Fini desafía a Berlusconi y forma un grupo parlamentario propio
Lucía Magi, El País
Gianfranco Fini pasa al contraataque. Un día después de su expulsión del Pueblo de la Libertad, el partido que él mismo contribuyó a fundar, convocó a la prensa para levantar la voz contra el primer ministro Silvio Berlusconi, principal responsable de su excomunión. "Ha demostrado su espíritu profundamente antiliberal acusándome de promover críticas a algunos proyectos de ley, imaginad qué crimen más inmundo", comentó irónico leyendo el documento aprobado por la cúpula del PDL que sella su condena y pide su dimisión como presidente de la Cámara. Pero Fini no se va. "Estoy allí como garantía del funcionamiento imparcial de la Cámara, no de la mayoría. Quien piensa eso razona según lógicas empresariales".
La tropa de sus fieles está allí: aplauden, se saludan con palmadas y apretones de mano. Se cuentan y deciden la formación de un nuevo grupo parlamentario. Se llamará Futuro y Libertad. Los diputados son 33 y los senadores pueden llegar a ser 14. En la Cámara el nuevo grupo se constituyó ayer. Para el Senado se esperará hasta el lunes.
Los disidentes del PDL parecían relajados mientras escuchaban las directivas de su líder herético: "Vamos a ser leales hacia nuestros electores. Seguiremos apoyando al Gobierno cuando de verdad cumpla con el programa y se preocupe del interés colectivo. En caso contrario, vamos a oponernos".
"Cada cosa se discute en el Parlamento", dijo Fini. Para Berlusconi será mucho más complicado, sino imposible, sacar adelante sus reformas y sus leyes. Para alguien que recurre cada dos por tres a mociones de confianza, las palabras del ex aliado suenan como una amenaza. Pero, de momento, se aleja la posibilidad de la caída inmediata del Gobierno. Berlusconi dijo que no va a sustituir a los ministros finianos: "Los amigos de Fini en el Ejecutivo trabajan bien. Confío en ellos". La tierra de la política italiana tiembla, pero el Palazzo se mantiene por ahora de pie.
Futuro y Libertad (que en su nombre mantiene un pie en el pasado y deja presagiar el nacimiento de un nuevo partido), tiene los números para dejar en minoría al Gobierno. El Ejecutivo (PDL más Liga Norte) hasta ayer contaba con 342 diputados. Sin los 33 disidentes, se quedaría con 309 votos, mientras la mayoría en la Cámara es de 316. La situación en el Senado parece menos peligrosa para la estabilidad del Gobierno: allí los rebeldes son entre 10 y 14 y en el peor de los casos los ortodoxos se quedarían en 160, cuando la mayoría es de 158 votos.
Son muchas las cuestiones que han llevado al divorcio de aquel matrimonio de conveniencia que fue la fusión de Forza Italia, creación de Berlusconi, y de Alianza Nacional, que recogió y renovó con Fini la herencia fascista. El tema de la legalidad es central para los últimos. Ayer lo repitió el presidente de la Cámara: "Seguiremos representando a la parte honesta del electorado de derecha que no se explican porqué en el PDL para algunos miembros del PDL la sagrada presunción de inocencia se convierte a menudo en pretensión de impunidad".
Desde su grupo autónomo, los finianos mantienen en vida artificial al Ejecutivo. Todo para alejar la hipótesis de elecciones anticipadas. De hecho, ningún partido está preparado para una campaña electoral adelantada de tres años. El Partido Democrático ya ha caído en la pilatesca tentación de siempre: "Pedimos un Gobierno de amplios acuerdos, de transición o institucional". Los católicos del centro miran sin pronunciarse y esperan que llegue su momento. La flamante tropa de Futuro y Libertad aún no es ni un partido y no se puede presentar al voto. Umberto Bossi, líder de la Liga Norte, resumió la situación de forma muy personal y plástica. "¿Habrá elecciones anticipadas?", preguntó un periodista. Él, poco locuaz, le respondió con una peineta.
Gianfranco Fini pasa al contraataque. Un día después de su expulsión del Pueblo de la Libertad, el partido que él mismo contribuyó a fundar, convocó a la prensa para levantar la voz contra el primer ministro Silvio Berlusconi, principal responsable de su excomunión. "Ha demostrado su espíritu profundamente antiliberal acusándome de promover críticas a algunos proyectos de ley, imaginad qué crimen más inmundo", comentó irónico leyendo el documento aprobado por la cúpula del PDL que sella su condena y pide su dimisión como presidente de la Cámara. Pero Fini no se va. "Estoy allí como garantía del funcionamiento imparcial de la Cámara, no de la mayoría. Quien piensa eso razona según lógicas empresariales".
La tropa de sus fieles está allí: aplauden, se saludan con palmadas y apretones de mano. Se cuentan y deciden la formación de un nuevo grupo parlamentario. Se llamará Futuro y Libertad. Los diputados son 33 y los senadores pueden llegar a ser 14. En la Cámara el nuevo grupo se constituyó ayer. Para el Senado se esperará hasta el lunes.
Los disidentes del PDL parecían relajados mientras escuchaban las directivas de su líder herético: "Vamos a ser leales hacia nuestros electores. Seguiremos apoyando al Gobierno cuando de verdad cumpla con el programa y se preocupe del interés colectivo. En caso contrario, vamos a oponernos".
"Cada cosa se discute en el Parlamento", dijo Fini. Para Berlusconi será mucho más complicado, sino imposible, sacar adelante sus reformas y sus leyes. Para alguien que recurre cada dos por tres a mociones de confianza, las palabras del ex aliado suenan como una amenaza. Pero, de momento, se aleja la posibilidad de la caída inmediata del Gobierno. Berlusconi dijo que no va a sustituir a los ministros finianos: "Los amigos de Fini en el Ejecutivo trabajan bien. Confío en ellos". La tierra de la política italiana tiembla, pero el Palazzo se mantiene por ahora de pie.
Futuro y Libertad (que en su nombre mantiene un pie en el pasado y deja presagiar el nacimiento de un nuevo partido), tiene los números para dejar en minoría al Gobierno. El Ejecutivo (PDL más Liga Norte) hasta ayer contaba con 342 diputados. Sin los 33 disidentes, se quedaría con 309 votos, mientras la mayoría en la Cámara es de 316. La situación en el Senado parece menos peligrosa para la estabilidad del Gobierno: allí los rebeldes son entre 10 y 14 y en el peor de los casos los ortodoxos se quedarían en 160, cuando la mayoría es de 158 votos.
Son muchas las cuestiones que han llevado al divorcio de aquel matrimonio de conveniencia que fue la fusión de Forza Italia, creación de Berlusconi, y de Alianza Nacional, que recogió y renovó con Fini la herencia fascista. El tema de la legalidad es central para los últimos. Ayer lo repitió el presidente de la Cámara: "Seguiremos representando a la parte honesta del electorado de derecha que no se explican porqué en el PDL para algunos miembros del PDL la sagrada presunción de inocencia se convierte a menudo en pretensión de impunidad".
Desde su grupo autónomo, los finianos mantienen en vida artificial al Ejecutivo. Todo para alejar la hipótesis de elecciones anticipadas. De hecho, ningún partido está preparado para una campaña electoral adelantada de tres años. El Partido Democrático ya ha caído en la pilatesca tentación de siempre: "Pedimos un Gobierno de amplios acuerdos, de transición o institucional". Los católicos del centro miran sin pronunciarse y esperan que llegue su momento. La flamante tropa de Futuro y Libertad aún no es ni un partido y no se puede presentar al voto. Umberto Bossi, líder de la Liga Norte, resumió la situación de forma muy personal y plástica. "¿Habrá elecciones anticipadas?", preguntó un periodista. Él, poco locuaz, le respondió con una peineta.