Intentos de negociación y provocaciones entre autoridades y narcos en Río
Río de Janeiro, Agencias
Los intentos de negociación y algunas moderadas provocaciones marcaron hoy la tensa espera entre los militares, policías y narcotraficantes que permanecen atrincherados en la favela Complexo do Alemao, de Río de Janeiro.
Las autoridades desplegaron hoy en toda su extensión un contingente de policías y militares fuertemente armados para mantener el sitio al conjunto de favelas del Alemao, donde se esconden los centenares de integrantes de la mayor banda criminal de esta ciudad brasileña.
Los traficantes se resguardaron en este enorme barrio marginal localizado en la falda de una montaña el pasado jueves, cuando la policía tomó con tanques la favela vecina de Vila Cruzeiro, considerada el principal fortín de la banda conocida como Comando Vermelho (Comando Rojo).
Esta banda ha sido señalada como la principal responsable de la ola de violencia de esta semana, en la que perpetraron más de cien incendios de vehículos en toda la ciudad, lo que motivó la reacción de las autoridades, que ya ha causado al menos 35 muertos, según el último boletín de la Policía Militarizada.
Las autoridades ofrecieron hoy a los cientos de traficantes sitiados la posibilidad de rendirse de forma incondicional y preservar sus vidas, siempre que salgan en fila india, con los fusiles en alto, por una calle determinada, que al igual que el resto de accesos a la favela está controlada por las fuerzas del orden.
El coronel Mario Sergio Duarte, comandante de la Policía Militarizada, aseguró que "está todo bajo control" y les conminó a los criminales a entregarse, única salida para evitar el ataque.
"Vamos a entrar en el Alemão. Tenemos apoyo aéreo, de la brigada paracaidista, de los fusileros navales, es la hora de entregarse", afirmó Duarte a periodistas.
El coordinador de la organización no gubernamental AfroReggae, José Júnior, permaneció cerca de una hora y media en la favela, se cree que negociando una posible rendición de los narcotraficantes, pero a su salida, no habló con la prensa.
Poco después, el Ejército situó un carro de combate EE-9 Cascavel, armado con un cañón de 90 milímetros apuntado hacia lo alto de la favela, en un claro desafío a los narcotraficantes.
Sin embargo, al contrario que el viernes, cuando se registraron tiroteos constantes, los narcos se mantuvieron tranquilos y no respondieron a la provocación, según presenció Efe.
El ambiente en la zona era de aparente calma. Algunos vecinos se paseaban, incluso acompañados de niños o cargando las bolsas de compras, con tranquilidad frente a las calles empinadas que se dirigen al corazón de la barriada, mientras que los militares se parapetaban en cada esquina, apuntando sus fusiles de forma amenazadora hacia la favela.
Incluso los bares vecinos a los accesos a la favela permanecían abiertos, aunque algunos con las verjas a medio bajar, preparadas para ser cerradas en el caso de que comenzara un tiroteo.
Un grupo de personas, en su mayoría mujeres y niños habitantes de la zona, salió a la calle esta mañana con pancartas en las que pedían paz.
Al comienzo de la tarde, la policía arrestó a dos grupos de hombres, que sumaban doce personas, que salieron de la favela desarmados e indocumentados, y que se creía que podrían ser narcotraficantes.
A unas cinco cuadras del principal acceso a la favela, los militares convirtieron una avenida vecina a un cuartel de la policía en su centro de operaciones.
La calle Paranapanema exhibía una galería de vehículos blindados, tanques con orugas y camiones para transportar equipamientos, en un continuo trasiego de efectivos de los tres ejércitos y de la policía de un lado para otro.
En ese punto, desde el que se puede divisar a lo lejos el monte en el que está ubicada la favela, sorprendía la absoluta calma de la población, que circulaba entre los tanques y fotografiaba cada movimiento de los blindados.
Los restaurantes y bares de la zona estaban llenos y el trasiego de personas confería un aspecto de cierta normalidad, o por lo menos costumbre con el peligro que suponen los enfrentamientos entre policías y narcotraficantes.
Los intentos de negociación y algunas moderadas provocaciones marcaron hoy la tensa espera entre los militares, policías y narcotraficantes que permanecen atrincherados en la favela Complexo do Alemao, de Río de Janeiro.
Las autoridades desplegaron hoy en toda su extensión un contingente de policías y militares fuertemente armados para mantener el sitio al conjunto de favelas del Alemao, donde se esconden los centenares de integrantes de la mayor banda criminal de esta ciudad brasileña.
Los traficantes se resguardaron en este enorme barrio marginal localizado en la falda de una montaña el pasado jueves, cuando la policía tomó con tanques la favela vecina de Vila Cruzeiro, considerada el principal fortín de la banda conocida como Comando Vermelho (Comando Rojo).
Esta banda ha sido señalada como la principal responsable de la ola de violencia de esta semana, en la que perpetraron más de cien incendios de vehículos en toda la ciudad, lo que motivó la reacción de las autoridades, que ya ha causado al menos 35 muertos, según el último boletín de la Policía Militarizada.
Las autoridades ofrecieron hoy a los cientos de traficantes sitiados la posibilidad de rendirse de forma incondicional y preservar sus vidas, siempre que salgan en fila india, con los fusiles en alto, por una calle determinada, que al igual que el resto de accesos a la favela está controlada por las fuerzas del orden.
El coronel Mario Sergio Duarte, comandante de la Policía Militarizada, aseguró que "está todo bajo control" y les conminó a los criminales a entregarse, única salida para evitar el ataque.
"Vamos a entrar en el Alemão. Tenemos apoyo aéreo, de la brigada paracaidista, de los fusileros navales, es la hora de entregarse", afirmó Duarte a periodistas.
El coordinador de la organización no gubernamental AfroReggae, José Júnior, permaneció cerca de una hora y media en la favela, se cree que negociando una posible rendición de los narcotraficantes, pero a su salida, no habló con la prensa.
Poco después, el Ejército situó un carro de combate EE-9 Cascavel, armado con un cañón de 90 milímetros apuntado hacia lo alto de la favela, en un claro desafío a los narcotraficantes.
Sin embargo, al contrario que el viernes, cuando se registraron tiroteos constantes, los narcos se mantuvieron tranquilos y no respondieron a la provocación, según presenció Efe.
El ambiente en la zona era de aparente calma. Algunos vecinos se paseaban, incluso acompañados de niños o cargando las bolsas de compras, con tranquilidad frente a las calles empinadas que se dirigen al corazón de la barriada, mientras que los militares se parapetaban en cada esquina, apuntando sus fusiles de forma amenazadora hacia la favela.
Incluso los bares vecinos a los accesos a la favela permanecían abiertos, aunque algunos con las verjas a medio bajar, preparadas para ser cerradas en el caso de que comenzara un tiroteo.
Un grupo de personas, en su mayoría mujeres y niños habitantes de la zona, salió a la calle esta mañana con pancartas en las que pedían paz.
Al comienzo de la tarde, la policía arrestó a dos grupos de hombres, que sumaban doce personas, que salieron de la favela desarmados e indocumentados, y que se creía que podrían ser narcotraficantes.
A unas cinco cuadras del principal acceso a la favela, los militares convirtieron una avenida vecina a un cuartel de la policía en su centro de operaciones.
La calle Paranapanema exhibía una galería de vehículos blindados, tanques con orugas y camiones para transportar equipamientos, en un continuo trasiego de efectivos de los tres ejércitos y de la policía de un lado para otro.
En ese punto, desde el que se puede divisar a lo lejos el monte en el que está ubicada la favela, sorprendía la absoluta calma de la población, que circulaba entre los tanques y fotografiaba cada movimiento de los blindados.
Los restaurantes y bares de la zona estaban llenos y el trasiego de personas confería un aspecto de cierta normalidad, o por lo menos costumbre con el peligro que suponen los enfrentamientos entre policías y narcotraficantes.