Increíble historia de amor entre perro callejero y turista
GREELEY, Colorado, EE.UU.
Cuando oyes la historia de Francisco, sabes que es alguien que no debería estar aquí.
Después de todo, es un perro. Un animal de un país con unos 400.000 perros callejeros que luchan diariamente por sobrevivir.
Tyler Rugh, de Greeley, es el nuevo dueño de Francisco, o tal vez corresponda decir que el perro es el nuevo amo de Tyler, según como se lo mire.
Tyler de 24 años, se crió en Greeley y trabaja en Jamplay.com, firma que da clases de guitarra por internet, con oficinas en Greeley. Tyler es el productor de videos online.
La extraña historia de Tyler y Francisco comenzó el mes pasado, cuando el estadounidense fue de vacaciones a Puerto Rico con su novia, Rebekah Marsh. Los dos viven en Greeley y fueron a visitar a una amiga de este pueblo, Sirah Masters.
"Un día fuimos a un restaurante en Puerto Rico y vimos a este perro en la entrada", relata Tyler. "Lo acaricié y entramos. Al día siguiente volvemos al mismo restaurante y allí estaba él. Lo acaricié de nuevo".
Más tarde, cuando Tyler y Rebekah salieron del restaurante, el perro los siguió. Fueron a un bar en la playa y el perro se sentó en la arena, observándolos.
"De algún modo logró meterse en el bar y apareció a mi lado", dice Tyler. "Fue ahí que empecé a encariñarme con él".
El perro los siguió a su departamento y se pasó toda la noche frente al edificio. Al día siguiente la pareja se fue a bucear. "Levanté la cabeza y allí estaba él en la playa, mirando".
Tyler llamó a su madre y le preguntó qué opinaba, si valía la pena tomarse el trabajo de hacer los trámites para llevarse al perro. Ella le dijo que sí.
Al día siguiente -el día previo a su partida- Tyler y Rebekah llevaron al perro, que bautizaron Francisco, a un veterinario para que autorizase su viaje a Estados Unidos.
"En el camino, un auto atropelló a Francisco. Lo lastimó y salió corriendo".
Fue entonces que comenzó la segunda parte del milagro.
"Desapareció", expresó Tyler. "Estaba lastimado. Lo buscamos por todos lados, pero no lo pudimos encontrar. Al día siguiente nos fuimos. Lloré durante todo el viaje en el avión".
Tyler pensó en adoptar otro perro abandonado en Greeley.
A los pocos días, Masters estaba trabajando en un restaurante y un cliente le dijo que quería darle los restos de la comida a un perro que estaba afuera, con heridas en las piernas, que había estado sangrando en la playa.
Masters acompaño al cliente y encontró al perro. Le atendió las heridas y llamó a Tyler.
"No lo podía creer", cuenta Tyler. "Había encontrado a Francisco".
Comenzó de inmediato un largo trámite para traerlo a Greeley. Masters consiguió un certificado de salud de un veterinario y un certificado de adopción de Estados Unidos, e hizo los arreglos para que viajase a Colorado.
Así, Francisco, el perro callejero que adoptó a un estadounidense, viajó de Puerto Rico a Nueva York y de allí a Denver, donde los esperaba Tyler.
"Sirah y su madre hicieron todo lo necesario para que Francisco pudiese venir. Tenemos una enorme deuda de gratitud con ellas", dijo Tyler.
En total, Tyler gastó unos 500 dólares para traer al perro. Pero lo considera dinero bien invertido.
Tyler y su nuevo amigo son casi inseparables. Francisco no se le despega ni un minuto, duerme a su lado y adora a su nuevo amo.
Francisco, mezcla de ovejero alemán con otras razas, tiene que subir cinco kilos (10 libras) y Tyler lo está entrenando.
Francisco es el primer perro que tiene Tyler, y está bastante claro que Tyler es el primer amo que tiene el animal.
Cuando oyes la historia de Francisco, sabes que es alguien que no debería estar aquí.
Después de todo, es un perro. Un animal de un país con unos 400.000 perros callejeros que luchan diariamente por sobrevivir.
Tyler Rugh, de Greeley, es el nuevo dueño de Francisco, o tal vez corresponda decir que el perro es el nuevo amo de Tyler, según como se lo mire.
Tyler de 24 años, se crió en Greeley y trabaja en Jamplay.com, firma que da clases de guitarra por internet, con oficinas en Greeley. Tyler es el productor de videos online.
La extraña historia de Tyler y Francisco comenzó el mes pasado, cuando el estadounidense fue de vacaciones a Puerto Rico con su novia, Rebekah Marsh. Los dos viven en Greeley y fueron a visitar a una amiga de este pueblo, Sirah Masters.
"Un día fuimos a un restaurante en Puerto Rico y vimos a este perro en la entrada", relata Tyler. "Lo acaricié y entramos. Al día siguiente volvemos al mismo restaurante y allí estaba él. Lo acaricié de nuevo".
Más tarde, cuando Tyler y Rebekah salieron del restaurante, el perro los siguió. Fueron a un bar en la playa y el perro se sentó en la arena, observándolos.
"De algún modo logró meterse en el bar y apareció a mi lado", dice Tyler. "Fue ahí que empecé a encariñarme con él".
El perro los siguió a su departamento y se pasó toda la noche frente al edificio. Al día siguiente la pareja se fue a bucear. "Levanté la cabeza y allí estaba él en la playa, mirando".
Tyler llamó a su madre y le preguntó qué opinaba, si valía la pena tomarse el trabajo de hacer los trámites para llevarse al perro. Ella le dijo que sí.
Al día siguiente -el día previo a su partida- Tyler y Rebekah llevaron al perro, que bautizaron Francisco, a un veterinario para que autorizase su viaje a Estados Unidos.
"En el camino, un auto atropelló a Francisco. Lo lastimó y salió corriendo".
Fue entonces que comenzó la segunda parte del milagro.
"Desapareció", expresó Tyler. "Estaba lastimado. Lo buscamos por todos lados, pero no lo pudimos encontrar. Al día siguiente nos fuimos. Lloré durante todo el viaje en el avión".
Tyler pensó en adoptar otro perro abandonado en Greeley.
A los pocos días, Masters estaba trabajando en un restaurante y un cliente le dijo que quería darle los restos de la comida a un perro que estaba afuera, con heridas en las piernas, que había estado sangrando en la playa.
Masters acompaño al cliente y encontró al perro. Le atendió las heridas y llamó a Tyler.
"No lo podía creer", cuenta Tyler. "Había encontrado a Francisco".
Comenzó de inmediato un largo trámite para traerlo a Greeley. Masters consiguió un certificado de salud de un veterinario y un certificado de adopción de Estados Unidos, e hizo los arreglos para que viajase a Colorado.
Así, Francisco, el perro callejero que adoptó a un estadounidense, viajó de Puerto Rico a Nueva York y de allí a Denver, donde los esperaba Tyler.
"Sirah y su madre hicieron todo lo necesario para que Francisco pudiese venir. Tenemos una enorme deuda de gratitud con ellas", dijo Tyler.
En total, Tyler gastó unos 500 dólares para traer al perro. Pero lo considera dinero bien invertido.
Tyler y su nuevo amigo son casi inseparables. Francisco no se le despega ni un minuto, duerme a su lado y adora a su nuevo amo.
Francisco, mezcla de ovejero alemán con otras razas, tiene que subir cinco kilos (10 libras) y Tyler lo está entrenando.
Francisco es el primer perro que tiene Tyler, y está bastante claro que Tyler es el primer amo que tiene el animal.