Ingrid Betancourt cree que la muerte del "Mono Jojoy" es buena para Colombia
Nueva York, Agencias
La ex candidata a la presidencia colombiana Ingrid Betancourt cree que la muerte de "Mono Jojoy", jefe militar de las FARC, es positiva para la paz en Colombia, aunque su preocupación más inmediata ahora radica en rehacer su vida, como una mujer "más serena".
"Ahora puede haber personas dentro de las FARC que estén evaluando cuál es su futuro, porque están acorraladas. El Ejército está haciendo una labor extraordinaria y esa es la única manera de llevarlos a desear seriamente un proceso de paz", aseguró hoy Betancourt durante una entrevista con Efe en Nueva York con motivo de la promoción de su libro "No hay silencio que no termine".
La muerte del guerrillero que la mantuvo secuestrada por seis años dijo que le "dio escalofrío".
"Fue el que inventó nuestro secuestro y lo prolongó", dijo Betancourt y señaló: ahora que "he hecho las paces conmigo y con mis secuestradores, he tratado de recordar lo que hizo bien", como "mandarme una Biblia, que me salvó la vida".
La ex política colombo-francesa relató los encuentros que tuvo con él y apuntó que su muerte es algo "bueno para Colombia" y que "fortalece mucho la posición del presidente (Juan Manuel) Santos", aunque para avanzar hacia la paz opinó que también se necesita un cambio en la cultura colombiana, que "se ha vuelto muy superficial".
Esta mujer, que por ahora no quiere volver a Colombia ni dedicarse a la política, preferiría seguir con la escritura.
"Me resultaba imposible relatar lo vivido. No se lo podía contar a mis hijos o a mi mamá. Cada vez que lo intentaba las emociones me agobiaban y no podía hablar", relató Betancourt para explicar qué le llevó a publicar una obra que, además, le ha "ayudado a dar sentido a lo vivido".
Sin embargo, esos años "no serán nunca una etapa cerrada, porque forman parte de mí, pero (el libro) me permite hacer las paces con quienes me mantuvieron en cautiverio y conmigo misma", afirmó Betancourt, que se define como "más serena, pacífica, paciente y dispuesta a escuchar", con "menos afán por juzgar a los demás".
Respecto a su vida tras la liberación, lamentó haberse encontrado con "otra selva, donde todo lo que se dice está distorsionado, con mucha mentira, afán de sensacionalismo y de ponerte en situaciones incómodas".
En su opinión, su país necesita dejar atrás la división entre quienes "viven holgadamente en una burbuja y no quieren ver el sufrimiento de la otra Colombia, porque no quieren perder la ilusión de vivir en un país perfecto", que, sin embargo, "se ha alimentado del odio, la intolerancia y las mentiras".
Betancourt dijo haber sufrido ese "odio" por parte de sus compatriotas, algo que, sin embargo, relativiza cuando recuerda lo que vivió en la selva. "Realmente no es nada, pero duele y da lástima, porque como pueblo nos merecemos algo mejor", señaló.
Respecto a las críticas vertidas por algunos de sus compañeros de cautiverio, dijo "entender perfectamente", por ejemplo, las de Clara Rojas, la que fuera su asesora y que fue secuestrada junto a ella.
"Cuando hablaban por radio sólo decían mi nombre y eso producía un rechazo infinito entre mis compañeros, que se ponía muy agresivos en mi contra. Me hacía mucho daño, especialmente porque yo no lo pedí", explicó.
En ese momento "no entendía que era lo único que les quedaba, porque habían perdido todo, incluida la identidad. Era para ellos una tortura adicional", afirmó.
En cambio, "ahora trato de ponerme más en el papel de los demás, dejar atrás el ego y entender al otro", dijo Betancourt. "Clara y yo fuimos hermanadas por la situación y ese lazo no se va perder", agregó.
Igual de "humano" fue "el problema" que tuvo con su ex marido, Juan Carlos Lecompte, ya que, según relató, en el momento del secuestro "él era joven". "Debía pensar que yo había muerto" y a los dos años "anunció que rehacía su vida".
"Lo oí en la selva por la radio, como muchas otras cosas que me dolieron mucho. Dijo que nunca quiso tener hijos conmigo, pero que si se le presentaba la mujer de su vida... Hay cosas que duelen", explicó una emocionada Betancourt, que "no sabía qué esperar de él" cuando la liberaron, porque "lo único que había tenido fue su ausencia".
Al encontrarse, "lo único" que él le dijo a ella fue, según Betancourt: "¿Será que puedo seguir viviendo en tu apartamento?".
Con respecto a los estadounidenses liberados en la misma operación que a ella, reconoció que, especialmente con Marc Gonsalves, desarrolló una relación de "complicidad, apoyo y cariño".
"Nos quisimos, pero no como lo suele entender la gente, sino como dos personas que no se pueden comunicar, ni tocar. Ahora estamos en contacto, pero él está construyendo su hogar y yo trato de rehacer mi vida", apuntó Betancourt, quien dijo haber sufrido mucho con las críticas por haber pedido una reparación económica por parte del Gobierno colombiano.
"Se entendió muy mal. Se presentó como si estuviera atacando a los soldados que me liberaron. Es monstruoso", defendió quien afirmó que "ninguna cifra devolverá" los seis años de secuestro.
La ex candidata a la presidencia colombiana Ingrid Betancourt cree que la muerte de "Mono Jojoy", jefe militar de las FARC, es positiva para la paz en Colombia, aunque su preocupación más inmediata ahora radica en rehacer su vida, como una mujer "más serena".
"Ahora puede haber personas dentro de las FARC que estén evaluando cuál es su futuro, porque están acorraladas. El Ejército está haciendo una labor extraordinaria y esa es la única manera de llevarlos a desear seriamente un proceso de paz", aseguró hoy Betancourt durante una entrevista con Efe en Nueva York con motivo de la promoción de su libro "No hay silencio que no termine".
La muerte del guerrillero que la mantuvo secuestrada por seis años dijo que le "dio escalofrío".
"Fue el que inventó nuestro secuestro y lo prolongó", dijo Betancourt y señaló: ahora que "he hecho las paces conmigo y con mis secuestradores, he tratado de recordar lo que hizo bien", como "mandarme una Biblia, que me salvó la vida".
La ex política colombo-francesa relató los encuentros que tuvo con él y apuntó que su muerte es algo "bueno para Colombia" y que "fortalece mucho la posición del presidente (Juan Manuel) Santos", aunque para avanzar hacia la paz opinó que también se necesita un cambio en la cultura colombiana, que "se ha vuelto muy superficial".
Esta mujer, que por ahora no quiere volver a Colombia ni dedicarse a la política, preferiría seguir con la escritura.
"Me resultaba imposible relatar lo vivido. No se lo podía contar a mis hijos o a mi mamá. Cada vez que lo intentaba las emociones me agobiaban y no podía hablar", relató Betancourt para explicar qué le llevó a publicar una obra que, además, le ha "ayudado a dar sentido a lo vivido".
Sin embargo, esos años "no serán nunca una etapa cerrada, porque forman parte de mí, pero (el libro) me permite hacer las paces con quienes me mantuvieron en cautiverio y conmigo misma", afirmó Betancourt, que se define como "más serena, pacífica, paciente y dispuesta a escuchar", con "menos afán por juzgar a los demás".
Respecto a su vida tras la liberación, lamentó haberse encontrado con "otra selva, donde todo lo que se dice está distorsionado, con mucha mentira, afán de sensacionalismo y de ponerte en situaciones incómodas".
En su opinión, su país necesita dejar atrás la división entre quienes "viven holgadamente en una burbuja y no quieren ver el sufrimiento de la otra Colombia, porque no quieren perder la ilusión de vivir en un país perfecto", que, sin embargo, "se ha alimentado del odio, la intolerancia y las mentiras".
Betancourt dijo haber sufrido ese "odio" por parte de sus compatriotas, algo que, sin embargo, relativiza cuando recuerda lo que vivió en la selva. "Realmente no es nada, pero duele y da lástima, porque como pueblo nos merecemos algo mejor", señaló.
Respecto a las críticas vertidas por algunos de sus compañeros de cautiverio, dijo "entender perfectamente", por ejemplo, las de Clara Rojas, la que fuera su asesora y que fue secuestrada junto a ella.
"Cuando hablaban por radio sólo decían mi nombre y eso producía un rechazo infinito entre mis compañeros, que se ponía muy agresivos en mi contra. Me hacía mucho daño, especialmente porque yo no lo pedí", explicó.
En ese momento "no entendía que era lo único que les quedaba, porque habían perdido todo, incluida la identidad. Era para ellos una tortura adicional", afirmó.
En cambio, "ahora trato de ponerme más en el papel de los demás, dejar atrás el ego y entender al otro", dijo Betancourt. "Clara y yo fuimos hermanadas por la situación y ese lazo no se va perder", agregó.
Igual de "humano" fue "el problema" que tuvo con su ex marido, Juan Carlos Lecompte, ya que, según relató, en el momento del secuestro "él era joven". "Debía pensar que yo había muerto" y a los dos años "anunció que rehacía su vida".
"Lo oí en la selva por la radio, como muchas otras cosas que me dolieron mucho. Dijo que nunca quiso tener hijos conmigo, pero que si se le presentaba la mujer de su vida... Hay cosas que duelen", explicó una emocionada Betancourt, que "no sabía qué esperar de él" cuando la liberaron, porque "lo único que había tenido fue su ausencia".
Al encontrarse, "lo único" que él le dijo a ella fue, según Betancourt: "¿Será que puedo seguir viviendo en tu apartamento?".
Con respecto a los estadounidenses liberados en la misma operación que a ella, reconoció que, especialmente con Marc Gonsalves, desarrolló una relación de "complicidad, apoyo y cariño".
"Nos quisimos, pero no como lo suele entender la gente, sino como dos personas que no se pueden comunicar, ni tocar. Ahora estamos en contacto, pero él está construyendo su hogar y yo trato de rehacer mi vida", apuntó Betancourt, quien dijo haber sufrido mucho con las críticas por haber pedido una reparación económica por parte del Gobierno colombiano.
"Se entendió muy mal. Se presentó como si estuviera atacando a los soldados que me liberaron. Es monstruoso", defendió quien afirmó que "ninguna cifra devolverá" los seis años de secuestro.