Golfo de México, un mar de contaminación
Laura Plitt
BBC Mundo, Medio Ambiente
El crudo llegó a algunas zonas en las costas del Golfo de México, pero la mayor parte permanece bajo el agua.
Toda la atención parece estar puesta en los intentos de la petrolera británica BP de solucionar definitivamente el mayor derrame crudo de la historia. Sin embargo, hay otra realidad que ha pasado inadvertida: la contaminación no es nueva en el Golfo de México.
Los expertos afirman que esta zona sufre desde hace más de 50 años los efectos nocivos de la explotación agrícola, gasífera y petrolera.
"Por aquí pasan miles de tuberías de gas y crudo, y los canales de exploración y navegación que se han dragado han cambiado completamente la hidrología de la costa y los pantanos", le dijo a BBC Mundo Aaraon Viles, director de la ONG Gulf Restoration Network.
"Las marismas dependen de un régimen de salinidad y cuando haces canales, el agua salada del mar se mezcla con el agua dulce. Las montañas de lodo que quedan al costado de los canales forman una suerte de barrera, y si la fuerza del mar empuja al agua salada al otro lado de la valla, ésta ya no puede drenar naturalmente", explicó Viles.
Por otra parte, la extracción de estos recursos naturales crea un vacío bajo la superficie, una "falla" que atraviesa todo el pantanal y que eventualmente provoca su colapso.
La destrucción del paisaje costero afecta indefectiblemente a las plantas y animales que viven en este ecosistema, que no sólo es uno de los más ricos del hemisferio, sino también la ruta migratoria de millones de aves marinas y el asiento de la industria pesquera y camaronera más importante del sur de EE.UU.
Zonas muertas
Pelícanos manchados de petróleo, una imagen emblemática del accidente de BP.
Otro de los grandes problemas que afecta al Golfo desde hace años son los desechos que trae consigo el río Mississippi, el sistema fluvial más extenso de Estados Unidos que se origina en el Lago Itasca, en Minnesota y desemboca en las aguas del Golfo.
El río lleva al mar los residuos de los sistemas de desagüe y una gran cantidad de fertilizantes y herbicidas utilizados en las cosechas que contienen nitrógeno y fósforo. Se calcula que cerca de 1,5 millones de toneladas de nitrógeno va parar al océano al año.
Estas sustancias estimulan el crecimiento desproporcionado de las algas. A medida que éstas se mueren y se descomponen absorben el oxígeno disuelto en las columnas de agua.
"El problema de estas zonas de bajo contenido de oxígeno es que allí no pueden sobrevivir los peces, los camarones ni los cangrejos", le explicó a BBC Mundo Nancy Rabalais, investigadora del Consorcio de Universidades Marinas de Louisiana y experta en este fenómeno conocido como hypoxia.
"Las zonas muertas son ahora mucho más grandes", añadió Rabalais.
Según datos recopilados entre 2004 y 2008, esta región sin vida que se forma durante el verano en el Golfo tiene una superficie aproximada de 17.000 km2.
Es la zona muerta más grande de EE.UU. y la segunda mas grande del mundo después de la
del Mar Báltico.
Estos espacios sin vida, le explicó a BBC Mundo, Felicia Coleman, directora del Laboratorio Costero y Marino del Estado de Florida, pueden ser empujados por la fuerza de las corrientes marinas y trasladarse a otras zonas del golfo.
Y si bien el problema puede revertirse reduciendo la cantidad de nitrógeno y fósforo que depositan las aguas, en la práctica no resulta sencillo.
"El Mississippi drena agua a través de 33 estados", le dijo a BBC Mundo Aaron Viles, "y si primero tienes que limpiar el río, para limpiar el Golfo, hace falta que estos 33 estados trabajen de manera conjunta".
¿Esperanzas? Pocas
Hay quienes hablan también de la sobrepesca y sus efectos obvios sobre la biodiversidad del ecosistema marino y el periódico estadounidense The New York Times señala incluso que el lecho del Golfo está repleto de bombas, armas químicas y restos de artillería lanzados a las aguas a mediados del siglo pasado.
Se calcula que se derramaron cerca de cinco millones de barriles como consecuencia del accidente.
Quizá por todo este conjunto de razones muchos científicos consideran el accidente de BP como un gran desastre que llega al final de una extensa lista de desastres, aunque estos sean menos evidentes o menos publicitados.
"El crudo derramado por BP es el signo de exclamación al final de una oración muy larga que habla sobre cómo la industria petrolera arruinó a Lousiana y al Golfo de México", dijo Viles.
"Esperemos que sirva para generar una mayor conciencia medioambiental, pero todavía hay mucho por hacer", agregó.
A Felicia Coleman también le cuesta ser optimista. Si bien el derrame puede ayudar a hacer más visibles los problemas de una zona que quizá por ser de las más pobres de EE.UU. no ha recibido mucha atención, "como la mayor parte del crudo está bajo el agua y no podemos ver su todo su impacto, es más fácil olvidarse del problema".
Y una vez fuera de nuestro campo visual, es muy posible que el impacto en la memoria comience, paulatinamente, a desvanecerse.
BBC Mundo, Medio Ambiente
El crudo llegó a algunas zonas en las costas del Golfo de México, pero la mayor parte permanece bajo el agua.
Toda la atención parece estar puesta en los intentos de la petrolera británica BP de solucionar definitivamente el mayor derrame crudo de la historia. Sin embargo, hay otra realidad que ha pasado inadvertida: la contaminación no es nueva en el Golfo de México.
Los expertos afirman que esta zona sufre desde hace más de 50 años los efectos nocivos de la explotación agrícola, gasífera y petrolera.
"Por aquí pasan miles de tuberías de gas y crudo, y los canales de exploración y navegación que se han dragado han cambiado completamente la hidrología de la costa y los pantanos", le dijo a BBC Mundo Aaraon Viles, director de la ONG Gulf Restoration Network.
"Las marismas dependen de un régimen de salinidad y cuando haces canales, el agua salada del mar se mezcla con el agua dulce. Las montañas de lodo que quedan al costado de los canales forman una suerte de barrera, y si la fuerza del mar empuja al agua salada al otro lado de la valla, ésta ya no puede drenar naturalmente", explicó Viles.
Por otra parte, la extracción de estos recursos naturales crea un vacío bajo la superficie, una "falla" que atraviesa todo el pantanal y que eventualmente provoca su colapso.
La destrucción del paisaje costero afecta indefectiblemente a las plantas y animales que viven en este ecosistema, que no sólo es uno de los más ricos del hemisferio, sino también la ruta migratoria de millones de aves marinas y el asiento de la industria pesquera y camaronera más importante del sur de EE.UU.
Zonas muertas
Pelícanos manchados de petróleo, una imagen emblemática del accidente de BP.
Otro de los grandes problemas que afecta al Golfo desde hace años son los desechos que trae consigo el río Mississippi, el sistema fluvial más extenso de Estados Unidos que se origina en el Lago Itasca, en Minnesota y desemboca en las aguas del Golfo.
El río lleva al mar los residuos de los sistemas de desagüe y una gran cantidad de fertilizantes y herbicidas utilizados en las cosechas que contienen nitrógeno y fósforo. Se calcula que cerca de 1,5 millones de toneladas de nitrógeno va parar al océano al año.
Estas sustancias estimulan el crecimiento desproporcionado de las algas. A medida que éstas se mueren y se descomponen absorben el oxígeno disuelto en las columnas de agua.
"El problema de estas zonas de bajo contenido de oxígeno es que allí no pueden sobrevivir los peces, los camarones ni los cangrejos", le explicó a BBC Mundo Nancy Rabalais, investigadora del Consorcio de Universidades Marinas de Louisiana y experta en este fenómeno conocido como hypoxia.
"Las zonas muertas son ahora mucho más grandes", añadió Rabalais.
Según datos recopilados entre 2004 y 2008, esta región sin vida que se forma durante el verano en el Golfo tiene una superficie aproximada de 17.000 km2.
Es la zona muerta más grande de EE.UU. y la segunda mas grande del mundo después de la
del Mar Báltico.
Estos espacios sin vida, le explicó a BBC Mundo, Felicia Coleman, directora del Laboratorio Costero y Marino del Estado de Florida, pueden ser empujados por la fuerza de las corrientes marinas y trasladarse a otras zonas del golfo.
Y si bien el problema puede revertirse reduciendo la cantidad de nitrógeno y fósforo que depositan las aguas, en la práctica no resulta sencillo.
"El Mississippi drena agua a través de 33 estados", le dijo a BBC Mundo Aaron Viles, "y si primero tienes que limpiar el río, para limpiar el Golfo, hace falta que estos 33 estados trabajen de manera conjunta".
¿Esperanzas? Pocas
Hay quienes hablan también de la sobrepesca y sus efectos obvios sobre la biodiversidad del ecosistema marino y el periódico estadounidense The New York Times señala incluso que el lecho del Golfo está repleto de bombas, armas químicas y restos de artillería lanzados a las aguas a mediados del siglo pasado.
Se calcula que se derramaron cerca de cinco millones de barriles como consecuencia del accidente.
Quizá por todo este conjunto de razones muchos científicos consideran el accidente de BP como un gran desastre que llega al final de una extensa lista de desastres, aunque estos sean menos evidentes o menos publicitados.
"El crudo derramado por BP es el signo de exclamación al final de una oración muy larga que habla sobre cómo la industria petrolera arruinó a Lousiana y al Golfo de México", dijo Viles.
"Esperemos que sirva para generar una mayor conciencia medioambiental, pero todavía hay mucho por hacer", agregó.
A Felicia Coleman también le cuesta ser optimista. Si bien el derrame puede ayudar a hacer más visibles los problemas de una zona que quizá por ser de las más pobres de EE.UU. no ha recibido mucha atención, "como la mayor parte del crudo está bajo el agua y no podemos ver su todo su impacto, es más fácil olvidarse del problema".
Y una vez fuera de nuestro campo visual, es muy posible que el impacto en la memoria comience, paulatinamente, a desvanecerse.