Roberto Baggio, el filántropo que viene del fútbol

Raúl Fain Binda, BBC Mundo
El ex futbolista italiano Roberto Baggio, muy respetado por su trabajo filantrópico, acaba de ser distinguido con el Premio Cumbre de la Paz 2010, que otorgan anualmente los galardonados con el Premio Nobel de la Paz.

La distinción, que será entregada durante la reunión de los laureados con el Nobel, entre el 11 y el 14 de este mes, reconoce los esfuerzos del deportista en diversas obras de beneficencia y campañas de bien común.

Los fundamentos señalan su trabajo en la financiación y equipamiento de hospitales, el socorro de los damnificados por el terremoto de Haití, la campaña para lograr la libertad de la dirigente opositora birmana Aung San Suu Kyi, y su cooperación con los programas de las Naciones Unidas.

La reunión se realiza este año en Hiroshima, la ciudad japonesa destruida en 1945 por una bomba atómica lanzada por Estados Unidos, que puso fin a la Segunda Guerra Mundial. La explosión provocó la muerte de 140.000 personas.
Representantes de las víctimas del bombardeo recibirán una distinción especial.

"Frivolización"

La selección de Baggio como figura digna de este premio, sumada a otros premiados anteriormente, como los actores George Clooney y Don Cheadle, el cómico italiano Roberto Benigni, y los músicos pop Peter Gabriel y Bono, ha dado pie a algunas críticas, por la supuesta "frivolización" de la filantropía.

El ex futbolista es una de las leyendas del fútbol italiano, tanto por sus dotes técnicas como su repercusión popular.

También se ha señalado que varios de los premiados se mueven en un ámbito de frivolidad, así como que uno de los fundamentos del premio a Baggio sea su apoyo a la dirigente opositora birmana, que también es Premio Nobel de la Paz.

A esto se puede contestar que los Premios Nobel suelen elegir a un personaje conocido a nivel popular, para lograr mayor repercusión, y que en cualquier caso los premiados se merecen el estímulo del reconocimiento, con los consiguientes efectos multiplicadores sobre público en general.

El trabajo de Roberto Baggio cumple perfectamente con estos dos requisitos.
El ex futbolista es una de las leyendas del fútbol italiano, tanto por sus dotes técnicas como su repercusión popular, algo que él nunca alentó.
Nadie puede decir que Baggio haga filantropía porque le conviene para sostener su imagen, como es el reproche que se ha lanzado contra varios personajes del mundo del espectáculo que ganaron la misma distinción en el pasado.
Dos momentos clave
Il Divino Codino (la coleta divina), como se lo conoce en Italia, siempre se sintió incómodo como objeto de adoración pública, y quedó marcado por dos hechos traumáticos, que aceleraron su adopción del budismo como forma de vida.

En el mundial de 1994, Baggio fue el encargado de chutar el penal decisivo en la final ante Brasil.
(Este no es el lugar para extenderse en esto, pero la discusión de si el budismo es una filosofía de vida o una religión puede llenar una biblioteca.)

El primer trauma, en 1990, fue su forzada transferencia del club de su consagración, el Fiorentina, al todopoderoso Juventus. Baggio debió dejar Florencia en el baúl de un automóvil y sus admiradores provocaron graves desórdenes en las calles de la ciudad, con un saldo de 50 heridos.

Luego, en el mundial de 1994, en Estados Unidos, Baggio fue el encargado de chutar el penal decisivo en la final ante Brasil. Era el mejor experto en penales del momento, pero, presionado y también lesionado, falló en el lanzamiento.

Desde entonces se aceleró su transformación, su descubrimiento del mundo interior y de su responsabilidad como deportista afortunado.

Compró una estancia en la Argentina, en la que pasó casi todo su tiempo libre, entregado a una de sus pasiones, la caza. Una de las preguntas favoritas de los periodistas, "¿por qué mata animales, siendo budista?" no lo desconcertaba ni un ápice: "Hay diversas formas de ser budista", explicaba.

En realidad, practica el budismo Nichiren, basado en las enseñanzas del monje japonés de ese nombre, que vivió entre 1222 y 1282. De esta escuela, que tiene diversas vertientes, Baggio es miembro de la Soka Gakkai, una organización internacional originada en Japón.

Conviene señalar que el fundador de la Soka Gakkai, Tsunesaburo Makiguchi (1871-1944), se opuso con firmeza a la doctrina shinto del gobierno japonés y la Casa Imperial durante la Segunda Guerra Mundial.

Ahora, uno de sus discípulos recibe en Hiroshima un premio internacional de la Paz. Cabe preguntarse si los Premios Nobel conocen esta conexión.

Hincha

También en la Argentina, Baggio se hizo hincha del Boca Juniors: algo que vio un día le hizo recordar la emoción que sentía en el viejo estadio Artemio Franchi, de Florencia: la hinchada entusiasmada y alentando a su equipo, a pesar de que Boca perdía 4 a 0.

Después de su paso por el Juventus, entre 1990 y 1995, Baggio jugó sucesivamente en AC Milan, Bologna, Inter y Brescia.

En el plano internacional, también integró el equipo italiano que jugó el Mundial de 1998, en Francia. Muchos comentaristas culparon al seleccionador Cesare Maldini por no darle más minutos en cuartos de final, ante Francia, que terminó 0 a 0 y el equipo de Zidane ganó en los penales.

¡Otra vez los penales!

Roberto Baggio marcó 27 goles en 56 partidos para el seleccionado italiano. Es el único futbolista italiano que ha marcado goles en tres mundiales diferentes.

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