Paraguay cayó de pie, como en Francia 98
Johannesburgo, Agencias
Paraguay se despidió de Sudáfrica 2010, con honra, de pie, con la última gota de esfuerzo sobre el césped de Ellis Park, superado por uno de los favoritos, a los que sorprendió y desestabilizó, con la historia de su fútbol más ancha pero con el lamento de que, a poco más, el logro pudo ser mayor.
Hasta el final estuvo en el partido Paraguay. Con la semifinal oscilando. Con la posibilidad del sueño prolongado y amarrado a la fe, desechada al final por su escasez de mordiente, que terminó pagando. No obstante, en el tramo final, una acción de Lucas Barrios y su rechace, en botas de Óscar Cardozo, pudieron alargar aún los deseos guaraníes. Tuvo el gol.
Había estudiado perfectamente la fórmula el conjunto paraguayo. De entrada, Gerardo Martino renunció a las tres puntas. Ha sido una constante una terna de ataque desde que irrumpió como responsable de la selección de Paraguay. Un guiño al cambio de talante del conjunto guaraní, tradicionalmente considerada como un cuadro defensivo. Un fiel del cerrojazo.
Ha sido norma habitual la presencia del trío de delanteros tanto en la fase de clasificación para Sudáfrica como en el propio Mundial. Es, además, donde más tiene para elegir, con futbolistas experimentados en el fútbol europeo.
Sin embargo, rompió la norma ante Italia y ahora también, contra España. El pedigrí del rival convirtió en precavido al preparador argentino. Reforzó la medular frente el campeón del Mundo. De nuevo contra España, catalogada como un rival de enjundia. Como una de las favoritas.
Martino no dejó nada a la improvisación y manejó la situación a expensas del adversario. Quitó a Carlos Bonet del lateral para dar entrada a Darío Verón en la zaga, sobre todo para controlar la caída de David Villa por ese lado del campo.
Y Edgar Barreto y Jonathan Santana, con apenas minutos mundialistas, formaron parte de la medular junto a Víctor "Topo" Cáceres y Cristián Riveros, el futbolista que maneja el ritmo de la selección. El damnificado fue Enrique Vera, un jugador de ida y vuelta, fijo hasta el momento, de inicio en todos los partidos, que empezó contemplando el duelo desde el banco.
Pero la puesta en escena no supuso un planeamiento conservador. La 'albirroja', con la lección estudiada, empezó con una firme presión en todo el campo que complicó la circulación y proporcionó numerosas pérdidas a España.
Pocos se esperaban un arranque similar de Paraguay. Todos implicados, no facilitó la tarea de España y aguardó su ocasión para la contra. Ejecutó un par de advertencias en la primera parte. Gol anulado incluido, con la amenaza de la movilidad de Nelson Haedo Valdez. Justo Villar estuvo resguardado. Vivió con sosiego durante la primera mitad.
Indiferente a la posesión, los porcentajes no garantizan triunfos, mantuvo el tipo, alentado por la falta de movilidad de su rival, al que tuvo contra las cuerdas a la hora de juego, cuando una acción de estrategia, en un saque de esquina, terminó con un penalti a favor.
Óscar Cardozo, que marcó el definitivo contra Japón en la tanda, falló. Iker Casillas lo detuvo. La acción incendió el partido. En la continuación, Antolín Alcaraz forcejea con David Villa y el árbitro indica otro penalti. Xabi Alonso anota a la primera. Pero el colegiado manda repetir y Justo Villar lo detiene.
El partido se rompió y España apretó el acelerador aunque Paraguay mantuvo el tipo. Gerardo Martino reaccionó con tino y soltura a cada movimiento de Vicente del Bosque. Tiró de Enrique Vera a la hora de juego. Contó con el contratiempo de la lesión de Nelson Haedo Valdez y a la desesperada optó por Lucas Barrios para dar la vuelta a una situación adversa.
Tuvo el gol Paraguay en el último suspiro. En un disparo de Barrios, precisamente que rechazó Iker. Después remató Cardozo. No fue su día y sí el del capitán español, decisivo en el triunfo de España y en el adiós de Paraguay. Con honra. De pie.
Paraguay se despidió de Sudáfrica 2010, con honra, de pie, con la última gota de esfuerzo sobre el césped de Ellis Park, superado por uno de los favoritos, a los que sorprendió y desestabilizó, con la historia de su fútbol más ancha pero con el lamento de que, a poco más, el logro pudo ser mayor.
Hasta el final estuvo en el partido Paraguay. Con la semifinal oscilando. Con la posibilidad del sueño prolongado y amarrado a la fe, desechada al final por su escasez de mordiente, que terminó pagando. No obstante, en el tramo final, una acción de Lucas Barrios y su rechace, en botas de Óscar Cardozo, pudieron alargar aún los deseos guaraníes. Tuvo el gol.
Había estudiado perfectamente la fórmula el conjunto paraguayo. De entrada, Gerardo Martino renunció a las tres puntas. Ha sido una constante una terna de ataque desde que irrumpió como responsable de la selección de Paraguay. Un guiño al cambio de talante del conjunto guaraní, tradicionalmente considerada como un cuadro defensivo. Un fiel del cerrojazo.
Ha sido norma habitual la presencia del trío de delanteros tanto en la fase de clasificación para Sudáfrica como en el propio Mundial. Es, además, donde más tiene para elegir, con futbolistas experimentados en el fútbol europeo.
Sin embargo, rompió la norma ante Italia y ahora también, contra España. El pedigrí del rival convirtió en precavido al preparador argentino. Reforzó la medular frente el campeón del Mundo. De nuevo contra España, catalogada como un rival de enjundia. Como una de las favoritas.
Martino no dejó nada a la improvisación y manejó la situación a expensas del adversario. Quitó a Carlos Bonet del lateral para dar entrada a Darío Verón en la zaga, sobre todo para controlar la caída de David Villa por ese lado del campo.
Y Edgar Barreto y Jonathan Santana, con apenas minutos mundialistas, formaron parte de la medular junto a Víctor "Topo" Cáceres y Cristián Riveros, el futbolista que maneja el ritmo de la selección. El damnificado fue Enrique Vera, un jugador de ida y vuelta, fijo hasta el momento, de inicio en todos los partidos, que empezó contemplando el duelo desde el banco.
Pero la puesta en escena no supuso un planeamiento conservador. La 'albirroja', con la lección estudiada, empezó con una firme presión en todo el campo que complicó la circulación y proporcionó numerosas pérdidas a España.
Pocos se esperaban un arranque similar de Paraguay. Todos implicados, no facilitó la tarea de España y aguardó su ocasión para la contra. Ejecutó un par de advertencias en la primera parte. Gol anulado incluido, con la amenaza de la movilidad de Nelson Haedo Valdez. Justo Villar estuvo resguardado. Vivió con sosiego durante la primera mitad.
Indiferente a la posesión, los porcentajes no garantizan triunfos, mantuvo el tipo, alentado por la falta de movilidad de su rival, al que tuvo contra las cuerdas a la hora de juego, cuando una acción de estrategia, en un saque de esquina, terminó con un penalti a favor.
Óscar Cardozo, que marcó el definitivo contra Japón en la tanda, falló. Iker Casillas lo detuvo. La acción incendió el partido. En la continuación, Antolín Alcaraz forcejea con David Villa y el árbitro indica otro penalti. Xabi Alonso anota a la primera. Pero el colegiado manda repetir y Justo Villar lo detiene.
El partido se rompió y España apretó el acelerador aunque Paraguay mantuvo el tipo. Gerardo Martino reaccionó con tino y soltura a cada movimiento de Vicente del Bosque. Tiró de Enrique Vera a la hora de juego. Contó con el contratiempo de la lesión de Nelson Haedo Valdez y a la desesperada optó por Lucas Barrios para dar la vuelta a una situación adversa.
Tuvo el gol Paraguay en el último suspiro. En un disparo de Barrios, precisamente que rechazó Iker. Después remató Cardozo. No fue su día y sí el del capitán español, decisivo en el triunfo de España y en el adiós de Paraguay. Con honra. De pie.