EE.UU. mira hacia China para forjar una respuesta clara y unida a Pyongyang
Washington, Agencias
EE.UU. intensificó hoy su presión sobre China para que ejerza su influencia sobre Corea del Norte, y aunque no vislumbra una confrontación militar de largo alcance, ha comenzado a movilizar efectivos militares para realizar maniobras disuasorias conjuntas con Seúl.
Desde el ataque cometido por Corea del Norte contra una isla surcoreana, que causó la muerte a dos militares y a dos civiles, Washington ha mantenido múltiples conversaciones con China para que envíe a su aliado un mensaje claro y contundente de que debe cambiar radicalmente de rumbo y de actitud.
El presidente de EE.UU., Barack Obama, llamará probablemente el viernes a su homólogo chino, Hu Jintao, y también la secretaria de Estado, Hillary Clinton, hará gestiones con su homólogo chino, según fuentes de la Casa Blanca y el Departamento de Estado.
Pekín ha expresado su "preocupación" por la situación creada entre las dos Coreas tras el ataque y hoy ha llamado a la "calma", mientras que EE.UU. ha condenado con firmeza lo que se considera como el incidente más grave entre las dos Coreas desde el fin de la guerra en 1953.
"China es fundamental para impulsar a Corea del Norte hacia un cambio de dirección radical", señaló el portavoz del Departamento de Estado, Philip Crowley, quien llegó a sugerir que las declaraciones de Pekín permiten a Pyongyang refugiarse en ellas.
El régimen de Kim Jong-il no debe hacerse "ninguna ilusión" ni pensar que puede esconderse detrás de "ningún país en particular o de ninguna declaración pública", dijo.
EE.UU. -que desde el final de la Guerra de Corea mantiene presencia militar en Corea del Sur, 28.500 soldados en la actualidad- espera que Pekín sea "tan claro como lo somos nosotros sobre quien es el responsable de la situación actual", apuntó Crowley.
El jefe del Estado Mayor Conjunto, el almirante Mike Mullen, indicó hoy que "es muy importante que China lidere" la respuesta de los aliados al ataque.
"El (único) país que tiene influencia sobre Pyongyang es China y por eso su liderazgo es absolutamente crucial" afirmó.
Mientras las gestiones continuaban entre los países del diálogo a seis bandas (EE.UU., China, Rusia, Japón, las dos Coreas), el portaaviones nuclear USS George Washington, que transporta 75 aviones y tiene una tripulación de más de 6.000 personas, navegaba desde el puerto nipón de Yokosuka hacia la península coreana.
Participará del domingo al miércoles en maniobras militares conjuntas con Corea del Sur en el Mar Amarillo.
En los ejercicios participarán los buques de guerra USS Cowpens, USS Lassen, USS Stethem y USS Fitzgerald-, según la Séptima Flota.
Las maniobras tendrán carácter "defensivo", pero, aunque estaban planeadas "mucho antes del ataque no provocado", demuestran la "fortaleza de la alianza entre EE.UU. y Corea del Sur y nuestro compromiso con la estabilidad regional a través de la disuasión", señaló la Armada.
El coronel David Lapan, portavoz del Pentágono, insistió en que los ejercicios "no han sido una reacción al ataque no provocado por parte de Corea del Norte", aunque otras fuentes señalan que los presidentes estadounidense y surcoreano, que conversaron el martes por teléfono, fijaron la fecha concreta en respuesta al mismo.
Los ejercicios se llevarán a cabo pese a que EE.UU. considera que el ataque era "un único acto premeditado", una acción militar efectuada con "la intención específica de exacerbar las tensiones en la región", señaló por su parte Crowley.
Con el ataque con fuego de artillería contra la isla surcoreana de Yeongpyeong, Corea del Norte "violó el armisticio" que acabó con la guerra de Corea (1950-1953), según EE.UU.
Washington no considera que Corea del Norte esté preparando una confrontación militar extendida.
Mientras que las declaraciones mantenían un tono diplomático, el jefe del Estado Mayor Conjunto vinculó el ataque con el proceso de sucesión en Corea del Norte y no fue precisamente suave a la hora de describir al líder norcoreano, Kim Jong-il.
Kim Jong-il, de 68 años, consagró a finales de septiembre como su probable sucesor a su hijo Kim Jong-un, al que se le calculan 27 años, al ascenderlo a la cúpula del poder del régimen comunista.
"Es beligerante, peligroso, constantemente desestabilizando y únicamente es predecible en su impredecibilidad", concluyó.
EE.UU. intensificó hoy su presión sobre China para que ejerza su influencia sobre Corea del Norte, y aunque no vislumbra una confrontación militar de largo alcance, ha comenzado a movilizar efectivos militares para realizar maniobras disuasorias conjuntas con Seúl.
Desde el ataque cometido por Corea del Norte contra una isla surcoreana, que causó la muerte a dos militares y a dos civiles, Washington ha mantenido múltiples conversaciones con China para que envíe a su aliado un mensaje claro y contundente de que debe cambiar radicalmente de rumbo y de actitud.
El presidente de EE.UU., Barack Obama, llamará probablemente el viernes a su homólogo chino, Hu Jintao, y también la secretaria de Estado, Hillary Clinton, hará gestiones con su homólogo chino, según fuentes de la Casa Blanca y el Departamento de Estado.
Pekín ha expresado su "preocupación" por la situación creada entre las dos Coreas tras el ataque y hoy ha llamado a la "calma", mientras que EE.UU. ha condenado con firmeza lo que se considera como el incidente más grave entre las dos Coreas desde el fin de la guerra en 1953.
"China es fundamental para impulsar a Corea del Norte hacia un cambio de dirección radical", señaló el portavoz del Departamento de Estado, Philip Crowley, quien llegó a sugerir que las declaraciones de Pekín permiten a Pyongyang refugiarse en ellas.
El régimen de Kim Jong-il no debe hacerse "ninguna ilusión" ni pensar que puede esconderse detrás de "ningún país en particular o de ninguna declaración pública", dijo.
EE.UU. -que desde el final de la Guerra de Corea mantiene presencia militar en Corea del Sur, 28.500 soldados en la actualidad- espera que Pekín sea "tan claro como lo somos nosotros sobre quien es el responsable de la situación actual", apuntó Crowley.
El jefe del Estado Mayor Conjunto, el almirante Mike Mullen, indicó hoy que "es muy importante que China lidere" la respuesta de los aliados al ataque.
"El (único) país que tiene influencia sobre Pyongyang es China y por eso su liderazgo es absolutamente crucial" afirmó.
Mientras las gestiones continuaban entre los países del diálogo a seis bandas (EE.UU., China, Rusia, Japón, las dos Coreas), el portaaviones nuclear USS George Washington, que transporta 75 aviones y tiene una tripulación de más de 6.000 personas, navegaba desde el puerto nipón de Yokosuka hacia la península coreana.
Participará del domingo al miércoles en maniobras militares conjuntas con Corea del Sur en el Mar Amarillo.
En los ejercicios participarán los buques de guerra USS Cowpens, USS Lassen, USS Stethem y USS Fitzgerald-, según la Séptima Flota.
Las maniobras tendrán carácter "defensivo", pero, aunque estaban planeadas "mucho antes del ataque no provocado", demuestran la "fortaleza de la alianza entre EE.UU. y Corea del Sur y nuestro compromiso con la estabilidad regional a través de la disuasión", señaló la Armada.
El coronel David Lapan, portavoz del Pentágono, insistió en que los ejercicios "no han sido una reacción al ataque no provocado por parte de Corea del Norte", aunque otras fuentes señalan que los presidentes estadounidense y surcoreano, que conversaron el martes por teléfono, fijaron la fecha concreta en respuesta al mismo.
Los ejercicios se llevarán a cabo pese a que EE.UU. considera que el ataque era "un único acto premeditado", una acción militar efectuada con "la intención específica de exacerbar las tensiones en la región", señaló por su parte Crowley.
Con el ataque con fuego de artillería contra la isla surcoreana de Yeongpyeong, Corea del Norte "violó el armisticio" que acabó con la guerra de Corea (1950-1953), según EE.UU.
Washington no considera que Corea del Norte esté preparando una confrontación militar extendida.
Mientras que las declaraciones mantenían un tono diplomático, el jefe del Estado Mayor Conjunto vinculó el ataque con el proceso de sucesión en Corea del Norte y no fue precisamente suave a la hora de describir al líder norcoreano, Kim Jong-il.
Kim Jong-il, de 68 años, consagró a finales de septiembre como su probable sucesor a su hijo Kim Jong-un, al que se le calculan 27 años, al ascenderlo a la cúpula del poder del régimen comunista.
"Es beligerante, peligroso, constantemente desestabilizando y únicamente es predecible en su impredecibilidad", concluyó.