Se desata la alegría española

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“No puede ser, tiene que ser un sueño”, gritó Enrique, un madrileño de 48 años, con la cabeza envuelta en una bufanda amarilla y roja para protegerse del viento frío de Johannesburgo. “Es nuestro primer Mundial, nunca pensé que vería este día”, añadió con la voz entrecortada para FIFA.com antes de lanzarse como una flecha hacia una esquina de la imponente estructura del Soccer City, marcando frenéticamente las teclas del teléfono para llamar a su familia en la capital de España.

Los actuales campeones de Europa, que tantas veces se habían despedido con lágrimas de tristeza de la mayor cita deportiva del planeta, alzaban su primera Copa Mundial de la FIFA en la tribuna de honor mientras el hincha se tapaba un oído y gritaba, en vano, en su teléfono móvil. La selección española, que acaba de disputar su 13ª fase final mundialista, se había ganado a su pesar la reputación de rendir por debajo del nivel que se aguardaba de ella, al no cumplir nunca las expectativas en el momento decisivo. Fueron muchas las ocasiones en que se bloqueó y le fallaron los nervios cuando más intensa era la ilusión. “Llegar por primera vez a la final ya era una alegría, un triunfo increíble”, gritó José, nacido en España y residente en Venezuela, antes de incorporarse corriendo a un grupo de entusiasmados seguidores que cantaban una canción muy apropiada: “Xavi, Iniesta, esto es una fiesta”, bramaban en la gélida noche, saltando y botando en los alrededores de Soweto.

“Era el momento”, dijo Carlos, de 43 años, hijo de español y residente en Dubai. “Creo que la maldición de los holandeses es peor que la de España, ya han perdido tres finales. Uno se siente mal por ellos. Tienen una afición fantástica, y han hecho un campeonato estupendo. Pero hoy era nuestro día”.

Y la alegría de España era la desolación de Holanda. “Llevaba 32 años esperando para ver a mi Oranje de nuevo en la final”, se lamentó Rob, nacido hace 43 años en Haarlem, en las afueras de Amsterdam, y que ahora vive en la capital sudafricana. “Soñaba que hoy lo conseguiríamos, pero tenemos que esperar otra vez”. Holanda fue dos veces finalista en la década de 1970, y ahora, una vez que se ha hecho realidad el sueño de los españoles, pasará a ser considerada la mayor nación futbolística de cuantas no han conquistado nunca el trofeo más codiciado del planeta. Wesley Sneijder, Arjen Robben o Mark van Bommel, tirados sobre el césped, llorando destrozados, sentían una frustración idéntica a la de sus aficionados, que reflejó lo cruel que puede ser el fútbol. “Qué desgracia, qué pena”, fue lo único que pudo decir Peter, de 45 años y oriundo de Utrecht. “Es duro hacer frente a la historia”.

Al mismo tiempo que los colores rojo, blanco y azul con que los seguidores neerlandeses se habían pintado el rostro se deshacían y las esperanzas de la mañana dejaban paso a la cruda realidad de la derrota por 1-0 sufrida por la noche en la prórroga, los españoles apenas podían contener su euforia. La emoción embargaba a unos hinchas tan acostumbrados a ver desvanecerse sus esperanzas, a que su equipo no estuviera a la altura en las grandes ocasiones y a decir adiós en cuartos de final. “Se ha logrado, por primera vez en la historia, aún no me creo que sea verdad”, continuó José, mirando hacia abajo, al campo, donde el barcelonista Andrés Iniesta, autor del gol que dio la victoria a los suyos, Xavi y los demás integrantes de la ya legendaria selección española desfilaban acunando, ahora sí, el trofeo. “Pienso en la gente de mi casa, pienso en mi padre y en todas las veces que hemos perdido. No se me va a ir nunca la sonrisa”.

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