Cómo viajar desde Constantinopla a la mina San José, sin salir de ella
Francisco Peregil, El País
Hace un par de semanas los 33 mineros enterrados en Chile solicitaron la presencia de alguien que les ayudara a protegerse ante el aluvión de periodistas que se les viene encima . La Sociedad Chilena de Seguridad, mutua de seguros a la que pertenece la propietaria de la mina, les ofreció el asesoramiento de su gerente regional, Alejandro Pino, de 67 años. Durante una semana este hombre les impartió clases de oratoria de una hora a través de videoconferencias. Los socorristas que presenciaron las clases aseguran que los mineros quedaron embobados.
Lo primero que les enseñó fue a decir no. "Les avisé de que ahí fuera van a encontrar gente que va a vociferar muchas preguntas, pero existe un código entre nosotros los periodistas que consiste en que ustedes pueden contestar la pregunta que mejor entiendan o la que más les convenga. Y la gente se calla de pronto. Les dije que tenían todo el derecho a no contestar aquello que considerasen indiscreto, pero que tratasen de hacerlo de forma amable".
"Después les planteé un juego para que aprendiesen a elaborar un discurso coherente y buscaran la respuesta apropiada independientemente de lo que los periodistas les vayan a preguntar. Así evitarían esos eeeee, aaaaa, con el que nos defendemos cuando dudamos. Les dije que escogieran una palabra, las que ellos quisieran. Eligieron Constantinopla. Después le pedí otra y eligieron minero. Bien, pues estuve hablando durante 15 minutos, el tiempo que ellos me pidieron, los paseé por la historia de Europa hasta que volvimos a aterrizar en la mina. Y terminaron aplaudiéndome".
Pino es gerente regional de la mutua, fue periodista y profesor de oratoria en la universidad del municipio chileno la Serena. "Fui un autodidacta de la oratoria. Aprendí porque era muy tímido. Tartamudeaba y a los 15 años no era capaz de hablar por teléfono. A base de estudiar conseguí superar el problema y escribí un libro sobre oratoria que se los envié a los mineros".
"Para prepararlos, les pregunté todo lo imaginable", continúa. "Y algunas veces, cortésmente supieron rechazar la pregunta. Les planteé si consideraban el accidente como un castigo de Dios. Y me contestaron que lo tomaban como una oportunidad para revisar sus vidas, para no tomar tantas copas y atender mejor a sus familias a partir de este momento. Yo he aprendido con ellos que el ser humano cuando está sometido a grandes problemas puede salir muy fortalecido. Creo que el psicólogo ha hecho un gran trabajo con ellos".
El último día, Alejandro Pino les pidió que cada uno de ellos elaborasen un discurso sobre el tema que quisiera. Y Mario Sepúlveda , el minero que ejerció de periodista presentador en las grabaciones filmadas por ellos mismos, deslumbró al profesor de tal forma que Pino le ofreció un puesto de trabajo con el que ya no tendría que mancharse las manos nunca más. "Habló sobre la seguridad en el trabajo. Me impresionó su conocimiento de la prevención de riesgos. Así que le ofrecí trabajo en la Asociación de Chile de Seguridad, que tiene más de 45.000 empresas asociadas, para que dé discursos de relaciones laborales. Creo que sus consejos de trabajador a trabajador serían impagables. Cuando se lo dije, él se empezó a reír".
A Sepúlveda y a todos sus compañeros les quedará para siempre el recuerdo de los buenos ratos que echaron con el profesor Pino. Diferente será el momento en que tengan que exponerse ante una avalancha de preguntas. Pero eso, será otra historia.
Hace un par de semanas los 33 mineros enterrados en Chile solicitaron la presencia de alguien que les ayudara a protegerse ante el aluvión de periodistas que se les viene encima . La Sociedad Chilena de Seguridad, mutua de seguros a la que pertenece la propietaria de la mina, les ofreció el asesoramiento de su gerente regional, Alejandro Pino, de 67 años. Durante una semana este hombre les impartió clases de oratoria de una hora a través de videoconferencias. Los socorristas que presenciaron las clases aseguran que los mineros quedaron embobados.
Lo primero que les enseñó fue a decir no. "Les avisé de que ahí fuera van a encontrar gente que va a vociferar muchas preguntas, pero existe un código entre nosotros los periodistas que consiste en que ustedes pueden contestar la pregunta que mejor entiendan o la que más les convenga. Y la gente se calla de pronto. Les dije que tenían todo el derecho a no contestar aquello que considerasen indiscreto, pero que tratasen de hacerlo de forma amable".
"Después les planteé un juego para que aprendiesen a elaborar un discurso coherente y buscaran la respuesta apropiada independientemente de lo que los periodistas les vayan a preguntar. Así evitarían esos eeeee, aaaaa, con el que nos defendemos cuando dudamos. Les dije que escogieran una palabra, las que ellos quisieran. Eligieron Constantinopla. Después le pedí otra y eligieron minero. Bien, pues estuve hablando durante 15 minutos, el tiempo que ellos me pidieron, los paseé por la historia de Europa hasta que volvimos a aterrizar en la mina. Y terminaron aplaudiéndome".
Pino es gerente regional de la mutua, fue periodista y profesor de oratoria en la universidad del municipio chileno la Serena. "Fui un autodidacta de la oratoria. Aprendí porque era muy tímido. Tartamudeaba y a los 15 años no era capaz de hablar por teléfono. A base de estudiar conseguí superar el problema y escribí un libro sobre oratoria que se los envié a los mineros".
"Para prepararlos, les pregunté todo lo imaginable", continúa. "Y algunas veces, cortésmente supieron rechazar la pregunta. Les planteé si consideraban el accidente como un castigo de Dios. Y me contestaron que lo tomaban como una oportunidad para revisar sus vidas, para no tomar tantas copas y atender mejor a sus familias a partir de este momento. Yo he aprendido con ellos que el ser humano cuando está sometido a grandes problemas puede salir muy fortalecido. Creo que el psicólogo ha hecho un gran trabajo con ellos".
El último día, Alejandro Pino les pidió que cada uno de ellos elaborasen un discurso sobre el tema que quisiera. Y Mario Sepúlveda , el minero que ejerció de periodista presentador en las grabaciones filmadas por ellos mismos, deslumbró al profesor de tal forma que Pino le ofreció un puesto de trabajo con el que ya no tendría que mancharse las manos nunca más. "Habló sobre la seguridad en el trabajo. Me impresionó su conocimiento de la prevención de riesgos. Así que le ofrecí trabajo en la Asociación de Chile de Seguridad, que tiene más de 45.000 empresas asociadas, para que dé discursos de relaciones laborales. Creo que sus consejos de trabajador a trabajador serían impagables. Cuando se lo dije, él se empezó a reír".
A Sepúlveda y a todos sus compañeros les quedará para siempre el recuerdo de los buenos ratos que echaron con el profesor Pino. Diferente será el momento en que tengan que exponerse ante una avalancha de preguntas. Pero eso, será otra historia.