensaje solo a una cuenta de correo personal, sin citar en ningún caso la palabra 'Irán' y sin referirse a cuestiones sustanciales. Los anteriores encuentros se habían producido siempre en su oficina, ya que él había declinado hacerlo en lugares públicos o en el Consulado".
A pesar de las precauciones tomadas, el "contacto" hizo llegar a los diplomáticos estadounidenses cinco días después "un correo desde una cuenta en el extranjero" con este mensaje: "Me han pedido que cancele todos los contactos [con EE UU] ante la nueva situación interna [en Irán]. Tengo la sensación de que mi dirección de correo ha sido hackeada. Vuelvo a mi país el fin de semana... Intentaré responder cuando se haya aclarado la situación".
Más de 50.000 iraníes, en su mayoría estudiantes o inmigrantes, residen en Turquía, según un experto iraní citado como fuente protegida por la Embajada en Ankara. Esta comunidad intenta mantener un bajo perfil público por temor a las represalias de los servicios secretos de Teherán contra nacionalistas de minorías étnicas en el exilio.
Periodistas, empresarios e intelectuales basados en Estambul y relacionados con Irán también han sufrido las presiones del régimen de Teherán, según los informes del Consulado, que no ceja en su empeño de captar nuevos informantes sobre Irán: "Seguiremos redoblando los esfuerzos para mantener, e incluso incrementar, nuestros contactos dentro de Turquía a pesar de las amenazas".
A un paso del Gran Bazar del turismo, en las cosmopolitas calles de Estambul, diplomáticos y agentes de Estados Unidos reciben de sus "contactos" todo tipo de informaciones sobre Irán. Sin representación diplomática en Teherán desde la crisis de los rehenes de 1979, Washington sigue los pasos del régimen de los ayatolás desde sus legaciones en Dubái, Bakú y Estambul.
La sede consular norteamericana en la capital económica turca es también denominada Observatorio sobre Irán en los cables del Departamento de Estado, como el que firma la cónsul general, Sharon Anderholm Wiener, el 15 de septiembre de 2009 para alertar a Washington de las amenazas que pesan sobre sus confidentes iraníes.
"Varios contactos nos han advertido de que han sido acosados por agentes iraníes para que dejen de relacionarse con diplomáticos estadounidenses", precisa Wiener, que enmarca la "campaña de intimidación" en la represión desatada tras las protestas en Irán tras la polémica reelección del presidente Mahmud Ahmadineyad.
El Consulado en Estambul destaca el caso de un antiguo funcionario iraní (cuya identidad debe quedar estrictamente protegida) que se ha visto obligado a regresar a Teherán ante las presiones sufridas. El despacho diplomático da un breve manual del espía sobre mensajes clandestinos. "El 9 de septiembre le enviamos un correo electrónico para solicitarle una reunión sobre 'asuntos regionales', según el procedimiento habitual de contacto, que incluye dirigir el mensaje solo a una cuenta de correo personal, sin citar en ningún caso la palabra 'Irán' y sin referirse a cuestiones sustanciales. Los anteriores encuentros se habían producido siempre en su oficina, ya que él había declinado hacerlo en lugares públicos o en el Consulado".
A pesar de las precauciones tomadas, el "contacto" hizo llegar a los diplomáticos estadounidenses cinco días después "un correo desde una cuenta en el extranjero" con este mensaje: "Me han pedido que cancele todos los contactos [con EE UU] ante la nueva situación interna [en Irán]. Tengo la sensación de que mi dirección de correo ha sido hackeada. Vuelvo a mi país el fin de semana... Intentaré responder cuando se haya aclarado la situación".
Más de 50.000 iraníes, en su mayoría estudiantes o inmigrantes, residen en Turquía, según un experto iraní citado como fuente protegida por la Embajada en Ankara. Esta comunidad intenta mantener un bajo perfil público por temor a las represalias de los servicios secretos de Teherán contra nacionalistas de minorías étnicas en el exilio.
Periodistas, empresarios e intelectuales basados en Estambul y relacionados con Irán también han sufrido las presiones del régimen de Teherán, según los informes del Consulado, que no ceja en su empeño de captar nuevos informantes sobre Irán: "Seguiremos redoblando los esfuerzos para mantener, e incluso incrementar, nuestros contactos dentro de Turquía a pesar de las amenazas".