Los cubanos hablan sobre los despidos

Fernando Ravsberg
La Habana

La decisión del gobierno cubano de despedir a 500.000 trabajadores y entregar un número similar de licencias para el trabajo por cuenta propia ha sido percibido por muchos cubanos como una apertura económica que los puede beneficiar.
La mayor parte de los entrevistados por BBC Mundo en las calles creen que estas medidas les permitirán mejorar sus ingresos, que en la actualidad se limitan a los muy bajos salarios que les pagan en las empresas estatales.

Sin embargo, todavía están expectantes debido a que aún quedan muchos detalles por resolver, el más importante de los cuales es de dónde saldrán los insumos que los "cuentapropistas" (empleados por cuenta propia) necesitan para desarrollar su trabajo.
Una lista de posibles oficios está circulando en la prensa extranjera, en la que se habla de la posibilidad de nuevas actividades privadas y la formación de cooperativas para trabajos que antes estaban terminantemente prohibidos.

Los beneficios


"Es una opción más para la gente, una buena opción", dice el informático Andrés Fundora y nos explica "a mí si me despiden no me importa porque tengo trabajo donde quiera. Yo gano US$16 al mes y trabajando por mi cuenta ganaría mucho más".
Dunia García nos cuenta que su "esposo es pintor automotriz y estaba obligado a trabajar para el Estado porque no le daban licencia". Ella asegura que "lo que le pagan en la empresa en un mes él se lo gana trabajando como particular en un par de días".

"Si el dinero valiera, yo volvería a trabajar con el Estado pero ahora me va mucho mejor como botero (taxista)", explica el ingeniero mecánico Juan Luis González, desde el volante de su automóvil estadounidense de los años cincuenta.
La periodista Conchi Pérez de la TV cubana cree que es muy bueno porque las personas que ahora se dedican al trabajo por cuenta propia de manera subterránea saldrán a la luz: "Vamos a tener más plomeros y cerrajeros, por ejemplo".
Los afectados

Conchi cree que la medida hará que los "cuentapropistas" se legalicen y abunden los oficios que hoy escasean.
Gisabel Sanson, funcionaria del Ministerio del Azúcar afirma que tiene que pensar qué va a hacer: "Soy una persona joven, tengo familia, sin trabajar no puedo estar", y reconoce con cierto desconsuelo que aún no sabe lo que haría si es una de las despedidas.

"Es una medida razonable y creo que favorece a mucha gente" nos dice el ingeniero Antonio Rodríguez, empleado del gobierno cubano. Agrega que "yo provengo de una familia pobre y todo se lo debo a la Revolución, si me toca quedar excedente iré allá donde me necesiten".

Juan Pérez Sosa, actualmente funcionario de un ministerio, cree que "el estado siempre tendrá opciones para los trabajadores". Nos dice que no se convertiría en "cuentapropista": "yo volvería a la profesión de maestro porque soy licenciado en cultura física".

El técnico de sonido Álex Cuspinela sostiene que "esta apertura tendría que haberse hecho hace tiempo porque cada cual es dueño de hacer lo que le parezca y a nadie se le puede obligar a trabajar por un mísero salario. Pero para mí es tarde, yo ahora lo que quiero es irme".

¿Dónde están los insumos?

Juan, administrativo en un ministerio, dice que si lo despiden volvería a ser profesor de educación física.
El informático Andrés Fundora nos explicó un tema clave: "hay trabajadores por cuenta propia que tienen dónde comprar sus insumos pero debería haber lugares así para todas las actividades, de lo contrario la gente termina en el mercado negro".
Y la realidad es que en el plan gubernamental no se contempla dónde comprarán los "cuentapropistas" los bienes que necesitan. Hasta ahora la mayor parte de ellos recurren al "mercado negro", que no es más que los que se roban en las empresas del Estado.

El gobierno se apresta a autorizar más de 100 nuevas actividades por cuenta propia pero no explica de dónde sacarán los carpinteros la madera si en toda Cuba no hay un solo negocio que se la venda legalmente a los particulares.
Algunos creen que multiplicar por cuatro el número de "cuentapropistas" sin crear la infraestructura para venderles los insumos que necesitarán, podría significar cuadruplicar el tamaño del "mercado negro" y el robo en las empresas estatales.

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