Las inundaciones llegan al centro de Pakistán
Ana Gabriela Rojas, El País
La devastación causada por las lluvias e inundaciones en Pakistán se extiende por el país y llega, por el cauce del río Indus, a la provincia central de Punjab, la más populosa y considerada el granero del país. También se ha lanzado una alerta en algunos distritos de las provincias de Sindh y Belochistán. Seguirá lloviendo en los próximos días y hay amenaza de que varias presas se rompan.
El desastre ha causado ya la muerte de al menos 47 de personas en el centro del país, según las cifras oficiales. El río Indus se ha desbordado en al menos siete distritos de Punjab y, junto con la lluvia, ha alimentado las inundaciones que también han dejado sin techo a miles de personas y les ha arruinado sus cosechas. En cifras oficiales, podrían ser hasta 1.500 muertos en la devastadora semana de lluvias monzónicas.
"Sólo huímos con nuestros hijos, dejando todo atrás", ha dicho Fateh Mohammad a AP. Este padre de familia fue sorprendido cuando se rompió una barrera de protección en la ciudad de Kot Addu, en Punjab. "Todas nuestras posesiones se hundieron en el agua, no tenemos nada", ha contado tras ser evacuado por el ejército. Por televisión se transmiten caras de dolor, angustia y desesperación. Tomas aéreas muestran que en muchas zonas el nivel del agua es tan alto que sólo algunos árboles y algunos edificios son visibles.
La región más afectada sigue siendo el noroeste, la provincia de Jaibar Pajtunjua, la más castigada por la insurgencia talibán. Sólo ahí 3,2 millones de personas están afectadas y 1,8 necesitan "urgentemente" asistencia alimentaria. "Antes de las inundaciones Jaibar Pajtunjua ya sufría de falta de alimentos. Ahora esta situación se ha agravado terriblemente; la gente ha perdido sus cosechas, sus reservas, los mercados no están funcionando", explica por teléfono el portavoz para Pakistán del Programa Mundial de Alimentos, Amjad Jamal.
El Valle del Swat es de los más afectados ya que muchos de los puentes quedaron destruidos. Hoy dos helicópteros han empezado a distribuir comida a unas 25.000 personas que están atrapadas allí. El ejército ha anunciado el rescate de unos 600 turistas (sobre todo chinos y japoneses) de los 1.500 que se cree que están atrapados en el valle. Los viajeros han empezado a llegar tras la operación del Ejército contra los talibanes el año pasado. En las otras provincias, unas 20.000 familias (140.000 personas) también necesitan urgentemente alimentos.
"Estamos enfocados en salvar a los vivos: hay más de un millón de personas que necesitan refugio. Así que proveerlos con techo, agua y comida es la prioridad", comenta a este diario Maurizio Giuliano, el portavoz de la Oficina Para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU en Pakistán. Giuliano asegura que la respuesta del Gobierno ha sido "la mejor posible", pero el desastre es de enormes dimensiones. Hasta ahora no se han detectado epidemias, aunque si algunos casos de mordeduras de serpiente.
En un país tan afectado por la violencia, como Pakistán, las tragedias pegan aún más. Talat Masood, un reconocido analista político, dice que por ahora la militancia no ha aumentado tras el desastre "ellos han sido igual afectados y tienen que ver por su propia sobrevivencia". Sin embargo, sí hay riesgo de que los talibanes tomen ventaja de una catástrofe así: "aprovechando la frustración de la gente contra el Gobierno", asegura. El Gobierno, por su parte, tiene que mejorar la gobernanza, que ya era mala. Ahora podría ser peor.
De hecho se ha sabido que Jamaat ut Dawa, una organización islamista que fue prohibida por la ONU por su cercanía a Lashkar i Toiba, está ayudando a los damnificados. Este grupo realizó también una importante ayuda en el terremoto de 2005.
Con los días aumentan las críticas al ya de por sí impopular presidente, Asif Ali Zardari, que partió en una gira por Francia y Gran Bretaña cuando las lluvias ya habían comenzado sus estragos. En Londres Zardari se ha encontrado protestas y su equipo ha intentado defender su viaje diciendo que "se está alojando en el hotel de cinco estrellas más barato de Londres" y que no se ha instalado en la suite más cara, sino una "relativamente más barata".
La devastación causada por las lluvias e inundaciones en Pakistán se extiende por el país y llega, por el cauce del río Indus, a la provincia central de Punjab, la más populosa y considerada el granero del país. También se ha lanzado una alerta en algunos distritos de las provincias de Sindh y Belochistán. Seguirá lloviendo en los próximos días y hay amenaza de que varias presas se rompan.
El desastre ha causado ya la muerte de al menos 47 de personas en el centro del país, según las cifras oficiales. El río Indus se ha desbordado en al menos siete distritos de Punjab y, junto con la lluvia, ha alimentado las inundaciones que también han dejado sin techo a miles de personas y les ha arruinado sus cosechas. En cifras oficiales, podrían ser hasta 1.500 muertos en la devastadora semana de lluvias monzónicas.
"Sólo huímos con nuestros hijos, dejando todo atrás", ha dicho Fateh Mohammad a AP. Este padre de familia fue sorprendido cuando se rompió una barrera de protección en la ciudad de Kot Addu, en Punjab. "Todas nuestras posesiones se hundieron en el agua, no tenemos nada", ha contado tras ser evacuado por el ejército. Por televisión se transmiten caras de dolor, angustia y desesperación. Tomas aéreas muestran que en muchas zonas el nivel del agua es tan alto que sólo algunos árboles y algunos edificios son visibles.
La región más afectada sigue siendo el noroeste, la provincia de Jaibar Pajtunjua, la más castigada por la insurgencia talibán. Sólo ahí 3,2 millones de personas están afectadas y 1,8 necesitan "urgentemente" asistencia alimentaria. "Antes de las inundaciones Jaibar Pajtunjua ya sufría de falta de alimentos. Ahora esta situación se ha agravado terriblemente; la gente ha perdido sus cosechas, sus reservas, los mercados no están funcionando", explica por teléfono el portavoz para Pakistán del Programa Mundial de Alimentos, Amjad Jamal.
El Valle del Swat es de los más afectados ya que muchos de los puentes quedaron destruidos. Hoy dos helicópteros han empezado a distribuir comida a unas 25.000 personas que están atrapadas allí. El ejército ha anunciado el rescate de unos 600 turistas (sobre todo chinos y japoneses) de los 1.500 que se cree que están atrapados en el valle. Los viajeros han empezado a llegar tras la operación del Ejército contra los talibanes el año pasado. En las otras provincias, unas 20.000 familias (140.000 personas) también necesitan urgentemente alimentos.
"Estamos enfocados en salvar a los vivos: hay más de un millón de personas que necesitan refugio. Así que proveerlos con techo, agua y comida es la prioridad", comenta a este diario Maurizio Giuliano, el portavoz de la Oficina Para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU en Pakistán. Giuliano asegura que la respuesta del Gobierno ha sido "la mejor posible", pero el desastre es de enormes dimensiones. Hasta ahora no se han detectado epidemias, aunque si algunos casos de mordeduras de serpiente.
En un país tan afectado por la violencia, como Pakistán, las tragedias pegan aún más. Talat Masood, un reconocido analista político, dice que por ahora la militancia no ha aumentado tras el desastre "ellos han sido igual afectados y tienen que ver por su propia sobrevivencia". Sin embargo, sí hay riesgo de que los talibanes tomen ventaja de una catástrofe así: "aprovechando la frustración de la gente contra el Gobierno", asegura. El Gobierno, por su parte, tiene que mejorar la gobernanza, que ya era mala. Ahora podría ser peor.
De hecho se ha sabido que Jamaat ut Dawa, una organización islamista que fue prohibida por la ONU por su cercanía a Lashkar i Toiba, está ayudando a los damnificados. Este grupo realizó también una importante ayuda en el terremoto de 2005.
Con los días aumentan las críticas al ya de por sí impopular presidente, Asif Ali Zardari, que partió en una gira por Francia y Gran Bretaña cuando las lluvias ya habían comenzado sus estragos. En Londres Zardari se ha encontrado protestas y su equipo ha intentado defender su viaje diciendo que "se está alojando en el hotel de cinco estrellas más barato de Londres" y que no se ha instalado en la suite más cara, sino una "relativamente más barata".