"La mina se vino abajo y no se veía ni oía nada"
Los mineros rescatados en Chile se recuperan de su encierro y bromean dentro del hospital sobre su futuro
Francisco Peregil, El País
Llegaron casi todos bien al hospital. Jimmy Sánchez , de 19 años, el más joven de los 33 mineros de Chile, se encontraba algo afectado psicológicamente. El mayor del grupo, Mario Gómez , de 62 años, presentaba neumonía. Su esposa decía que ya no lo va a dejar entrar más en una mina, que ese ha sido el pacto. Otros arrastraron dolores de muelas durante casi dos meses y se iban a someter a operaciones con anestesia general. Pero la mayoría de ellos se mostraban radiantes.
Richard Villarroel , de 26 años y con un niño recién nacido, el minero que había llegado haciendo turismo a Copiapó y que nunca se atrevió a decirle a su madre que trabajaba en una mina, descansaba este jueves junto a ella y a su hermana pequeña. Contaba cómo fue su viaje desde los 620 metros a la superficie durante casi 15 minutos: "Lo grité todo. Grité muchas veces: ¡Viva Chile, mierda! Grité con todas mis fuerzas". Por los pasillos, unos andaban con gafas y otros ya se las habían quitado. Raúl Bustos se abrazaba a cada momento a su novia, Carola; se separaba de ella unos instantes y volvía a abrazarse. "Sé que la prensa ahí fuera está muy ansiosa. En algún momento tendremos que salir para calmarlos, porque a ellos también hay que agradecerles mucho. Pero también necesitamos un poquito de espacio", dijo Bustos.
Víctor Zamora , el gran bromista del grupo, el que escribió que estaba muy a gusto en la mina porque allí nadie podía obligarle a ducharse, con sus gafas negras y las manos en los bolsillos del batín: "Ya comentaba que no me quedan amigos, todos son hermanos, todos los que vienen por aquí son mis hermanos". Explicó que las muelas le molestaron mucho pero los calmantes le ayudaron también mucho.
El director de un medio local indicó ayer a este periódico que algunos de los mineros están pidiendo el equivalente a unos 10.000 euros por entrevista. "Están intentando cerrar un contrato con Hollywood y una visita muy bien retribuida de todo el grupo al programa de Don Francisco [uno de los programas televisivos de entretenimiento más famosos de Latinoamérica]", añadió.
Claudio Yáñez , al lado del pastor evangélico que les envió las minibiblias, prometía que a partir de ahora procuraría ir a rezar por lo menos una vez a la semana. Unos metros más allá, Juan Illanes aseguraba muy serio que estaría encantado si otra mina se le volviera a caer encima de nuevo. "Porque, al menos, ya sabría qué es lo que no hay que hacer", comentaba antes de echarse a reír. Decía que la experiencia allá abajo sin humor hubiese sido insoportable. Respecto a los planes de futuro, lo tiene muy claro: "Vamos a elegir a alguien que nos represente ante la prensa. Y también a alguien que administre nuestras posibles ganancias. Hay una frase que nunca antes del 5 de agosto [día del derrumbe de la mina] la había dicho nadie. Y hay un número [el 33] que ya está asociado a nosotros. Pues ahora queremos sacarle partido a eso. Ahora tenemos que ordenar las ideas y después juntarnos. Pero queremos hacer algo conjunto".
El presidente Sebastián Piñera se comprometió ante los 33 mineros y ante los periodistas a mejorar las condiciones laborales del país y a que "nunca más" se trabaje "en condiciones tan inseguras y tan inhumanas" como en el yacimiento San José. Prometió modificar a lo largo de las próximas semanas las leyes laborales y las de inspecciones de minas "para ponerlas al nivel de los países más desarrollados".
En cuanto a los costes del rescate, Piñera calculó que ascenderían a entre 7 y 14 millones de euros. Aclaró que parte de ese dinero fue donado por compañías mineras privadas y el resto (alrededor del 70%) lo pagó el Estado.
"Hemos aprendido mucho ahí abajo"
Pero todo lo relacionado con la mina parece que ya no les va a afectar demasiado a muchos de los mineros. Edison Fernando Peña , de 34 años, comentó que a partir de ahora le gustaría emplear su vida en dar clases de superación personal. "Hemos aprendido mucho allá abajo", comentó antes de comerse un buen filete, de pie, con la bandeja en la cama. "Hemos aprendido, por ejemplo, a contar mucho más con nuestras familias. Y toda esa miel de lo que aprendimos queremos derramarla sobre mucha gente". Recordó que uno de los peores momentos que vivió fue cuando la mina se vino abajo y no se veía ni oía nada: "Pensé que no íbamos a volver a ver nada más". Para matar la ansiedad, corría 10 kilómetros diarios en los escasos 800 metros que separan el refugio del taller. Soñaba con playas y correr al aire libre.
La pareja de Peña, Angélica Álvarez, de 43 años, comentó que Edison viajó en su día desde Santiago al pueblo minero de Copiapó solo por amor. "Lo dejó todo allí, papá, mamá, hermanos, trabajo, para venirse acá. Se vino para estar conmigo. Yo le conseguí trabajo en esta mina". Este jueves, Angélica no apartaba los ojos de él. "Mi negra siempre estuvo conmigo", decía Edison.
Uno de los 70 días que Edison pasó en la mina escribió una carta a su novia en la que se quejaba sobre el exceso de farándula que percibía en lo alto de la mina. Decía que todo ese ruido podría hacer olvidar lo esencial en aquellos momentos: que ellos seguían abajo y que la mina se les podía caer encima en cualquier momento. "Había oído que un periodista dijo que todo parecía un montaje. Me hubiese gustado que se viniera conmigo allí al fondo para comprobar si eso era un montaje".
Por ahora solo desea ver al resto de su familia y disfrutar del aire libre. Cuando le preguntamos si conoce España respondió: "Nunca estuve, pero hay playas allá, ¿no?".
Francisco Peregil, El País
Llegaron casi todos bien al hospital. Jimmy Sánchez , de 19 años, el más joven de los 33 mineros de Chile, se encontraba algo afectado psicológicamente. El mayor del grupo, Mario Gómez , de 62 años, presentaba neumonía. Su esposa decía que ya no lo va a dejar entrar más en una mina, que ese ha sido el pacto. Otros arrastraron dolores de muelas durante casi dos meses y se iban a someter a operaciones con anestesia general. Pero la mayoría de ellos se mostraban radiantes.
Richard Villarroel , de 26 años y con un niño recién nacido, el minero que había llegado haciendo turismo a Copiapó y que nunca se atrevió a decirle a su madre que trabajaba en una mina, descansaba este jueves junto a ella y a su hermana pequeña. Contaba cómo fue su viaje desde los 620 metros a la superficie durante casi 15 minutos: "Lo grité todo. Grité muchas veces: ¡Viva Chile, mierda! Grité con todas mis fuerzas". Por los pasillos, unos andaban con gafas y otros ya se las habían quitado. Raúl Bustos se abrazaba a cada momento a su novia, Carola; se separaba de ella unos instantes y volvía a abrazarse. "Sé que la prensa ahí fuera está muy ansiosa. En algún momento tendremos que salir para calmarlos, porque a ellos también hay que agradecerles mucho. Pero también necesitamos un poquito de espacio", dijo Bustos.
Víctor Zamora , el gran bromista del grupo, el que escribió que estaba muy a gusto en la mina porque allí nadie podía obligarle a ducharse, con sus gafas negras y las manos en los bolsillos del batín: "Ya comentaba que no me quedan amigos, todos son hermanos, todos los que vienen por aquí son mis hermanos". Explicó que las muelas le molestaron mucho pero los calmantes le ayudaron también mucho.
El director de un medio local indicó ayer a este periódico que algunos de los mineros están pidiendo el equivalente a unos 10.000 euros por entrevista. "Están intentando cerrar un contrato con Hollywood y una visita muy bien retribuida de todo el grupo al programa de Don Francisco [uno de los programas televisivos de entretenimiento más famosos de Latinoamérica]", añadió.
Claudio Yáñez , al lado del pastor evangélico que les envió las minibiblias, prometía que a partir de ahora procuraría ir a rezar por lo menos una vez a la semana. Unos metros más allá, Juan Illanes aseguraba muy serio que estaría encantado si otra mina se le volviera a caer encima de nuevo. "Porque, al menos, ya sabría qué es lo que no hay que hacer", comentaba antes de echarse a reír. Decía que la experiencia allá abajo sin humor hubiese sido insoportable. Respecto a los planes de futuro, lo tiene muy claro: "Vamos a elegir a alguien que nos represente ante la prensa. Y también a alguien que administre nuestras posibles ganancias. Hay una frase que nunca antes del 5 de agosto [día del derrumbe de la mina] la había dicho nadie. Y hay un número [el 33] que ya está asociado a nosotros. Pues ahora queremos sacarle partido a eso. Ahora tenemos que ordenar las ideas y después juntarnos. Pero queremos hacer algo conjunto".
El presidente Sebastián Piñera se comprometió ante los 33 mineros y ante los periodistas a mejorar las condiciones laborales del país y a que "nunca más" se trabaje "en condiciones tan inseguras y tan inhumanas" como en el yacimiento San José. Prometió modificar a lo largo de las próximas semanas las leyes laborales y las de inspecciones de minas "para ponerlas al nivel de los países más desarrollados".
En cuanto a los costes del rescate, Piñera calculó que ascenderían a entre 7 y 14 millones de euros. Aclaró que parte de ese dinero fue donado por compañías mineras privadas y el resto (alrededor del 70%) lo pagó el Estado.
"Hemos aprendido mucho ahí abajo"
Pero todo lo relacionado con la mina parece que ya no les va a afectar demasiado a muchos de los mineros. Edison Fernando Peña , de 34 años, comentó que a partir de ahora le gustaría emplear su vida en dar clases de superación personal. "Hemos aprendido mucho allá abajo", comentó antes de comerse un buen filete, de pie, con la bandeja en la cama. "Hemos aprendido, por ejemplo, a contar mucho más con nuestras familias. Y toda esa miel de lo que aprendimos queremos derramarla sobre mucha gente". Recordó que uno de los peores momentos que vivió fue cuando la mina se vino abajo y no se veía ni oía nada: "Pensé que no íbamos a volver a ver nada más". Para matar la ansiedad, corría 10 kilómetros diarios en los escasos 800 metros que separan el refugio del taller. Soñaba con playas y correr al aire libre.
La pareja de Peña, Angélica Álvarez, de 43 años, comentó que Edison viajó en su día desde Santiago al pueblo minero de Copiapó solo por amor. "Lo dejó todo allí, papá, mamá, hermanos, trabajo, para venirse acá. Se vino para estar conmigo. Yo le conseguí trabajo en esta mina". Este jueves, Angélica no apartaba los ojos de él. "Mi negra siempre estuvo conmigo", decía Edison.
Uno de los 70 días que Edison pasó en la mina escribió una carta a su novia en la que se quejaba sobre el exceso de farándula que percibía en lo alto de la mina. Decía que todo ese ruido podría hacer olvidar lo esencial en aquellos momentos: que ellos seguían abajo y que la mina se les podía caer encima en cualquier momento. "Había oído que un periodista dijo que todo parecía un montaje. Me hubiese gustado que se viniera conmigo allí al fondo para comprobar si eso era un montaje".
Por ahora solo desea ver al resto de su familia y disfrutar del aire libre. Cuando le preguntamos si conoce España respondió: "Nunca estuve, pero hay playas allá, ¿no?".