Argentina debe nombrar a su seleccionador
Buenos Aires, Olé
Se debe nombrar a un DT definitivo. Y va más allá de la derrota en Japón. Hay cambios que no se hacen sin el poder necesario: renovar laterales, imponer un enganche... Batista maneja una Ferrari pero no le dan las llaves.
Que Japón le haya ganado por primera vez en la historia a la Selección será un nuevo asterisco para la estadística. Hay motivos, hay análisis que hacer, pero por sobre todo lo que alerta este resultado es que hay decisiones por tomar. Ya. Y no porque la derrota sea motivo de corte de cabezas, como el triunfo ante España tampoco era razón para descorchar. Lo que pasa es que a este equipo que se quedó sin nafta en Sudáfrica le cargaron unos pocos litros, sólo para que volviera a arrancar, sin saber adónde tiene que ir. Entonces, anda sin destino, sin saber quién será su chofer definitivo ni los acompañantes. Puede dar un lindo paseo por Irlanda, prender todas las luces para encandilar al campeón mundial y también chocar de frente en Japón. Demasiada calesita para un coche que tiene las piezas para armar una Ferrari y a veces funciona peor que el humilde Falcon de Ramón.
Batista se dio el gusto de conducir en los tres amistosos post Mundial y es hora de que Grondona (¿qué sentido tiene armar esa famosa comisión para elegir al DT?) deje de prestarle el chiche y le entregue de una vez la llave, como se prevé desde hace un tiempo que ocurrirá, o que si no es el Checho sea otro (algo tan probable como que Heinze llegue a Brasil 2014), pero es hora de que la Selección tenga un técnico, no un interino. Porque mientras sigue en este paréntesis, los jugadores reclaman que se haga la elección para saber cuál será el rumbo y al propio Batista -que dice que no depende de los resultados, aunque avisa que está 2 a 1 arriba- no se lo nota convencido de que tiene el volante en sus manos como para hacer las maniobras que se le ocurran. Entonces, maneja con cautela, sin meter un cambio jugado para acelerar hasta saber oficialmente que le entregarán la cédula verde. Y así la que pierde es Argentina, y no hay que leer esto linealmente por el resultado de ayer.
“Lo mejor sería que de una vez por todas se confirme cómo va a seguir esto”, rogó el capitán Mascherano, el único jugador que dio la cara luego de la caída ante los nipones, en sintonía con lo que habían pedido Romero, Messi, Tevez, Pastore y cuanto seleccionado fuera consultado sobre el tema. Y hasta la propia camiseta lo pediría si pudiera hablar. Porque en este letargo se regala prestigio y tiempo de trabajo, lo que más escasea, para comenzar y avanzar sobre un proyecto. Porque si la idea de Batista es jugar con laterales, es hora de que se la juegue con quienes él confía y los prepare, les dé chances y se asienten para no seguir poniendo centrales en las bandas. Porque si quiere jugar con enganche también debe elegirlo, ya que juntar nombres que pueden serlo o no termina dejándolo a mitad de camino. Y porque para la Copa América faltan ocho meses, pero antes sólo habrá unos pocos amistosos en los que se deberá notar la mano del técnico para que no vuelvan los fantasmas del desorden made in Sudáfrica que aparecieron en Saitama.
Es hora de definir el rumbo de la Selección Argentina. De que a quien le corresponda se ajuste el cinturón de los pantalones, tome la decisión y se haga responsable de la misma para que haya alguien que se ajuste el otro cinturón antes de arrancar la máquina y acelerar definitivamente hacia un futuro que exige cambios. Los que el Checho tiene en la cabeza y todavía no se animó a realizar para no quebrar esa armonía que generó con los jugadores, grandes sostenedores de su presencia y continuidad al mando del Rolls Royce que otra vez se volvió a ensuciar.
Se debe nombrar a un DT definitivo. Y va más allá de la derrota en Japón. Hay cambios que no se hacen sin el poder necesario: renovar laterales, imponer un enganche... Batista maneja una Ferrari pero no le dan las llaves.
Que Japón le haya ganado por primera vez en la historia a la Selección será un nuevo asterisco para la estadística. Hay motivos, hay análisis que hacer, pero por sobre todo lo que alerta este resultado es que hay decisiones por tomar. Ya. Y no porque la derrota sea motivo de corte de cabezas, como el triunfo ante España tampoco era razón para descorchar. Lo que pasa es que a este equipo que se quedó sin nafta en Sudáfrica le cargaron unos pocos litros, sólo para que volviera a arrancar, sin saber adónde tiene que ir. Entonces, anda sin destino, sin saber quién será su chofer definitivo ni los acompañantes. Puede dar un lindo paseo por Irlanda, prender todas las luces para encandilar al campeón mundial y también chocar de frente en Japón. Demasiada calesita para un coche que tiene las piezas para armar una Ferrari y a veces funciona peor que el humilde Falcon de Ramón.
Batista se dio el gusto de conducir en los tres amistosos post Mundial y es hora de que Grondona (¿qué sentido tiene armar esa famosa comisión para elegir al DT?) deje de prestarle el chiche y le entregue de una vez la llave, como se prevé desde hace un tiempo que ocurrirá, o que si no es el Checho sea otro (algo tan probable como que Heinze llegue a Brasil 2014), pero es hora de que la Selección tenga un técnico, no un interino. Porque mientras sigue en este paréntesis, los jugadores reclaman que se haga la elección para saber cuál será el rumbo y al propio Batista -que dice que no depende de los resultados, aunque avisa que está 2 a 1 arriba- no se lo nota convencido de que tiene el volante en sus manos como para hacer las maniobras que se le ocurran. Entonces, maneja con cautela, sin meter un cambio jugado para acelerar hasta saber oficialmente que le entregarán la cédula verde. Y así la que pierde es Argentina, y no hay que leer esto linealmente por el resultado de ayer.
“Lo mejor sería que de una vez por todas se confirme cómo va a seguir esto”, rogó el capitán Mascherano, el único jugador que dio la cara luego de la caída ante los nipones, en sintonía con lo que habían pedido Romero, Messi, Tevez, Pastore y cuanto seleccionado fuera consultado sobre el tema. Y hasta la propia camiseta lo pediría si pudiera hablar. Porque en este letargo se regala prestigio y tiempo de trabajo, lo que más escasea, para comenzar y avanzar sobre un proyecto. Porque si la idea de Batista es jugar con laterales, es hora de que se la juegue con quienes él confía y los prepare, les dé chances y se asienten para no seguir poniendo centrales en las bandas. Porque si quiere jugar con enganche también debe elegirlo, ya que juntar nombres que pueden serlo o no termina dejándolo a mitad de camino. Y porque para la Copa América faltan ocho meses, pero antes sólo habrá unos pocos amistosos en los que se deberá notar la mano del técnico para que no vuelvan los fantasmas del desorden made in Sudáfrica que aparecieron en Saitama.
Es hora de definir el rumbo de la Selección Argentina. De que a quien le corresponda se ajuste el cinturón de los pantalones, tome la decisión y se haga responsable de la misma para que haya alguien que se ajuste el otro cinturón antes de arrancar la máquina y acelerar definitivamente hacia un futuro que exige cambios. Los que el Checho tiene en la cabeza y todavía no se animó a realizar para no quebrar esa armonía que generó con los jugadores, grandes sostenedores de su presencia y continuidad al mando del Rolls Royce que otra vez se volvió a ensuciar.