Un extraño planeta que vino de otra galaxia
Madrid, El País
Si la inmensa mayoría de los casi 500 planetas descubiertos en órbita de estrellas distintas del Sol son extraños (por su tamaño, por su distancia al astro, etcétera), el último descubierto gana por ahora todos los concursos de rareza. Está en órbita de una estrella muy vieja, que se ha expandido seguramente engullendo el planeta durante un tiempo, pero que luego se ha vuelto a contraer. Por si fuera poco, el astro perteneció a una galaxia enana vecina y acabó en nuestra Vía Láctea, devorada gravitacionalmente en un epidosdio de canibalismo galáctico, hace entre 6.000 y 9.000 millones de años. El peculiar planeta se llama HIP 13044 b y lo presentan los astrónomos en la revista Science.
"El descubrimiento es muy emocionante", afirma Rainer Klement (Instituto Max Planck de Astronomía, en Alemania). "Por primera vez se ha descubierto un sistema planetario en un grupo estelar de origen extragaláctico. Dadas las grandes distancias implicadas, no hay hasta ahora detecciones confirmadas de planetas en otras galaxias, pero aquella fusión cósmica nos puso un planeta extragaláctico a nuestro alcance".
HIP 13044 b está a unos 2.000 años luz de la Tierra, en el cielo del hemisferio Sur, en la constelación de Fornax y, acumulando más rarezas, no se ha descubierto con unos de los grandes telescopios de nueva generación (de ocho a 10 metros de diámetro), ni con un observatorio espacial. Ha bastado un telescopio comparativamente pequeño de 2,2 metros, con un detector de alta resolución y una buena estrategia de observación astronómica, para dar con esa peculiaridad estelar. El telescopio es uno de los de La Silla, en Chile, del Observatorio Europeo Austral (ESO). La presencia del planeta se detectó por la técnica de medir el bamboleo del astro provocado gravitatoriamente por el cuerpo en órbita a su alrededor.
El extraño planeta tiene una masa mínima de 1,25 veces la del nuestro Júpiter y gira en torno a su astro en una órbita muy elíptica que tarda solo 16,2 días en completar, acercándose mucho al astro. Los científicos creen que su órbita pudo estar más lejos antes de ser engullida por la estrella expandida durante la fase de gigante roja. Este es un proceso que sufren las estrellas no excesivamente masivas en el cual, cuando han consumido todo su combustible (hidrógeno), se expanden. Seguramente esto le pasará al Sol dentro de unos 5.000 millones de años.
"Prácticamente no se han explorado hasta ahora las estrellas de este tipo, en su fase tardía de evolución, en busca de planetas a su alrededor", señalan en Science los investigadores, liderados por Johny Setiawan.
El astro extragaláctico, compuesto casi exclusivamente de helio e hidrógeno, sin apenas otros elementos químicos, ha pasado ya esa fase de gigante roja y se ha contraído; ahora está quemando helio en su interior, pero volverá a expandirse en su siguiente fase evolutiva y puede que entonces se trague el planeta definitivamente.
Si la inmensa mayoría de los casi 500 planetas descubiertos en órbita de estrellas distintas del Sol son extraños (por su tamaño, por su distancia al astro, etcétera), el último descubierto gana por ahora todos los concursos de rareza. Está en órbita de una estrella muy vieja, que se ha expandido seguramente engullendo el planeta durante un tiempo, pero que luego se ha vuelto a contraer. Por si fuera poco, el astro perteneció a una galaxia enana vecina y acabó en nuestra Vía Láctea, devorada gravitacionalmente en un epidosdio de canibalismo galáctico, hace entre 6.000 y 9.000 millones de años. El peculiar planeta se llama HIP 13044 b y lo presentan los astrónomos en la revista Science.
"El descubrimiento es muy emocionante", afirma Rainer Klement (Instituto Max Planck de Astronomía, en Alemania). "Por primera vez se ha descubierto un sistema planetario en un grupo estelar de origen extragaláctico. Dadas las grandes distancias implicadas, no hay hasta ahora detecciones confirmadas de planetas en otras galaxias, pero aquella fusión cósmica nos puso un planeta extragaláctico a nuestro alcance".
HIP 13044 b está a unos 2.000 años luz de la Tierra, en el cielo del hemisferio Sur, en la constelación de Fornax y, acumulando más rarezas, no se ha descubierto con unos de los grandes telescopios de nueva generación (de ocho a 10 metros de diámetro), ni con un observatorio espacial. Ha bastado un telescopio comparativamente pequeño de 2,2 metros, con un detector de alta resolución y una buena estrategia de observación astronómica, para dar con esa peculiaridad estelar. El telescopio es uno de los de La Silla, en Chile, del Observatorio Europeo Austral (ESO). La presencia del planeta se detectó por la técnica de medir el bamboleo del astro provocado gravitatoriamente por el cuerpo en órbita a su alrededor.
El extraño planeta tiene una masa mínima de 1,25 veces la del nuestro Júpiter y gira en torno a su astro en una órbita muy elíptica que tarda solo 16,2 días en completar, acercándose mucho al astro. Los científicos creen que su órbita pudo estar más lejos antes de ser engullida por la estrella expandida durante la fase de gigante roja. Este es un proceso que sufren las estrellas no excesivamente masivas en el cual, cuando han consumido todo su combustible (hidrógeno), se expanden. Seguramente esto le pasará al Sol dentro de unos 5.000 millones de años.
"Prácticamente no se han explorado hasta ahora las estrellas de este tipo, en su fase tardía de evolución, en busca de planetas a su alrededor", señalan en Science los investigadores, liderados por Johny Setiawan.
El astro extragaláctico, compuesto casi exclusivamente de helio e hidrógeno, sin apenas otros elementos químicos, ha pasado ya esa fase de gigante roja y se ha contraído; ahora está quemando helio en su interior, pero volverá a expandirse en su siguiente fase evolutiva y puede que entonces se trague el planeta definitivamente.