Gates puso pies en polvorosa
Mario Hubert Garrido, Argenpress
El secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, abandonó el mismo día de su inauguración la IX Conferencia de los ministros del área en las Américas, que hoy concluye en la ciudad de Santa Cruz (este de Bolivia).
Fueron demasiadas verdades juntas sobre las cuales, según la prensa acreditada a la cita, ni siquiera osó opinar en su estampida.
A su regreso a Washington, el jefe del Pentágono apenas indicó que su embajada en La Paz "lamentara" que Bolivia perdió una oportunidad para hacer progresos en los asuntos claves del foro: paz y confianza en la región; democracia, fuerzas armadas y sociedad; seguridad regional y desastres naturales.
Sin embargo, Gates -más bien lo que representa- nada pudo desmentir del contundente discurso inaugural de Morales, cuando mostró evidencias sobre cómo desde la Casa Blanca los actuales procesos de trasformación política en Bolivia, Venezuela, Ecuador y Nicaragua son objeto de cuestionamientos y hasta intentos de satanizarlos y criminalizarlos.
El estadista le recordó al ex jerarca de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) la historia de los golpes de Estado en la región, casi todos organizados por las legaciones diplomáticas norteamericanas, y que en Bolivia, desde 1964, comenzaron con el caso del teniente coronel Juan Villarrroel, el ilustre militar que organizó la primera cumbre indigenista.
Asimismo explicó que otro ex embajador norteamericano, Manuel Rocha, previo a los comicios generales de 2002, amenazó con retirar la ayuda si los electores votaban por Morales, a quien acusó de terrorista.
En 2008, también un diplomático de Estados Unidos, Philip Goldberg, cooperó en La Paz con un grupo opositor que pretendía desestabilizar la democracia y derrocar al gobierno del primer presidente de origen aimara, agregó.
En medio de cambio de colores en el rostro de Gates y de miradas escurridizas, Morales señaló que fue víctima de una intentona golpista hace dos años, promovida por Estados Unidos, país que también intentó derrocar al presidente Hugo Chávez en 2002 y este año a Rafael Correa, asonadas que solo triunfaron en Honduras, en 2009, contra el presidente Manuel Zelaya.
El dedo en la llaga ocasionada por Washington y que Gates no pudo ocultar lo puso Morales cuando habló de los entrenamientos y doctrinas de Estados Unidos que inculcan a las instituciones castrenses de la región, y que fomentan el odio a los movimientos sociales y a sus líderes.
En ese sentido, el dignatario anunció que nunca más los oficiales bolivianos participarán en ese tipo de ejercicios o cursos.
Además criticó la instalación de bases militares de Estados Unidos en Latinoamérica, que solo apuntan a la restitución de la hegemonía en declive de la potencia del norte.
El estadista alertó que esas políticas injerencistas e intervencionistas no han cesado y una muestra es que el pasado 17 de noviembre, otra vez bajo la sombra de la Casa Blanca, la ultraderecha internacional y congresistas estadounidenses lanzaron nuevos ataques contra la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).
Gates nada logró aludir sobre el doble discurso del gobierno de su país que cobijó a los participante en el foro "Peligro en los Andes: amenazas a la democracia, los derechos humanos y la seguridad interamericana", celebrado en el Capitolio de Washington.
Mucho menos argumentos esgrimió el ex organizador del ataque contra Nicaragua en la década de los 80 para justificar la denuncia de Morales de que en esa reunión el congresista republicano Connie Mack, adelantara el plan para eliminar al presidente venezolano, Hugo Chávez.
El representante de Estados Unidos a la cita cruceña, antes vinculado con el escándalo Irangate (1985) por la venta de misiles a Irán y con la invasión a Panamá en 1989, se retiró de Bolivia con apenas una sugerencia: tener cautela en sus nuevos nexos con Teherán, lo que recibió duras críticas de legisladores y el propio Morales.
"Bolivia, bajo mi dirección, tendrá acuerdos, alianzas con todo el mundo. Nadie me va a prohibir, tenemos derecho, (porque) somos de la cultura del diálogo", respondió Morales.
Asimismo hizo notar que la paz y la democracia solamente serán posibles si las naciones poderosas respetan la soberanía de los pueblos y dejan de lado sus acciones intervencionistas y hegemónicas.
Como colofón y refiriéndose a la necesaria cooperación para enfrentar desastres naturales, Morales convocó a ir a las causas estructurales de los daños a la Madre Tierra (Pachamama): el sistema capitalista y su fórmula de desarrollo irracional e irresponsable, en particular la industria armamentista y las guerras,
"La paz es hija de la dignidad, la igualdad y la justicia social", concepto que esbozó Morales en su comparecencia, y que luego se tradujo en acuerdos durante las deliberaciones de la IX Conferencia.
Algunos de ellos fueron la postura de la Unión Suramericana de Naciones (UNASUR) de ver la modernización de sus ejércitos como un ejercicio legal en aras de su propia defensa, la idea de transparentar los gastos militares o la de rechazar la presencia de bases extranjeras, posturas que definitivamente Gates no pudo resistir.
El secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, abandonó el mismo día de su inauguración la IX Conferencia de los ministros del área en las Américas, que hoy concluye en la ciudad de Santa Cruz (este de Bolivia).
Fueron demasiadas verdades juntas sobre las cuales, según la prensa acreditada a la cita, ni siquiera osó opinar en su estampida.
A su regreso a Washington, el jefe del Pentágono apenas indicó que su embajada en La Paz "lamentara" que Bolivia perdió una oportunidad para hacer progresos en los asuntos claves del foro: paz y confianza en la región; democracia, fuerzas armadas y sociedad; seguridad regional y desastres naturales.
Sin embargo, Gates -más bien lo que representa- nada pudo desmentir del contundente discurso inaugural de Morales, cuando mostró evidencias sobre cómo desde la Casa Blanca los actuales procesos de trasformación política en Bolivia, Venezuela, Ecuador y Nicaragua son objeto de cuestionamientos y hasta intentos de satanizarlos y criminalizarlos.
El estadista le recordó al ex jerarca de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) la historia de los golpes de Estado en la región, casi todos organizados por las legaciones diplomáticas norteamericanas, y que en Bolivia, desde 1964, comenzaron con el caso del teniente coronel Juan Villarrroel, el ilustre militar que organizó la primera cumbre indigenista.
Asimismo explicó que otro ex embajador norteamericano, Manuel Rocha, previo a los comicios generales de 2002, amenazó con retirar la ayuda si los electores votaban por Morales, a quien acusó de terrorista.
En 2008, también un diplomático de Estados Unidos, Philip Goldberg, cooperó en La Paz con un grupo opositor que pretendía desestabilizar la democracia y derrocar al gobierno del primer presidente de origen aimara, agregó.
En medio de cambio de colores en el rostro de Gates y de miradas escurridizas, Morales señaló que fue víctima de una intentona golpista hace dos años, promovida por Estados Unidos, país que también intentó derrocar al presidente Hugo Chávez en 2002 y este año a Rafael Correa, asonadas que solo triunfaron en Honduras, en 2009, contra el presidente Manuel Zelaya.
El dedo en la llaga ocasionada por Washington y que Gates no pudo ocultar lo puso Morales cuando habló de los entrenamientos y doctrinas de Estados Unidos que inculcan a las instituciones castrenses de la región, y que fomentan el odio a los movimientos sociales y a sus líderes.
En ese sentido, el dignatario anunció que nunca más los oficiales bolivianos participarán en ese tipo de ejercicios o cursos.
Además criticó la instalación de bases militares de Estados Unidos en Latinoamérica, que solo apuntan a la restitución de la hegemonía en declive de la potencia del norte.
El estadista alertó que esas políticas injerencistas e intervencionistas no han cesado y una muestra es que el pasado 17 de noviembre, otra vez bajo la sombra de la Casa Blanca, la ultraderecha internacional y congresistas estadounidenses lanzaron nuevos ataques contra la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).
Gates nada logró aludir sobre el doble discurso del gobierno de su país que cobijó a los participante en el foro "Peligro en los Andes: amenazas a la democracia, los derechos humanos y la seguridad interamericana", celebrado en el Capitolio de Washington.
Mucho menos argumentos esgrimió el ex organizador del ataque contra Nicaragua en la década de los 80 para justificar la denuncia de Morales de que en esa reunión el congresista republicano Connie Mack, adelantara el plan para eliminar al presidente venezolano, Hugo Chávez.
El representante de Estados Unidos a la cita cruceña, antes vinculado con el escándalo Irangate (1985) por la venta de misiles a Irán y con la invasión a Panamá en 1989, se retiró de Bolivia con apenas una sugerencia: tener cautela en sus nuevos nexos con Teherán, lo que recibió duras críticas de legisladores y el propio Morales.
"Bolivia, bajo mi dirección, tendrá acuerdos, alianzas con todo el mundo. Nadie me va a prohibir, tenemos derecho, (porque) somos de la cultura del diálogo", respondió Morales.
Asimismo hizo notar que la paz y la democracia solamente serán posibles si las naciones poderosas respetan la soberanía de los pueblos y dejan de lado sus acciones intervencionistas y hegemónicas.
Como colofón y refiriéndose a la necesaria cooperación para enfrentar desastres naturales, Morales convocó a ir a las causas estructurales de los daños a la Madre Tierra (Pachamama): el sistema capitalista y su fórmula de desarrollo irracional e irresponsable, en particular la industria armamentista y las guerras,
"La paz es hija de la dignidad, la igualdad y la justicia social", concepto que esbozó Morales en su comparecencia, y que luego se tradujo en acuerdos durante las deliberaciones de la IX Conferencia.
Algunos de ellos fueron la postura de la Unión Suramericana de Naciones (UNASUR) de ver la modernización de sus ejércitos como un ejercicio legal en aras de su propia defensa, la idea de transparentar los gastos militares o la de rechazar la presencia de bases extranjeras, posturas que definitivamente Gates no pudo resistir.