Ed Miliband, elegido líder de los laboristas británicos en sustitución de Gordon Brown

Walter Oppenheimer, Londres, El País
Primero, unos instantes de incrédulo silencio. Luego, como no podía ser de otra manera, una ovación de gala. Así, casi estupefacto, ha recibido esta tarde el congreso del Partido Laborista el anuncio de que Ed Miliband, el pequeño de los dos hermanos, había derrotado a David en el último suspiro de la carrera por el liderazgo de los laboristas británicos. El apoyo de los sindicatos fue el elemento decisivo en el triunfo de Ed, que ganó el 50,65% de los votos frente al 49,35% de David, aunque este obtuvo más apoyos entre diputados y militantes.

La victoria de Ed Miliband supone un giro a la izquierda del Partido Laborista y augura fuertes tensiones entre quienes creen que hay que desterrar a los libros de historia el Nuevo Laborismo y quienes creen que hacer eso equivaldrá a perpetuar a los conservadores en el poder. Significativamente, nada más conocerse la victoria de Ed Miliband las casas de apuestas aumentaron de 6/4 a 13/8 los premios a quienes apuesten a favor de una victoria laborista en las próximas elecciones. Lo que significa que, creen que con Ed al frente del laborismo, los conservadores tienen más posibilidades de seguir en el Gobierno.

El hecho de que los sindicatos hayan sido decisivos para darle el triunfo a Ed es quizá uno de los factores más preocupantes para el sector más centrista del laborismo porque deja al nuevo líder en posición débil y con pocas posibilidades de resistir las presiones de los sindicatos para que dé un giro a la izquierda. Eso, que es en sí mismo perfectamente legítimo, es un problema en este caso porque el candidato con más apoyos en los grupos parlamentarios laboristas en los Comunes y en el Parlamento Europeo y entre los militantes ha sido David Miliband.

Sistema de votación

Este galimatías se debe al peculiar sistema de voto para elegir al líder laborista: un tercio de los votos corresponden a los diputados, otro tercio a los militantes y el tercio restante a las organizaciones afiliadas, es decir, fundamentalmente los sindicatos.

Ninguno de los cinco candidatos obtuvo la mayoría absoluta en los llamados votos de primera preferencia, por lo que se eliminó al candidato con menos votos (Diane Abbot) y se adjudicaron las segundas preferencias de sus votantes. El siguiente en caer eliminado fue Andy Burnham y luego Ed Balls. En el mano a mano entre los dos hermanos Miliband, David superó a Ed entre los diputados (17,8% frente a 15,5%) y los militantes (18,1% frente a 15,1%), pero Ed compensó esa desventaja con un apoyo masivo entre las organizaciones afiliadas (19,9% frente a 13,4%).

Ed Miliband no ha dado hoy ninguna muestra sobre qué piensa hacer para contentar a los electores desencantados, aunque significativamente citó la inmigración y la pérdida de poder adquisitivo como las principales preocupaciones de la gente. Ha homenajeado sentidamente a su hermano David, dedicado bonitas palabras al resto de candidatos, se ha acordado cortésmente de Tony Blair y Gordon Brown, pero pareció más bien renegar de su legado: "Hemos perdido las elecciones y las hemos perdido de mala manera. Mi mensaje para este país es este: Sé que hemos perdido la confianza, sé que estamos fuera de onda, sé que necesitamos un cambio".

"Hoy, una nueva generación ha comprendido el mensaje a favor del cambio", ha dicho. "Estas elecciones significan pasar una página porque una nueva generación ha dado un paso al frente para servir al partido y, con el tiempo, espero que también al país. Hoy empieza el trabajo de una nueva generación", ha añadido.

"El sistema electoral es el que es y hay que aceptar el resultado. Ahora el partido tiene que unirse en torno al nuevo líder", ha declarado con cara de circunstancias uno de los barones del partido más comprometidos con el Nuevo Labporismo, Alan Johnson.

Arimética electoral

Pero el problema para los laboristas no sólo se reduce a unirse o no en torno al nuevo líder: hay también importantes factores de aritmética electoral. Pese a perder muchos votos, los laboristas apenas perdieron presencia en escaños en sus bastiones del norte de Inglaterra; sin embargo, sólo controlan 49 de los 302 escaños del sudeste de Inglaterra -excluido Londres-, donde el trasvase de votos hacia conservadores o liberales alcanzó una tasa del 9%, según un análisis de la consultora YouGov.

"El partido tiene ya una posición dominante en la Gran Bretaña norteña y céltica. Incluso si mejora sus resultados en las próximas elecciones generales, no hay suficientes escaños en Gales, Escocia y el norte de Inglaterra para que los laboristas se aseguren una mayoría parlamentaria convincente. La clave para la recuperación está en las circunscripciones más disputadas del sur y del centro", sostienen los analistas Patrick Diamond y Giles Radice en un trabajo publicado por Policy Network, un centro de estudios próximo al Nuevo Laborismo.

Y el triunfo de Ed Miliband y su esperado giro a la izquierda puede ilusionar a las bases obreras del laborismo pero está por ver que ayude a recuperar el favor de las desencantadas clases medias del sur del país, en cuyas manos parece estar el destino del próximo Gobierno.

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