El rodillazo de Evo


Andrés Soliz Rada
Rebelión

El rodillazo (allí dónde más duele) que el Presidente Evo Morales propinó en días pasados a un ocasional adversario en un encuentro de fútbol lastimó a los bolivianos como si todos hubiéramos sido víctimas de tan alevosa agresión. Y de la misma manera que Evo merece elogios por las transformaciones culturales de su gestión, por su defensa de la ecología o por su condena al imperialismo y la Banca Internacional, también debe ser censurado por la corrupción e inoperancia en el sector hidrocarburos, la sumisión a Chile y Brasil en política exterior o por los innecesarios ataques a gobernantes de la región.

Evo parece no tomar en cuenta que sus conductas inmaduras debilitan al conjunto de un proceso que, debido justamente a su trascendencia, merece mejor destino. Lo anterior, como es obvio, alegra a influyentes sectores de opinión que encubren sus resabios racistas que añoran que las mayorías indo mestizas, quechuas, aymaras o guaraníes vuelvan a las condiciones de sumisión y humillación en las que vivieron durante siglos.

Dentro de las repercusiones mundiales a que dio lugar el escándalo, se escucharon estas preguntas reiteradas: Si un ocasional rival deportivo sufre semejante trato, ¿qué pueden esperar sus enemigos políticos? ¿Son ciertas las versiones que atribuyen a su persona malos tratos verbales, de las que serían víctimas inclusive sus colaboradores cercanos?

El lugar del suceso parecía, en esos momentos, una síntesis del país. Allí estaban jugando el partido representantes del Poder Ejecutivo y del Concejo Municipal, pero, además, el árbitro del cotejo (representante simbólico del Poder Judicial), cuya persona pudo encarnar la dignidad de los bolivianos al expulsar al jugador que cometió la falta violenta contra el primer mandatario, pero también a Evo, cuya reacción desproporcionada sería sancionada en cualquier escenario deportivo del mundo.

Lejos de aminorar los efectos de la in conducta, la situación fue agravada por agentes de seguridad de Palacio, quienes pretendieron conducir detenido al jugador de la alcaldía. Las repercusiones negativas hubieran disminuido si el Presidente pedía disculpas inmediatamente, las que se conocieron seis días más tarde, es decir de manera extemporánea, ya que, al día siguiente, el vocero Presidencial leyó un comunicado en el que sólo puso de relieve el daño ocasionado al Primer Mandatario.

Lo acontecido puede servir de provechosa lección para el Jefe del Estado y la ciudadanía. No olvidemos que, al parecer, podríamos tener Evo Presidente hasta el 2019, ya que, al no existir alternativas viables a su reelección, el régimen no necesita de críticos irracionales, portadores de los odios del colonialismo interno, pero tampoco de áulicos, a quienes sólo se les ocurre llevar detenidos a quienes sufren agresiones del poder palaciego.

Requiere, en cambio, fortalecer la corriente de opinión enraizada en el pensamiento nacional de Montenegro, Céspedes, Almaraz, Zavaleta y Quiroga Santa Cruz, que ayude a reencauzar al país por el rumbo de la unidad nacional, de la industrialización, del control del narcotráfico, del respeto institucional y de la seguridad ciudadana. El gobierno ha dado, en los últimos meses, positivos pasos, al alejarse del ultra indigenismo que lo estaba llevando al desastre. Se necesita que esta corriente de opinión coadyuve en ese camino, sin dejar de criticar los abusivos “fouls” del Presidente.

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