La ONU critica la escasa respuesta internacional a la tragedia paquistaní
Ángeles Espinosa, El País
El Fondo Monetario Internacional (FMI) se dispone esta noche a revisar las condiciones de su programa con Pakistán a consecuencia de las inundaciones. Mientras, Naciones Unidas sigue criticando la escasa respuesta internacional a la catástrofe, a pesar de que la ayuda ya está empezando a desembolsarse.
Sobre el terreno, los representantes de sus agencias insisten en lo ingente de la tarea y las dificultades para llegar a todos los afectados. "Lo más urgente es el agua", resume Maurizio Giuliano portavoz de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU. "Es cierto que aún hay 4,8 millones de personas sin techo, pero nadie se muere por no tener una tienda, aunque le haga más vulnerable, pero sí se muere por falta de agua potable", explica Giuliano a EL PAÍS.
Los expertos temen que pueda desencadenarse una segunda oleada de víctimas mortales si llega a desatarse una epidemia de cólera. De momento, las organizaciones que trabajan bajo el paraguas de la Organización Mundial de la Salud ya han atendido más de 200.000 casos de diarrea severa, otros tantos de enfermedades respiratorias y 263.000 de infecciones de la piel, en las zonas afectadas.
"Existe el riesgo de que la gente se muera de hambre, pero esperamos no llegar a ese extremo. Ahora bien, los problemas de nutrición hacen más vulnerables frente a las enfermedades", reconoce Giuliano. "No, no se están muriendo de hambre, pero tenemos muchos problemas para llegar a todos y recursos limitados", coincide Óscar Butragueño, coordinador de emergencias de Unicef en Pakistán. "Nosotros nos centramos en la nutrición de los menores de cinco años, pero el Programa Mundial de Alimentos (PMA) también está incrementando sus operaciones".
Aun con todo el esfuerzo, sigue habiendo zonas inaccesibles por carretera y el responsable del PMA en Pakistán, Wolfgang Herbinger, ha pedido 40 helicópteros para llegar hasta quienes se han quedado aislados.
Tal vez por ello, el director de emergencias de Unicef, Louis-George Arsenault, se ha quejado nuevamente hoy de "la falta de suficiente apoyo de la comunidad internacional". "Nuestra necesidad de fondos es gigantesca comparada con lo que hemos recibido, a pesar de tratarse, de lejos, de la mayor crisis humanitaria que hemos visto en décadas", declaró Arsenault a la BBC. La ONU ha anunciado que ya ha conseguido el 70% de los 460 millones de dólares (360 millones de euros) que solicitó para la ayuda de emergencia. De esos fondos, 263 millones ya están disponibles y otros 54 millones prometidos. Con las ayudas bilaterales esos compromisos se elevan hasta los 800 millones de dólares, según anunció el domingo el ministro paquistaní de Exteriores.
Sin embargo, a largo plazo la reconstrucción va costar miles de millones de dólares, hasta 15.000 según estimaciones del Gobierno. A la reparación de las infraestructuras (carreteras, puentes, tendidos eléctricos), hay que sumar los daños en la agricultura. De momento se han contabilizado 3,2 millones de hectáreas de cultivos afectados sólo en las provincias de Khyber Pakhtunkhwa y Punjab. En esta última se ha perdido el 25% de la cosecha de algodón, la materia básica de la industria textil que supone el 50% de las exportaciones paquistaníes.
El Banco Asiático de Desarrollo ya advirtió la semana pasada de que el crecimiento económico del 4,5% previsto para este año puede quedarse reducido al 3% y economistas locales rebajan aún más esa cifra. Además, temen que la inflación alcance el 25%, frente al objetivo previsto del 9,5%. Todo lo cual pone aún más contra las cuerdas a un país que ya de por sí se encontraba en una situación muy frágil antes de las riadas.
De ahí que el FMI haya aceptado revisar el programa de rescate de 10.660 millones de dólares que firmó con Islamabad en 2008. El escenario más favorable para el Gobierno paquistaní sería que el Fondo abandonara el programa y le facilitara un generoso préstamo por desastre, lo que le evitaría tener que eliminar los subsidios a los alimentos y la energía, medidas ambas políticamente muy arriesgadas. Otra posibilidad es que le rebaje los objetivos o le extienda el plazo para lograrlos, de forma que le dé un respiro en sus obligaciones financieras a corto plazo.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) se dispone esta noche a revisar las condiciones de su programa con Pakistán a consecuencia de las inundaciones. Mientras, Naciones Unidas sigue criticando la escasa respuesta internacional a la catástrofe, a pesar de que la ayuda ya está empezando a desembolsarse.
Sobre el terreno, los representantes de sus agencias insisten en lo ingente de la tarea y las dificultades para llegar a todos los afectados. "Lo más urgente es el agua", resume Maurizio Giuliano portavoz de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU. "Es cierto que aún hay 4,8 millones de personas sin techo, pero nadie se muere por no tener una tienda, aunque le haga más vulnerable, pero sí se muere por falta de agua potable", explica Giuliano a EL PAÍS.
Los expertos temen que pueda desencadenarse una segunda oleada de víctimas mortales si llega a desatarse una epidemia de cólera. De momento, las organizaciones que trabajan bajo el paraguas de la Organización Mundial de la Salud ya han atendido más de 200.000 casos de diarrea severa, otros tantos de enfermedades respiratorias y 263.000 de infecciones de la piel, en las zonas afectadas.
"Existe el riesgo de que la gente se muera de hambre, pero esperamos no llegar a ese extremo. Ahora bien, los problemas de nutrición hacen más vulnerables frente a las enfermedades", reconoce Giuliano. "No, no se están muriendo de hambre, pero tenemos muchos problemas para llegar a todos y recursos limitados", coincide Óscar Butragueño, coordinador de emergencias de Unicef en Pakistán. "Nosotros nos centramos en la nutrición de los menores de cinco años, pero el Programa Mundial de Alimentos (PMA) también está incrementando sus operaciones".
Aun con todo el esfuerzo, sigue habiendo zonas inaccesibles por carretera y el responsable del PMA en Pakistán, Wolfgang Herbinger, ha pedido 40 helicópteros para llegar hasta quienes se han quedado aislados.
Tal vez por ello, el director de emergencias de Unicef, Louis-George Arsenault, se ha quejado nuevamente hoy de "la falta de suficiente apoyo de la comunidad internacional". "Nuestra necesidad de fondos es gigantesca comparada con lo que hemos recibido, a pesar de tratarse, de lejos, de la mayor crisis humanitaria que hemos visto en décadas", declaró Arsenault a la BBC. La ONU ha anunciado que ya ha conseguido el 70% de los 460 millones de dólares (360 millones de euros) que solicitó para la ayuda de emergencia. De esos fondos, 263 millones ya están disponibles y otros 54 millones prometidos. Con las ayudas bilaterales esos compromisos se elevan hasta los 800 millones de dólares, según anunció el domingo el ministro paquistaní de Exteriores.
Sin embargo, a largo plazo la reconstrucción va costar miles de millones de dólares, hasta 15.000 según estimaciones del Gobierno. A la reparación de las infraestructuras (carreteras, puentes, tendidos eléctricos), hay que sumar los daños en la agricultura. De momento se han contabilizado 3,2 millones de hectáreas de cultivos afectados sólo en las provincias de Khyber Pakhtunkhwa y Punjab. En esta última se ha perdido el 25% de la cosecha de algodón, la materia básica de la industria textil que supone el 50% de las exportaciones paquistaníes.
El Banco Asiático de Desarrollo ya advirtió la semana pasada de que el crecimiento económico del 4,5% previsto para este año puede quedarse reducido al 3% y economistas locales rebajan aún más esa cifra. Además, temen que la inflación alcance el 25%, frente al objetivo previsto del 9,5%. Todo lo cual pone aún más contra las cuerdas a un país que ya de por sí se encontraba en una situación muy frágil antes de las riadas.
De ahí que el FMI haya aceptado revisar el programa de rescate de 10.660 millones de dólares que firmó con Islamabad en 2008. El escenario más favorable para el Gobierno paquistaní sería que el Fondo abandonara el programa y le facilitara un generoso préstamo por desastre, lo que le evitaría tener que eliminar los subsidios a los alimentos y la energía, medidas ambas políticamente muy arriesgadas. Otra posibilidad es que le rebaje los objetivos o le extienda el plazo para lograrlos, de forma que le dé un respiro en sus obligaciones financieras a corto plazo.