Maliki proclama que su país vuelve a ser soberano e independiente
Bagdad, El País
El jefe del Gobierno, Nuri al Maliki, proclamó ayer que Irak es un país soberano e independiente. En un mensaje televisado a la nación, el día en que concluyeron oficialmente las operaciones de combate de las tropas norteamericanas en Irak, el líder árabe se dirigió a los ciudadanos para afirmar: "Iraquíes, tenéis una cita con una nueva fiesta nacional en la que recuperáis la soberanía de vuestro país y diseñáis su futuro con vuestras manos". Muy pocos iraquíes, que no están para fiesta alguna, creen que esta sentencia sea cierta.
Maliki también aseguró que los 660.000 uniformados del Ejército y la policía son capaces de garantizar la seguridad en el país. "Os tranquilizo sobre la capacidad de nuestras fuerzas de seguridad para asumir la responsabilidad", afirmó tajante. El problema es que su jefe de Estado Mayor le contradice. Babakar Zebari afirmó días atrás que el Ejército necesitará una década para estar consolidado. Encontrar a un ciudadano de a pie que coincida con el primer ministro, de hecho, resulta casi imposible.
En varias bases en suelo iraquí permanecen acantonadas seis brigadas de EE UU, 50.000 soldados, que adiestrarán y asesorarán a los militares locales en materia de espionaje y manejo de armamento. Los soldados norteamericanos solo entrarían en acción en caso de que las tropas iraquíes no pudieran contener un eventual rebrote generalizado de la violencia. Porque, aunque se aseguró que las tropas de combate abandonaron Irak hace dos semanas, no parece ser así.
"Los 50.000 soldados estadounidenses que quedan son tropas de combate, aunque se les dé otro nombre. Las diferencias respecto a la estructura y el personal de esas brigadas son mínimas respecto a las tropas de combate", asegura Kenneth Pollack, del Brookings Institute.
Maliki enfatizó que la "guerra sectaria" que ensangrentó Irak en 2006 y 2007 "no volverá". "No lo permitiremos", advirtió a los insurgentes afines a Al Qaeda y a la milicia chií de Múqtada al Sáder.
El vicepresidente de EE UU, Joseph Biden, que aterrizó el lunes en Bagdad para asistir hoy a la ceremonia que pondrá punto final a los combates de sus militares en Irak y para presionar a los líderes políticos para que formen Gobierno, también irradiaba optimismo. "A pesar de lo que dice la prensa nacional, la situación es mucho más segura", dijo.
Respecto a 2007, el descenso de víctimas es evidente porque la guerra confesional concluyó. Pero la violencia se desató en julio —396 civiles murieron, el doble que un mes antes— y en agosto los insurgentes sembraron el país de explosivos durante dos jornadas matando, al margen del reguero constante de asesinatos de policías, a 120 personas.
El jefe del Gobierno, Nuri al Maliki, proclamó ayer que Irak es un país soberano e independiente. En un mensaje televisado a la nación, el día en que concluyeron oficialmente las operaciones de combate de las tropas norteamericanas en Irak, el líder árabe se dirigió a los ciudadanos para afirmar: "Iraquíes, tenéis una cita con una nueva fiesta nacional en la que recuperáis la soberanía de vuestro país y diseñáis su futuro con vuestras manos". Muy pocos iraquíes, que no están para fiesta alguna, creen que esta sentencia sea cierta.
Maliki también aseguró que los 660.000 uniformados del Ejército y la policía son capaces de garantizar la seguridad en el país. "Os tranquilizo sobre la capacidad de nuestras fuerzas de seguridad para asumir la responsabilidad", afirmó tajante. El problema es que su jefe de Estado Mayor le contradice. Babakar Zebari afirmó días atrás que el Ejército necesitará una década para estar consolidado. Encontrar a un ciudadano de a pie que coincida con el primer ministro, de hecho, resulta casi imposible.
En varias bases en suelo iraquí permanecen acantonadas seis brigadas de EE UU, 50.000 soldados, que adiestrarán y asesorarán a los militares locales en materia de espionaje y manejo de armamento. Los soldados norteamericanos solo entrarían en acción en caso de que las tropas iraquíes no pudieran contener un eventual rebrote generalizado de la violencia. Porque, aunque se aseguró que las tropas de combate abandonaron Irak hace dos semanas, no parece ser así.
"Los 50.000 soldados estadounidenses que quedan son tropas de combate, aunque se les dé otro nombre. Las diferencias respecto a la estructura y el personal de esas brigadas son mínimas respecto a las tropas de combate", asegura Kenneth Pollack, del Brookings Institute.
Maliki enfatizó que la "guerra sectaria" que ensangrentó Irak en 2006 y 2007 "no volverá". "No lo permitiremos", advirtió a los insurgentes afines a Al Qaeda y a la milicia chií de Múqtada al Sáder.
El vicepresidente de EE UU, Joseph Biden, que aterrizó el lunes en Bagdad para asistir hoy a la ceremonia que pondrá punto final a los combates de sus militares en Irak y para presionar a los líderes políticos para que formen Gobierno, también irradiaba optimismo. "A pesar de lo que dice la prensa nacional, la situación es mucho más segura", dijo.
Respecto a 2007, el descenso de víctimas es evidente porque la guerra confesional concluyó. Pero la violencia se desató en julio —396 civiles murieron, el doble que un mes antes— y en agosto los insurgentes sembraron el país de explosivos durante dos jornadas matando, al margen del reguero constante de asesinatos de policías, a 120 personas.