Independiente dejó que Colón le empatara sobre el filo


Buenos Aires, Olé
El Rojo aguantaba con uno menos hasta que Gabbarini salió mal y Fuertes lo empató de cabeza. Después, Colón no pudo liquidarlo pese a haber jugado con uno más durante una hora, por la roja a Velázquez, autor del 1-0.

Emotivo recibimiento al Turco Mohamed que, transparente, dejó rodar unas lágrimas antes del partido. Vibrante partido en Santa Fe. Alucinante derechazo de Maxi Velázquez, zurdo hasta para dormir, para doblarle los guantes a Pozo e incrustar el 1-0 para Independiente. Insólita reacción del defensor, que entró solito en la provocación de Damián Díaz y se hizo echar por darle un manotazo en la cabeza al volante de Colón cuando estaba a cinco metros del árbitro asistente y a la vista del árbitro. Agobiante acoso del local en la segunda etapa, meta centro y más centro. Y, entonces, sí, dieron ganas de llorar…

Porque, refugiado en su área y ya sin siquiera saber el significado de la palabra contraataque, Independiente –sus centrales y Pellerano, sobre todo—sacaba todo por arriba, hasta que Gabbarini se creyó Superman y voló como tal, pero su cálculo fue malo y Fuertes le peinó la pelota para el 1-1.

Porque, pese a tener el campo, la pelota y enfrente a un rival que jugó más de una hora con diez futbolistas, el equipo de Gamboa no supo cómo asociarse. Había nervios, ansiedad, imprecisión. Y entonces, todo era centro. De Quiroga o Curuchet. De Quilez o Soto. De quien pudiera. Es cierto: Loustau no vio un claro penal de Matheu a Damián Díaz. Es cierto: varias veces, el Sabalero estuvo cerquita de gritar. Pero es cierto: si sólo se ataca de una manera, la previsibilidad es aliada del que se acovacha en su área.

Embebido en la esperanza de meterse en una final internacional, el andar de Independiente en el torneo no da para descorchar: lleva cinco partidos sin victorias, y la última vez que festejó como visitante fue hace casi siete meses (17/4, 3-1 a Banfield). Colón, esta vez, se mostró descolorido, sin ese brillo que supo sacarle Gamboa, que lleva cuatro victorias, dos empates y una caída. Era ideal para que el Rojo hiciera algo más para sostener ese 1-0. Era ideal para que Colón utilizara todos sus recursos en busca de los tres puntos. Por eso, también, este empate fue para llorar.

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