Argentina: miles salieron a las calles por la muerte de Kirchner
BBC Mundo, Argentina
Con las manos en alto y en V, la V de la victoria, una Plaza de Mayo colmada entonó el himno nacional con fuerza militante. Fueron miles de argentinos que llegaron hasta el centro de Buenos Aires tan pronto conocieron la noticia de la muerte del ex presidente Néstor Kirchner.
Había ocurrido a las 9.15 del miércoles, en la localidad sureña de El Calafate, en la provincia de Santa Cruz. Según el informe médico oficial, Kirchner sufrió un paro cardiorrespiratorio, del que no pudo ser reanimado.
Desde temprano, los simpatizantes del líder político fueron arribando espontáneamente, para mostrar su pesar y manifestar apoyo público a la esposa y presidenta, Cristina Fernández de Kirchner. Costó despertar a la ciudad: en un día de asueto, decretado para cumplir con el censo de población y vivienda, las calles porteñas estaban completamente desiertas y paralizadas.
Pero, al caer la noche, en la plaza que es epicentro de la vida política argentina no cabía un alfiler. Banderas de a centenares, velas y flores. Y un público variopinto: jóvenes encendidos, viejos militantes del peronismo en todas sus vertientes, representantes de organizaciones sociales, políticos, actores, familias con niños a cuestas…
Adioses en papel y mensajes de apoyo a la actual mandataria.
“Somos argentinos, los soldados del pingüino”, repetían, en alusión al animal con el que se ha identificado al kirchnerismo, por sus orígenes patagónicos.
Durante horas, cientos hicieron fila para traspasar el vallado que separaba la Casa Rosada del resto de la plaza y acercar ofrendas hasta la puerta misma del palacio presidencial.
Adioses en papel, que muchos entregaron con lágrimas. Otros eran mensajes de apoyo a la actual mandataria, para sobreponerse a la tragedia personal pero también al revuelo y la incertidumbre que podrían manifestarse en el plano político una vez se acabe el duelo.
Líder controvertido
De gobernador de provincia a referente político internacional. Néstor Kirchner construyó una carrera política que dejó particular huella en la Argentina de los últimos siete años.
Después de ocupar la presidencia entre 2003 y 2007, el ex mandatario siguió manejando los hilos detrás de escena, convertido en el principal aliado de su esposa, con quien conformó un binomio de poder que aparecía como inquebrantable. Juntos, encarnaban el modelo que lleva su apellido.
Desde temprano muchos argentinos se fueron congregando espontáneamente frente a la Casa Rosada.
Pese a que el estilo político de “los K” –como se los ha apodado- generó enfrentamientos feroces en la política y la sociedad, el miércoles no hubo espacio para antagonismos.
Durante la tarde, el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, ofició una misa en la catedral metropolitana en la que pidió por la familia del difunto.
“Este hombre cargó sobre su corazón, sobre sus hombros y sobre su conciencia la opción de un pueblo, que le pidió que lo condujera. Sería una ingratitud muy grande que ese pueblo, esté de acuerdo o no esté de acuerdo con él, olvidara que este hombre fue ungido por la voluntad popular”, señaló el cardenal primado.
Bergoglio ha tenido duros cruces con los Kirchner a lo largo de los dos mandatos, el último por la sanción de la ley de matrimonio homosexual, apoyada desde el gobierno.
Sin embargo, el prelado llamó a “hacer claudicar las banderías” y pidió consuelo divino para amigos y compañeros de militancia.
Antagonismos cantados
En cambio, afuera sí hubo espacio para los antagonismos. Los entonaron los mismos manifestantes, sobre todo dirigidos al actual vicepresidente Julio Cobos, quien ha roto relaciones con el matrimonio hace más de dos años.
También hubo espacio para criticar a “los traidores”, en sentido amplio, y a los radicales, contrincantes históricos del peronismo, del que Néstor Kirchner era referente máximo.
“Hay muchos que ya están afilando las garras para tratar de aprovechar las circunstancias y hay que estar acá haciendo número. Luego esperemos que esto se canalice en organización para defender un proyecto que, aunque algunos no se den cuenta, nos beneficia a muchos”, dijo a BBC Mundo Rodolfo Otaviani, pequeño empresario que compartía con Kirchner su pasión futbolera por el club Racing.
“Estoy acá porque se murió un líder, un estadista y un argentino que, por sobre todas las cosas, hizo que se revalorizará la política”, señalóSusana Nazutti, abogada.
“No era simpatizante de él antes, simplemente siento que es un mortal que habrá sufrido, habrá hecho cosas buenas y malas. Como ciudadana, para mí merece respeto”, opinó María, de 55 años, una de las asistentes a la misa.
Aquí y allá, había abrazos de congoja y despedida. Alguien colgaba una bandera más en la reja de la plaza, otro agregaba una leyenda con tinta indeleble sobre la tela. Alguien arrimaba una foto, otro la acariciaba como si se tratara del muerto mismo.
En el centro de la plaza, sobre el piso, alguien colocó un mensaje garrapateado en un pedazo de papel cualquiera, y otros, muchos otros, sumaron más hasta formar un collage en círculo, un mandala verborrágico.
Junto a la pirámide bicentenaria, ondeaba una imagen inflable de Eva Perón, con un festón negro de luto sobre los pechos rellenos de helio. “Perón, Evita y Néstor en el cielo”, resumía un pasacalles las muertes históricas del peronismo.
Otros, en cambio, miraban al futuro: en cuestión de segundos, un grupo de jóvenes sacó aerosol y pintó sobre una columna de la catedral una consigna: CFK 2011. Ante la muerte de quien parecía un candidato obvio para el oficialismo en los comicios del próximo año, muchos desean que su viuda se postule para una reelección.
Pero para eso falta. Por el momento, la plaza en vigilia aguarda la llegada del féretro desde el sur, que será velado en la Casa Rosada en un adiós que se anticipa multitudinario.
Con las manos en alto y en V, la V de la victoria, una Plaza de Mayo colmada entonó el himno nacional con fuerza militante. Fueron miles de argentinos que llegaron hasta el centro de Buenos Aires tan pronto conocieron la noticia de la muerte del ex presidente Néstor Kirchner.
Había ocurrido a las 9.15 del miércoles, en la localidad sureña de El Calafate, en la provincia de Santa Cruz. Según el informe médico oficial, Kirchner sufrió un paro cardiorrespiratorio, del que no pudo ser reanimado.
Desde temprano, los simpatizantes del líder político fueron arribando espontáneamente, para mostrar su pesar y manifestar apoyo público a la esposa y presidenta, Cristina Fernández de Kirchner. Costó despertar a la ciudad: en un día de asueto, decretado para cumplir con el censo de población y vivienda, las calles porteñas estaban completamente desiertas y paralizadas.
Pero, al caer la noche, en la plaza que es epicentro de la vida política argentina no cabía un alfiler. Banderas de a centenares, velas y flores. Y un público variopinto: jóvenes encendidos, viejos militantes del peronismo en todas sus vertientes, representantes de organizaciones sociales, políticos, actores, familias con niños a cuestas…
Adioses en papel y mensajes de apoyo a la actual mandataria.
“Somos argentinos, los soldados del pingüino”, repetían, en alusión al animal con el que se ha identificado al kirchnerismo, por sus orígenes patagónicos.
Durante horas, cientos hicieron fila para traspasar el vallado que separaba la Casa Rosada del resto de la plaza y acercar ofrendas hasta la puerta misma del palacio presidencial.
Adioses en papel, que muchos entregaron con lágrimas. Otros eran mensajes de apoyo a la actual mandataria, para sobreponerse a la tragedia personal pero también al revuelo y la incertidumbre que podrían manifestarse en el plano político una vez se acabe el duelo.
Líder controvertido
De gobernador de provincia a referente político internacional. Néstor Kirchner construyó una carrera política que dejó particular huella en la Argentina de los últimos siete años.
Después de ocupar la presidencia entre 2003 y 2007, el ex mandatario siguió manejando los hilos detrás de escena, convertido en el principal aliado de su esposa, con quien conformó un binomio de poder que aparecía como inquebrantable. Juntos, encarnaban el modelo que lleva su apellido.
Desde temprano muchos argentinos se fueron congregando espontáneamente frente a la Casa Rosada.
Pese a que el estilo político de “los K” –como se los ha apodado- generó enfrentamientos feroces en la política y la sociedad, el miércoles no hubo espacio para antagonismos.
Durante la tarde, el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, ofició una misa en la catedral metropolitana en la que pidió por la familia del difunto.
“Este hombre cargó sobre su corazón, sobre sus hombros y sobre su conciencia la opción de un pueblo, que le pidió que lo condujera. Sería una ingratitud muy grande que ese pueblo, esté de acuerdo o no esté de acuerdo con él, olvidara que este hombre fue ungido por la voluntad popular”, señaló el cardenal primado.
Bergoglio ha tenido duros cruces con los Kirchner a lo largo de los dos mandatos, el último por la sanción de la ley de matrimonio homosexual, apoyada desde el gobierno.
Sin embargo, el prelado llamó a “hacer claudicar las banderías” y pidió consuelo divino para amigos y compañeros de militancia.
Antagonismos cantados
En cambio, afuera sí hubo espacio para los antagonismos. Los entonaron los mismos manifestantes, sobre todo dirigidos al actual vicepresidente Julio Cobos, quien ha roto relaciones con el matrimonio hace más de dos años.
También hubo espacio para criticar a “los traidores”, en sentido amplio, y a los radicales, contrincantes históricos del peronismo, del que Néstor Kirchner era referente máximo.
“Hay muchos que ya están afilando las garras para tratar de aprovechar las circunstancias y hay que estar acá haciendo número. Luego esperemos que esto se canalice en organización para defender un proyecto que, aunque algunos no se den cuenta, nos beneficia a muchos”, dijo a BBC Mundo Rodolfo Otaviani, pequeño empresario que compartía con Kirchner su pasión futbolera por el club Racing.
“Estoy acá porque se murió un líder, un estadista y un argentino que, por sobre todas las cosas, hizo que se revalorizará la política”, señalóSusana Nazutti, abogada.
“No era simpatizante de él antes, simplemente siento que es un mortal que habrá sufrido, habrá hecho cosas buenas y malas. Como ciudadana, para mí merece respeto”, opinó María, de 55 años, una de las asistentes a la misa.
Aquí y allá, había abrazos de congoja y despedida. Alguien colgaba una bandera más en la reja de la plaza, otro agregaba una leyenda con tinta indeleble sobre la tela. Alguien arrimaba una foto, otro la acariciaba como si se tratara del muerto mismo.
En el centro de la plaza, sobre el piso, alguien colocó un mensaje garrapateado en un pedazo de papel cualquiera, y otros, muchos otros, sumaron más hasta formar un collage en círculo, un mandala verborrágico.
Junto a la pirámide bicentenaria, ondeaba una imagen inflable de Eva Perón, con un festón negro de luto sobre los pechos rellenos de helio. “Perón, Evita y Néstor en el cielo”, resumía un pasacalles las muertes históricas del peronismo.
Otros, en cambio, miraban al futuro: en cuestión de segundos, un grupo de jóvenes sacó aerosol y pintó sobre una columna de la catedral una consigna: CFK 2011. Ante la muerte de quien parecía un candidato obvio para el oficialismo en los comicios del próximo año, muchos desean que su viuda se postule para una reelección.
Pero para eso falta. Por el momento, la plaza en vigilia aguarda la llegada del féretro desde el sur, que será velado en la Casa Rosada en un adiós que se anticipa multitudinario.