Obama propone a India como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU
Nueva Dehli, El País
El anuncio de Barack Obama de respaldar la presencia de India como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU acelera bruscamente la reforma de esa arcaica institución y abre un debate más profundo sobre el nuevo reparto de poderes en un mundo en el que las potencias emergentes, apoyadas por su éxito en la globalización, reclaman mucha mayor influencia política. De paso, la iniciativa norteamericana es un jarro de agua fría para las esperanzas de España de que la renovación de la ONU se hiciese de acuerdo a un modelo que le diera más presencia en el principal órgano ejecutivo.
Este es, sin duda, el gran premio que esperaba India de una visita que, hasta ahora, parecía consumirse en meros gestos y retórica vacía. Con 1.200 millones de habitantes, una economía que compite entre las primeras de mundo, un modelo de democracia y una fuente de inspiración universal desde el ejemplo de Mahatma Gandhi, India se siente desde hace años con el derecho a sentarse entre las naciones que gobiernan el mundo. Otros presidentes norteamericanos se habían quedado antes a las puertas de respaldar ese derecho. Obama lo ha hecho hoy en un discurso ante el Parlamento, que recibió sus palabras puesto en pie.
"El orden internacional justo y sostenible que Estados Unidos busca incluye unas Naciones Unidas que sean eficientes, eficaces, creíbles y legítimas. Por eso es por lo que puedo decir que, en los próximos años, espero una reforma del Consejo de Seguridad que incluya a India como un miembro permanente", ha declarado Obama.
Altos funcionarios estadounidenses no pudieron determinar después, hablando con los periodistas, en qué plazo cree Obama posible la consumación de ese deseo, si un año o una década, pero sí dejaron claro que se trata de una importante apuesta de la política exterior norteamericana que impulsará con energía la embajadora en la ONU, Susan Rice.
Los responsables norteamericanos tampoco precisaron si el respaldo a India es extensible a otros países aspirantes a una presencia permanente, aunque mencionaron a Japón como una candidatura a la que apoyan y, por tanto, parece claro que Estados Unidos se decanta por la reivindicación que desde hace tiempo sostienen de forma coordinada Brasil y Alemania juntos a los dos países asiáticos. Ese grupo impulsa la ampliación del número actual de miembros permanentes -Estados Unidos, China, Rusia, Francia y Reino Unido- con cinco o seis más -los cuatro promotores, más uno o dos elegidos por África-. Esa propuesta compite con la que defiende otro grupo de países de tamaño medio -Italia, España, Canadá, Corea del Sur, México y Argentina, entre otros-, que quieren la ampliación del número de países no permanentes, con reparto regional y una presencia más larga que la actualmente tienen los que ocupan las sillas rotatorias.
Equilibrio de fuerzas
El argumento de los cuatro grandes aspirantes es que su inclusión permitiría al Consejo reflejar de forma más realista el equilibrio de fuerzas en el mundo actual. Los países intermedios, como España, creen que una reforma como esa, respaldada ahora por Estados Unidos, sería antidemocrática y prolongaría el carácter discriminatorio que tiene el Consejo actual, cuya composición es la plasmación del mundo resultante de la Segunda Guerra Mundial.
Este es un debate muy complejo y de múltiples implicaciones. La decisión final debería ser votada por la Asamblea General y asumida o vetada en última instancia por el actual Consejo de Seguridad. Es decir, una vez conocida la posición norteamericana, estaría en manos de China, Rusia, Francia y Reino Unido. Es improbable que los dos países europeos se opusiesen a la entrada de Alemania, máxime si, como pretende por ahora Estados Unidos, los nuevos miembros permanentes no tendrían derecho a veto. Rusia podría mostrar interés en un contrapeso al poder creciente de China. Pero este último país no va a ver con simpatía el ascenso de categoría de sus dos grandes competidores en Asia, especialmente de India, un rival histórico.
Así pues, este tema puede convertirse finalmente en un problema de China, o en un nuevo punto sobre la mesa de negociaciones entre Washington y Pekín, otra moneda de intercambio en una relación bilateral sobre la que ya recaen grandes responsabilidades en materia económica, de seguridad y de medio ambiente.
Respaldo a India, decepción para Pakistán
El respaldo a las aspiraciones de India es, al mismo tiempo, un golpe para Pakistán, su eterno rival, que es aliado de China y aspiraba a una mayor presencia en el Consejo dentro del modelo de ampliación regional defendido por España.
La discusión de este asunto puede, de algún modo, revitalizar la ONU, ya que, además de poner en evidencia el interés de todos por gobernar esa institución pese a las muchas críticas que se le hacen, la conclusión de la reforma le permitiría recuperar un papel protagonista en el concierto mundial.
Para Estados Unidos, el respaldo dado a India es la culminación de una política que Obama puso en marcha hace tiempo para elevar el papel de las potencias emergentes. Su apoyo al G-20 en detrimento del G-8 es el mejor ejemplo de esa política. Para Europa, que ya ha perdido relevancia en el tránsito al G-20, la ampliación de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU sería una nueva pérdida de influencia.
El anuncio de Barack Obama de respaldar la presencia de India como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU acelera bruscamente la reforma de esa arcaica institución y abre un debate más profundo sobre el nuevo reparto de poderes en un mundo en el que las potencias emergentes, apoyadas por su éxito en la globalización, reclaman mucha mayor influencia política. De paso, la iniciativa norteamericana es un jarro de agua fría para las esperanzas de España de que la renovación de la ONU se hiciese de acuerdo a un modelo que le diera más presencia en el principal órgano ejecutivo.
Este es, sin duda, el gran premio que esperaba India de una visita que, hasta ahora, parecía consumirse en meros gestos y retórica vacía. Con 1.200 millones de habitantes, una economía que compite entre las primeras de mundo, un modelo de democracia y una fuente de inspiración universal desde el ejemplo de Mahatma Gandhi, India se siente desde hace años con el derecho a sentarse entre las naciones que gobiernan el mundo. Otros presidentes norteamericanos se habían quedado antes a las puertas de respaldar ese derecho. Obama lo ha hecho hoy en un discurso ante el Parlamento, que recibió sus palabras puesto en pie.
"El orden internacional justo y sostenible que Estados Unidos busca incluye unas Naciones Unidas que sean eficientes, eficaces, creíbles y legítimas. Por eso es por lo que puedo decir que, en los próximos años, espero una reforma del Consejo de Seguridad que incluya a India como un miembro permanente", ha declarado Obama.
Altos funcionarios estadounidenses no pudieron determinar después, hablando con los periodistas, en qué plazo cree Obama posible la consumación de ese deseo, si un año o una década, pero sí dejaron claro que se trata de una importante apuesta de la política exterior norteamericana que impulsará con energía la embajadora en la ONU, Susan Rice.
Los responsables norteamericanos tampoco precisaron si el respaldo a India es extensible a otros países aspirantes a una presencia permanente, aunque mencionaron a Japón como una candidatura a la que apoyan y, por tanto, parece claro que Estados Unidos se decanta por la reivindicación que desde hace tiempo sostienen de forma coordinada Brasil y Alemania juntos a los dos países asiáticos. Ese grupo impulsa la ampliación del número actual de miembros permanentes -Estados Unidos, China, Rusia, Francia y Reino Unido- con cinco o seis más -los cuatro promotores, más uno o dos elegidos por África-. Esa propuesta compite con la que defiende otro grupo de países de tamaño medio -Italia, España, Canadá, Corea del Sur, México y Argentina, entre otros-, que quieren la ampliación del número de países no permanentes, con reparto regional y una presencia más larga que la actualmente tienen los que ocupan las sillas rotatorias.
Equilibrio de fuerzas
El argumento de los cuatro grandes aspirantes es que su inclusión permitiría al Consejo reflejar de forma más realista el equilibrio de fuerzas en el mundo actual. Los países intermedios, como España, creen que una reforma como esa, respaldada ahora por Estados Unidos, sería antidemocrática y prolongaría el carácter discriminatorio que tiene el Consejo actual, cuya composición es la plasmación del mundo resultante de la Segunda Guerra Mundial.
Este es un debate muy complejo y de múltiples implicaciones. La decisión final debería ser votada por la Asamblea General y asumida o vetada en última instancia por el actual Consejo de Seguridad. Es decir, una vez conocida la posición norteamericana, estaría en manos de China, Rusia, Francia y Reino Unido. Es improbable que los dos países europeos se opusiesen a la entrada de Alemania, máxime si, como pretende por ahora Estados Unidos, los nuevos miembros permanentes no tendrían derecho a veto. Rusia podría mostrar interés en un contrapeso al poder creciente de China. Pero este último país no va a ver con simpatía el ascenso de categoría de sus dos grandes competidores en Asia, especialmente de India, un rival histórico.
Así pues, este tema puede convertirse finalmente en un problema de China, o en un nuevo punto sobre la mesa de negociaciones entre Washington y Pekín, otra moneda de intercambio en una relación bilateral sobre la que ya recaen grandes responsabilidades en materia económica, de seguridad y de medio ambiente.
Respaldo a India, decepción para Pakistán
El respaldo a las aspiraciones de India es, al mismo tiempo, un golpe para Pakistán, su eterno rival, que es aliado de China y aspiraba a una mayor presencia en el Consejo dentro del modelo de ampliación regional defendido por España.
La discusión de este asunto puede, de algún modo, revitalizar la ONU, ya que, además de poner en evidencia el interés de todos por gobernar esa institución pese a las muchas críticas que se le hacen, la conclusión de la reforma le permitiría recuperar un papel protagonista en el concierto mundial.
Para Estados Unidos, el respaldo dado a India es la culminación de una política que Obama puso en marcha hace tiempo para elevar el papel de las potencias emergentes. Su apoyo al G-20 en detrimento del G-8 es el mejor ejemplo de esa política. Para Europa, que ya ha perdido relevancia en el tránsito al G-20, la ampliación de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU sería una nueva pérdida de influencia.