La policía brasileña reduce a los secuestradores que tomaron 40 rehenes en un hotel
Juan Arias, El País
Rio de janeiro vivió el sábado horas de tensión a partir de que 10 narcotraficantes invadieran el Hotel Intercontinental, en el barrio noble de São Corrado, y tomaran 40 rehenes e hicieran cundir el pánico entre el resto de sus 600 huéspedes, principalmente asistentes a un congreso internacional de medicina. La policía, tras horas de duras negociaciones, consiguió que los 10 traficantes se rindieran y liberaran a los rehenes.
Todo había comenzado a las ocho de la mañana, con un tiroteo entre las fuerzas del orden y traficantes cerca de la favela Rocinha en el que una mujer murió y 10 personas fueron heridas. El grueso del grupo, 10 traficantes armados con ametralladoras invadieron el cercano Intercontinental, donde entraron disparando y apresando a todo el que se cruzaba en su camino. Los huéspedes que permanecían en sus habitaciones se encerraron espantados.
El tráfico en la zona sur, la parte más rica de la ciudad, quedó paralizado durante horas y por la tarde (noche española) la policía aconsejaba no circular todavía por la autopista Lagoa Barra a causa de las operaciones de control.
El gobernador del Estado de Rio, Sérgio Cabral, y el secretario de Seguridad, Mariano Beltrame, elogiaron la actuación de los agentes que consiguieron reducir a los 10 traficantes, que cuando llegaron a comisaría fueron aplaudidos por habitantes de la favela de la Rocinha al grito de "Jesús os ama", lema de los evangélicos.
El candidato de oposición a la sucesión del Presidente Luiz Inácio Lula da Silva, el socialdemócrata, José Serra, que se encontraba en la ciudad, aprovechó para criticar "la precaria política de la seguridad pública" y renovó su propuesta de crear un ministerio con ese cometido si fuera elegido, ya que según él, el gobierno Lula ha carecido de "una verdadera política nacional contra el tráfico de drogas y de armas".
Tanto Cabral como Beltrame, preocupados con la mala imagen que el suceso supone para la ciudad, advirtieron que "miente quién propone soluciones fáciles a un problema tan grave como el de la seguridad en Rio". Según el secretario de Seguridad, "no existen soluciones mágicas" para acabar con la violencia de una ciudad con más de mil favelas, dominadas hasta hoy -a excepción de una docena de ellas- por el poder paralelo de los narcotraficantes, mejor armados generalmente que la policía.
Rio de janeiro vivió el sábado horas de tensión a partir de que 10 narcotraficantes invadieran el Hotel Intercontinental, en el barrio noble de São Corrado, y tomaran 40 rehenes e hicieran cundir el pánico entre el resto de sus 600 huéspedes, principalmente asistentes a un congreso internacional de medicina. La policía, tras horas de duras negociaciones, consiguió que los 10 traficantes se rindieran y liberaran a los rehenes.
Todo había comenzado a las ocho de la mañana, con un tiroteo entre las fuerzas del orden y traficantes cerca de la favela Rocinha en el que una mujer murió y 10 personas fueron heridas. El grueso del grupo, 10 traficantes armados con ametralladoras invadieron el cercano Intercontinental, donde entraron disparando y apresando a todo el que se cruzaba en su camino. Los huéspedes que permanecían en sus habitaciones se encerraron espantados.
El tráfico en la zona sur, la parte más rica de la ciudad, quedó paralizado durante horas y por la tarde (noche española) la policía aconsejaba no circular todavía por la autopista Lagoa Barra a causa de las operaciones de control.
El gobernador del Estado de Rio, Sérgio Cabral, y el secretario de Seguridad, Mariano Beltrame, elogiaron la actuación de los agentes que consiguieron reducir a los 10 traficantes, que cuando llegaron a comisaría fueron aplaudidos por habitantes de la favela de la Rocinha al grito de "Jesús os ama", lema de los evangélicos.
El candidato de oposición a la sucesión del Presidente Luiz Inácio Lula da Silva, el socialdemócrata, José Serra, que se encontraba en la ciudad, aprovechó para criticar "la precaria política de la seguridad pública" y renovó su propuesta de crear un ministerio con ese cometido si fuera elegido, ya que según él, el gobierno Lula ha carecido de "una verdadera política nacional contra el tráfico de drogas y de armas".
Tanto Cabral como Beltrame, preocupados con la mala imagen que el suceso supone para la ciudad, advirtieron que "miente quién propone soluciones fáciles a un problema tan grave como el de la seguridad en Rio". Según el secretario de Seguridad, "no existen soluciones mágicas" para acabar con la violencia de una ciudad con más de mil favelas, dominadas hasta hoy -a excepción de una docena de ellas- por el poder paralelo de los narcotraficantes, mejor armados generalmente que la policía.