Obama se la juega por la libertad de culto
David Alandete, Agencias
Aprovechando la conmemoración oficial que la Casa Blanca efectúa cada año para celebrar el inicio del mes del Ramadán, de ayuno y rezo para los musulmanes, el presidente norteamericano, Barack Obama, defendió el viernes la libertad de una institución islámica para construir una mezquita cerca de la 'zona cero' de los atentados terroristas de Nueva York de septiembre de 2001. A pesar de que el presidente recordó que la Constitución de Estados Unidos protege la libertad religiosa, numerosos políticos conservadores le criticaron por considerar que la localización exacta de la mezquita es un insulto a la memoria de los 2.851 fallecidos en aquellos ataques.
"Como ciudadano, como presidente, creo que los musulmanes tienen el mismo derecho a practicar su religión que el resto de ciudadanos de este país", dijo el presidente. "Y eso incluye el derecho a construir un lugar de rezo y un centro comunitario en una propiedad privada en el centro de Manhattan, cumpliendo con las leyes y las ordenanzas locales. Esto es América, y nuestro compromiso con la libertad religiosa debe ser inquebrantable. El principio de que las personas de cualquier credo son bienvenidas en este país y de que este Gobierno no las tratará de formas distintas es intrínseco a nuestra naturaleza".
Obama se une así a un nutrido grupo de políticos moderados, como el alcalde de Nueva York, el independiente Michael Bloomberg, que creen que la construcción del centro islámico en Manhattan debe seguir adelante. Su promotora, la fundación Cordoba Initiative, ha logrado todos los permisos necesarios. Su último escollo era la petición, realizada por sus detractores, de que se declarara protegido al edificio que ahora ocupa el solar, de 152 años de antigüedad. La autoridad local rechazó esa petición el 7 de agosto, dando luz verde a su demolición. El 53% de los neoyorquinos se oponen al proyecto, según un sondeo.
A pesar de que la Casa Blanca no tiene poder de decisión en el asunto, el del viernes fue un gesto de firme apoyo de Obama a Bloomberg, que ha sido criticado por la derecha por conceder los permisos necesarios para erigir la mezquita.
La ex gobernadora de Alaska Sarah Palin tildó ayer el anuncio de Obama, en su página de Twitter, de "sacrilegio". El representante por Nueva York Peter King añadió en un comunicado que "la comunidad musulmana muestra insensibilidad e indiferencia" en este caso. "Lo correcto y moralmente bueno para Obama hubiera sido apremiar a los musulmanes a que respeten a las familias de los que murieron y alejen esa mezquita de la zona cero. Desafortunadamente, el presidente prefiere la corrección política".
Lo mismo consideraron diversos miembros de asociaciones de víctimas del 11-S. "Barack Obama ha abandonado a América en el mismo lugar en el que su corazón quedó roto hace nueve años", dijo Debra Burlingame, hermana de uno de los pilotos asesinados y portavoz de diversas familias. "La construcción de la mezquita es un acto de provocación que sólo causará más ataques sangrientos en el nombre de Alá".
Muchos analistas esperaban que el presidente no entrara en este debate. Su propio portavoz, Robert Gibbs, había dicho la semana pasada en conferencia de prensa que "el presidente no se inmiscuye en decisiones de política local". Desde el movimiento ultraconservador del Tea Party se le viene acusando, desde su misma toma de posesión, y sin prueba alguna, de no haber nacido en EE UU, sino en Indonesia, donde pasó parte de su infancia, y de ser por ello secretamente musulmán.
Obama, que recordó que EE UU es una nación aconfesional, hizo una clara distinción entre los terroristas de Al Qaeda, responsables de los atentados, y los musulmanes que viven en Norteamérica, una comunidad que instituciones privadas como el Centro para las Relaciones Islámico-Americanas estima en siete millones de personas. "Nuestra ascendencia, tan heterogénea, es un activo, no una debilidad", dijo el presidente. "Somos una nación de cristianos, de musulmanes, de judíos y de hindúes. Y también de no creyentes".
La tradición de celebrar el inicio del mes del Ramadán en la Casa Blanca data de los tiempos de Thomas Jefferson, quien fue presidente a principios del siglo XIX. Aunque cenas como la del viernes se han celebrado de forma intermitente en Washington, el ex presidente George Bush las convirtió en una tradición anual.
La mezquita de Nueva York formará parte de un centro cultural islámico de 13 plantas, que contará con un centro de lectura, una zona deportiva e incluso un restaurante y una guardería. Costará 75 millones de dólares, aproximadamente, y estará localizada a dos manzanas de donde en su día se irguieron las Torres Gemelas.
Aprovechando la conmemoración oficial que la Casa Blanca efectúa cada año para celebrar el inicio del mes del Ramadán, de ayuno y rezo para los musulmanes, el presidente norteamericano, Barack Obama, defendió el viernes la libertad de una institución islámica para construir una mezquita cerca de la 'zona cero' de los atentados terroristas de Nueva York de septiembre de 2001. A pesar de que el presidente recordó que la Constitución de Estados Unidos protege la libertad religiosa, numerosos políticos conservadores le criticaron por considerar que la localización exacta de la mezquita es un insulto a la memoria de los 2.851 fallecidos en aquellos ataques.
"Como ciudadano, como presidente, creo que los musulmanes tienen el mismo derecho a practicar su religión que el resto de ciudadanos de este país", dijo el presidente. "Y eso incluye el derecho a construir un lugar de rezo y un centro comunitario en una propiedad privada en el centro de Manhattan, cumpliendo con las leyes y las ordenanzas locales. Esto es América, y nuestro compromiso con la libertad religiosa debe ser inquebrantable. El principio de que las personas de cualquier credo son bienvenidas en este país y de que este Gobierno no las tratará de formas distintas es intrínseco a nuestra naturaleza".
Obama se une así a un nutrido grupo de políticos moderados, como el alcalde de Nueva York, el independiente Michael Bloomberg, que creen que la construcción del centro islámico en Manhattan debe seguir adelante. Su promotora, la fundación Cordoba Initiative, ha logrado todos los permisos necesarios. Su último escollo era la petición, realizada por sus detractores, de que se declarara protegido al edificio que ahora ocupa el solar, de 152 años de antigüedad. La autoridad local rechazó esa petición el 7 de agosto, dando luz verde a su demolición. El 53% de los neoyorquinos se oponen al proyecto, según un sondeo.
A pesar de que la Casa Blanca no tiene poder de decisión en el asunto, el del viernes fue un gesto de firme apoyo de Obama a Bloomberg, que ha sido criticado por la derecha por conceder los permisos necesarios para erigir la mezquita.
La ex gobernadora de Alaska Sarah Palin tildó ayer el anuncio de Obama, en su página de Twitter, de "sacrilegio". El representante por Nueva York Peter King añadió en un comunicado que "la comunidad musulmana muestra insensibilidad e indiferencia" en este caso. "Lo correcto y moralmente bueno para Obama hubiera sido apremiar a los musulmanes a que respeten a las familias de los que murieron y alejen esa mezquita de la zona cero. Desafortunadamente, el presidente prefiere la corrección política".
Lo mismo consideraron diversos miembros de asociaciones de víctimas del 11-S. "Barack Obama ha abandonado a América en el mismo lugar en el que su corazón quedó roto hace nueve años", dijo Debra Burlingame, hermana de uno de los pilotos asesinados y portavoz de diversas familias. "La construcción de la mezquita es un acto de provocación que sólo causará más ataques sangrientos en el nombre de Alá".
Muchos analistas esperaban que el presidente no entrara en este debate. Su propio portavoz, Robert Gibbs, había dicho la semana pasada en conferencia de prensa que "el presidente no se inmiscuye en decisiones de política local". Desde el movimiento ultraconservador del Tea Party se le viene acusando, desde su misma toma de posesión, y sin prueba alguna, de no haber nacido en EE UU, sino en Indonesia, donde pasó parte de su infancia, y de ser por ello secretamente musulmán.
Obama, que recordó que EE UU es una nación aconfesional, hizo una clara distinción entre los terroristas de Al Qaeda, responsables de los atentados, y los musulmanes que viven en Norteamérica, una comunidad que instituciones privadas como el Centro para las Relaciones Islámico-Americanas estima en siete millones de personas. "Nuestra ascendencia, tan heterogénea, es un activo, no una debilidad", dijo el presidente. "Somos una nación de cristianos, de musulmanes, de judíos y de hindúes. Y también de no creyentes".
La tradición de celebrar el inicio del mes del Ramadán en la Casa Blanca data de los tiempos de Thomas Jefferson, quien fue presidente a principios del siglo XIX. Aunque cenas como la del viernes se han celebrado de forma intermitente en Washington, el ex presidente George Bush las convirtió en una tradición anual.
La mezquita de Nueva York formará parte de un centro cultural islámico de 13 plantas, que contará con un centro de lectura, una zona deportiva e incluso un restaurante y una guardería. Costará 75 millones de dólares, aproximadamente, y estará localizada a dos manzanas de donde en su día se irguieron las Torres Gemelas.