MARK WEISBROT: “El FMI está aprovechando la crisis”
Por Fernando Krakowiak
“Si el salario crece más que la inflación, la gente no tiene por qué alarmarse”, afirma Weisbro
En diálogo con Página/12, este economista estadounidense analizó la crisis internacional, la estrategia del Fondo para seguir imponiendo sus recetas de ajuste y la política económica que viene llevando adelante la Argentina.
Mark Weisbrot(foto) es una rara avis. Un economista estadounidense que reivindica ideas heterodoxas, cuestiona con dureza al Fondo Monetario Internacional y se interesa por lo que ocurre en América latina, a tal punto que fue guionista de Al Sur de la Frontera, la película de Oliver Stone sobre los presidentes latinoamericanos y las versiones tergiversadas que los medios de Estados Unidos construyen sobre ellos. En diálogo con Página/12, analizó la crisis internacional, el papel que está cumpliendo el FMI en este nuevo contexto y la situación de Argentina.
–Cuando estalló la crisis financiera, los analistas la compararon con la depresión de 1930, pero las economías han comenzado a recuperarse.
–Se exageró mucho, incluso el gobierno de Estados Unidos exageró porque quiso convencer a las masas de que había salvado al país, pero nunca hubo una amenaza de depresión grande. Una depresión como la de 1930 no se produce por un hecho puntual, sino a partir de una serie de eventos.
–¿Esos eventos van a seguir?
–El gobierno de Estados Unidos no hace todo lo que debería porque el sector financiero es muy poderoso. No se cambió lo suficiente como para evitar que vuelva a suceder lo mismo, aunque es difícil predecir cuándo. Por ejemplo, si la economía crece 1,4 por ciento y el desempleo aumenta, técnicamente no hay recesión, pero para la gente es lo mismo. El PBI de Alemania cayó más que el de Estados Unidos, pero el desempleo allí es menor al que tenían antes de la recesión. Eso es porque el gobierno alemán implementó un programa de reducción de horas. Con eso fue suficiente porque los países ricos no necesitan crecer rápido porque ya son ricos. Lo que cuenta es el empleo.
–En 2007 usted remarcó que el FMI iba hacia una jubilación, pero se recompuso y continúa recomendando recetas de ajuste.
–No pudo recuperar el poder que perdió en países de ingreso medio de América latina, Asia y Rusia, pero mantuvo su influencia en los países más pobres y tiene más poder en Europa del Este y en los países ricos. Los grandes bancos tienen más de un trillón de dólares en préstamos en Europa del Este. Muchos de esos préstamos son malos y están preocupados. A su vez, en Europa del Oeste hay problemas y el FMI está aprovechando la crisis para aplicar sus recetas. Si sólo quisieran ayudar sería más fácil. España sólo necesita 61 billones de dólares para este año. No es mucho porque el FMI tiene un trillón. Maneja más dinero que antes de la crisis, pero el objetivo es otro y las autoridades europeas son incluso peores que el FMI.
–Argentina hace cuatro años que no negocia con el FMI y hay presiones para que acepte someterse a la revisión del artículo IV.
–A mí como economista el artículo IV me aporta mucha información. Es casi la única actividad útil que realiza el FMI, pero aceptar la revisión es una decisión política de cada gobierno y depende de los detalles.
–Argentina quiere renegociar la deuda con el Club de París y ese organismo le exige un acuerdo con el FMI para avanzar.
–Hace algunos años el Club de París firmó un acuerdo con Nigeria y se había hecho una excepción a la regla sobre el involucramiento del FMI. No conozco en profundidad las reglas del Club de París, pero vale la pena investigar ese punto.
–¿Fue correcto reabrir el canje de deuda?
–El Gobierno tiene que considerar el costo que supone pagarles y el costo que representa lidiar con las demandas en las cortes y permanecer al margen de los mercados. Es un cálculo pragmático más que ideológico. Si creen que les conviene, pues entonces está bien.
–Venezuela se había posicionado como un prestamista de última instancia en la región, pero en los últimos años se replegó.
–Lo que pasa es que necesita preservar sus reservas porque está saliendo de su recesión. En esa situación es muy importante tener suficientes reservas para evitar problemas de escasez de divisas. Ese es el problema potencial más serio de los países en desarrollo. No es como Europa y Estados Unidos, que tienen monedas duras. Si un país de mediano ingreso quiere estimular su economía tiene que tener suficientes reservas.
–Sin la ayuda financiera de Venezuela y del FMI, ¿se puede mantener el ritmo de crecimiento?
–Sí, sólo se necesita mantener el superávit comercial. Si el Gobierno lo tiene, no necesita pedir prestado. Entre 2003 y 2008 la economía argentina creció 63 por ciento prácticamente sin recibir dinero prestado. El principal aporte fue de Venezuela, pero no era mucho.
–¿La inflación se puede convertir en un problema?
–La inflación no es un problema en sí mismo, pero en el mediano o largo plazo puede provocar una apreciación real de la moneda local con respecto al dólar y eso sí es peligroso porque afecta la competitividad. En Argentina todavía no provocó daños. Muchos medios de comunicación presentan a la inflación como un problema, pero la gente debe entender que si el salario crece más no tiene por qué preocuparse.
–¿Influyen en los inversores estadounidenses las críticas que formula la oposición acusando a Kirchner de autoritario?
–Nadie presta atención en Estados Unidos a esas críticas porque son ridículas y aun si fueran ciertas tampoco condicionarían a los inversores. El mejor ejemplo es China. Es una sociedad autoritaria y es el país en desarrollo que recibe más inversiones de capitales estadounidenses.
“Si el salario crece más que la inflación, la gente no tiene por qué alarmarse”, afirma Weisbro
En diálogo con Página/12, este economista estadounidense analizó la crisis internacional, la estrategia del Fondo para seguir imponiendo sus recetas de ajuste y la política económica que viene llevando adelante la Argentina.
Mark Weisbrot(foto) es una rara avis. Un economista estadounidense que reivindica ideas heterodoxas, cuestiona con dureza al Fondo Monetario Internacional y se interesa por lo que ocurre en América latina, a tal punto que fue guionista de Al Sur de la Frontera, la película de Oliver Stone sobre los presidentes latinoamericanos y las versiones tergiversadas que los medios de Estados Unidos construyen sobre ellos. En diálogo con Página/12, analizó la crisis internacional, el papel que está cumpliendo el FMI en este nuevo contexto y la situación de Argentina.
–Cuando estalló la crisis financiera, los analistas la compararon con la depresión de 1930, pero las economías han comenzado a recuperarse.
–Se exageró mucho, incluso el gobierno de Estados Unidos exageró porque quiso convencer a las masas de que había salvado al país, pero nunca hubo una amenaza de depresión grande. Una depresión como la de 1930 no se produce por un hecho puntual, sino a partir de una serie de eventos.
–¿Esos eventos van a seguir?
–El gobierno de Estados Unidos no hace todo lo que debería porque el sector financiero es muy poderoso. No se cambió lo suficiente como para evitar que vuelva a suceder lo mismo, aunque es difícil predecir cuándo. Por ejemplo, si la economía crece 1,4 por ciento y el desempleo aumenta, técnicamente no hay recesión, pero para la gente es lo mismo. El PBI de Alemania cayó más que el de Estados Unidos, pero el desempleo allí es menor al que tenían antes de la recesión. Eso es porque el gobierno alemán implementó un programa de reducción de horas. Con eso fue suficiente porque los países ricos no necesitan crecer rápido porque ya son ricos. Lo que cuenta es el empleo.
–En 2007 usted remarcó que el FMI iba hacia una jubilación, pero se recompuso y continúa recomendando recetas de ajuste.
–No pudo recuperar el poder que perdió en países de ingreso medio de América latina, Asia y Rusia, pero mantuvo su influencia en los países más pobres y tiene más poder en Europa del Este y en los países ricos. Los grandes bancos tienen más de un trillón de dólares en préstamos en Europa del Este. Muchos de esos préstamos son malos y están preocupados. A su vez, en Europa del Oeste hay problemas y el FMI está aprovechando la crisis para aplicar sus recetas. Si sólo quisieran ayudar sería más fácil. España sólo necesita 61 billones de dólares para este año. No es mucho porque el FMI tiene un trillón. Maneja más dinero que antes de la crisis, pero el objetivo es otro y las autoridades europeas son incluso peores que el FMI.
–Argentina hace cuatro años que no negocia con el FMI y hay presiones para que acepte someterse a la revisión del artículo IV.
–A mí como economista el artículo IV me aporta mucha información. Es casi la única actividad útil que realiza el FMI, pero aceptar la revisión es una decisión política de cada gobierno y depende de los detalles.
–Argentina quiere renegociar la deuda con el Club de París y ese organismo le exige un acuerdo con el FMI para avanzar.
–Hace algunos años el Club de París firmó un acuerdo con Nigeria y se había hecho una excepción a la regla sobre el involucramiento del FMI. No conozco en profundidad las reglas del Club de París, pero vale la pena investigar ese punto.
–¿Fue correcto reabrir el canje de deuda?
–El Gobierno tiene que considerar el costo que supone pagarles y el costo que representa lidiar con las demandas en las cortes y permanecer al margen de los mercados. Es un cálculo pragmático más que ideológico. Si creen que les conviene, pues entonces está bien.
–Venezuela se había posicionado como un prestamista de última instancia en la región, pero en los últimos años se replegó.
–Lo que pasa es que necesita preservar sus reservas porque está saliendo de su recesión. En esa situación es muy importante tener suficientes reservas para evitar problemas de escasez de divisas. Ese es el problema potencial más serio de los países en desarrollo. No es como Europa y Estados Unidos, que tienen monedas duras. Si un país de mediano ingreso quiere estimular su economía tiene que tener suficientes reservas.
–Sin la ayuda financiera de Venezuela y del FMI, ¿se puede mantener el ritmo de crecimiento?
–Sí, sólo se necesita mantener el superávit comercial. Si el Gobierno lo tiene, no necesita pedir prestado. Entre 2003 y 2008 la economía argentina creció 63 por ciento prácticamente sin recibir dinero prestado. El principal aporte fue de Venezuela, pero no era mucho.
–¿La inflación se puede convertir en un problema?
–La inflación no es un problema en sí mismo, pero en el mediano o largo plazo puede provocar una apreciación real de la moneda local con respecto al dólar y eso sí es peligroso porque afecta la competitividad. En Argentina todavía no provocó daños. Muchos medios de comunicación presentan a la inflación como un problema, pero la gente debe entender que si el salario crece más no tiene por qué preocuparse.
–¿Influyen en los inversores estadounidenses las críticas que formula la oposición acusando a Kirchner de autoritario?
–Nadie presta atención en Estados Unidos a esas críticas porque son ridículas y aun si fueran ciertas tampoco condicionarían a los inversores. El mejor ejemplo es China. Es una sociedad autoritaria y es el país en desarrollo que recibe más inversiones de capitales estadounidenses.