La Reina y el primer ministro de Holanda recibieron a la 'Oranje', que se paseó en barco
Amsterdam, Agencias
Más modesta y menos multitudinaria, pero Holanda también tuvo su fiesta al regreso del Mundial de Sudáfrica. La selección Oranje fue recibida en La Haya por el primer ministro del país, Jan Peter Balkenende, al que acompañaba su hija Amelie. Después, el grupo posó para los fotógrafos.
El capitán de Holanda, Giovanni Van Bronckhorst, y el entrenador, Bert van Marwijk, recibieron la felicitación de Balkenende, quien consideró a la selección "una inspiración" para el país, pese a la derrota ante España en la final del Mundial.
Los jugadores también fueron recibidos por la Reina Beatriz en el Palacio Noordeinde de La Haya y luego, ya en Amsterdam, se pasearon en barco por los canales para ofrecer el subcampeonato mundial a la afición holandesa.
Fiesta naranja
Holanda recuperó hoy la sonrisa perdida, gracias a los miles de aficionados que inundaron y animaron de nuevo
las calles de Ámsterdam vestidos de naranja para celebrar la vuelta a casa de la selección.
Desde por la mañana, un reguero incansable de hinchas ataviados con pulseras, camisetas, gorros y bufandas del color que viste la selección tomó posiciones a lo largo de los canales, formando un reguero naranja que devolvió el pulso a la capital holandesa.
"Welkom" (Bienvenidos), "Feliciteert" (Felicidades) y "Bertje!" son las palabras que más sonaron en boca de los aficionados: "Bertje es el apodo que le damos al seleccionador (Bert van Marwijk), es una broma porque en holandés decimos "Biertje" (cerveza) antes de dar un buen trago", explicó Addy, uno de los hinchas.
Otro gran protagonista de la fiesta fue el árbitro Howard Webb, encargado de pitar la final, que aparecía estampado en varias camisetas dentro de un cartel de "busca y captura". "Sacó tarjeta roja a Holanda y no se atrevió a hacer lo mismo con Puyol, así que ahora es enemigo número uno en el país", apuntó Patrick, otro aficionado.
Comienzan a oirse gritos de emoción, suenan las vuvuzelas y el humo naranja de las bengalas recibe a la barcaza en la que navega la escuadra holandesa canal abajo, momento en que el furor se desató entre los hinchas que jalean a su selección.
No sólo los 23 tulipanes se dieron un baño de multitudes, si no que los aficionados más animados no dudaron en darse un chapuzón a la salud de los subcampeones del mundo en este caluroso día.
Rodeado por sus compañeros, que lucían al cuello sus medallas de plata, el capitán del equipo, Giovanni van Bronckhorst, tomó el micrófono para agradecer a los seguidores su incondicional apoyo pese al chasco del domingo, mientras que Sneijder repartía cervezas entre los jugadores.
La música electrónica puso el broche final a una fiesta que marca el final de tres días de emociones fuertes en Holanda, pero no de los sueños del país "oranje" de conquistar la escurridiza Copa del Mundo.
Más modesta y menos multitudinaria, pero Holanda también tuvo su fiesta al regreso del Mundial de Sudáfrica. La selección Oranje fue recibida en La Haya por el primer ministro del país, Jan Peter Balkenende, al que acompañaba su hija Amelie. Después, el grupo posó para los fotógrafos.
El capitán de Holanda, Giovanni Van Bronckhorst, y el entrenador, Bert van Marwijk, recibieron la felicitación de Balkenende, quien consideró a la selección "una inspiración" para el país, pese a la derrota ante España en la final del Mundial.
Los jugadores también fueron recibidos por la Reina Beatriz en el Palacio Noordeinde de La Haya y luego, ya en Amsterdam, se pasearon en barco por los canales para ofrecer el subcampeonato mundial a la afición holandesa.
Fiesta naranja
Holanda recuperó hoy la sonrisa perdida, gracias a los miles de aficionados que inundaron y animaron de nuevo
las calles de Ámsterdam vestidos de naranja para celebrar la vuelta a casa de la selección.
Desde por la mañana, un reguero incansable de hinchas ataviados con pulseras, camisetas, gorros y bufandas del color que viste la selección tomó posiciones a lo largo de los canales, formando un reguero naranja que devolvió el pulso a la capital holandesa.
"Welkom" (Bienvenidos), "Feliciteert" (Felicidades) y "Bertje!" son las palabras que más sonaron en boca de los aficionados: "Bertje es el apodo que le damos al seleccionador (Bert van Marwijk), es una broma porque en holandés decimos "Biertje" (cerveza) antes de dar un buen trago", explicó Addy, uno de los hinchas.
Otro gran protagonista de la fiesta fue el árbitro Howard Webb, encargado de pitar la final, que aparecía estampado en varias camisetas dentro de un cartel de "busca y captura". "Sacó tarjeta roja a Holanda y no se atrevió a hacer lo mismo con Puyol, así que ahora es enemigo número uno en el país", apuntó Patrick, otro aficionado.
Comienzan a oirse gritos de emoción, suenan las vuvuzelas y el humo naranja de las bengalas recibe a la barcaza en la que navega la escuadra holandesa canal abajo, momento en que el furor se desató entre los hinchas que jalean a su selección.
No sólo los 23 tulipanes se dieron un baño de multitudes, si no que los aficionados más animados no dudaron en darse un chapuzón a la salud de los subcampeones del mundo en este caluroso día.
Rodeado por sus compañeros, que lucían al cuello sus medallas de plata, el capitán del equipo, Giovanni van Bronckhorst, tomó el micrófono para agradecer a los seguidores su incondicional apoyo pese al chasco del domingo, mientras que Sneijder repartía cervezas entre los jugadores.
La música electrónica puso el broche final a una fiesta que marca el final de tres días de emociones fuertes en Holanda, pero no de los sueños del país "oranje" de conquistar la escurridiza Copa del Mundo.