Estados Unidos amplía las sanciones a Corea del Norte
José Reinoso, Pekín, El País
El anuncio se produjo poco después de que Clinton visitara la zona desmilitarizada que separa las dos Coreas en compañía del secretario de Defensa, Robert Gates. Una visita con la que, según Gates, EE UU ha querido enviar "una fuerte señal al Norte, a la región y al mundo" de que su compromiso con la seguridad de Corea del Sur es "inquebrantable". Se trata de la primera vez que los dos más altos miembros de un gabinete estadounidense recorren juntos la zona fronteriza, último vestigio de la guerra fría y uno de los lugares con mayor presencia militar del mundo. La guerra de Corea (1950-1953) concluyó con un alto el fuego que nunca se convirtió en tratado de paz.
Las nuevas sanciones cobran una dimensión añadida en vísperas de las maniobras navales y aéreas que Estados Unidos y Corea del Sur llevarán a cabo a partir del domingo en el mar de Japón. Los ejercicios han provocado la ira de Pyongyang y "profunda preocupación" en Pekín. Inicialmente iban a ser realizados en el mar Amarillo, que separa la península coreana de China, pero se cambió el lugar ante las repetidas protestas de Pekín. Seúl y Washington han advertido que las futuras maniobras -hay prevista una decena en los próximos meses- tendrán lugar a ambos lados de la península.
"Nos oponemos totalmente a la presencia de barcos y aviones extranjeros en el mar Amarillo y otras aguas cercanas a China para participar en actividades que afectan a los intereses en seguridad de China", dijo Qin Gang, portavoz de Exteriores. Algunos académicos chinos creen que Washington quiere enviar también un mensaje a Pekín, lo más cercano a un aliado que tiene Corea del Norte. China ha rechazado criticar a su vecino por el hundimiento del Cheonan.
Las sanciones incrementarán las restricciones financieras y de viaje existentes. EE UU congelará nuevos activos, impedirá a más norcoreanos que vayan al extranjero y colaborará con otros bancos para evitar transacciones sospechosas. También intentará evitar que funcionarios de Pyongyang abusen de sus privilegios diplomáticos para realizar actividades ilegales, en particular falsificación de moneda, contrabando de tabaco y blanqueo de dinero.
Clinton afirmó que las medidas pretenden incrementar la capacidad "para evitar la proliferación de Corea del Norte, detener las actividades ilícitas que ayudan a financiar su programa de armamento y disuadirlo para que no lleve a cabo más acciones provocadoras", informa France Presse. La secretaria de Estado aclaró que las sanciones no van dirigidas a la población sino a los dirigentes, para quienes será más difícil acceder a productos de lujo occidentales.
El Consejo de Seguridad de la ONU ha aprobado en los últimos años varias resoluciones con duras sanciones contra el Norte, en respuesta a sus ensayos de armas atómicas y misiles balísticos de largo alcance. EE UU, Japón y Corea del Sur han adoptado medidas unilaterales adicionales. De ahí que algunos analistas consideren que la nueva tanda no servirá para que Kim Jong-il cambie su política y no tendrá un gran impacto sobre la depauperada economía norcoreana, que depende en buena medida de China.
El anuncio se produjo poco después de que Clinton visitara la zona desmilitarizada que separa las dos Coreas en compañía del secretario de Defensa, Robert Gates. Una visita con la que, según Gates, EE UU ha querido enviar "una fuerte señal al Norte, a la región y al mundo" de que su compromiso con la seguridad de Corea del Sur es "inquebrantable". Se trata de la primera vez que los dos más altos miembros de un gabinete estadounidense recorren juntos la zona fronteriza, último vestigio de la guerra fría y uno de los lugares con mayor presencia militar del mundo. La guerra de Corea (1950-1953) concluyó con un alto el fuego que nunca se convirtió en tratado de paz.
Las nuevas sanciones cobran una dimensión añadida en vísperas de las maniobras navales y aéreas que Estados Unidos y Corea del Sur llevarán a cabo a partir del domingo en el mar de Japón. Los ejercicios han provocado la ira de Pyongyang y "profunda preocupación" en Pekín. Inicialmente iban a ser realizados en el mar Amarillo, que separa la península coreana de China, pero se cambió el lugar ante las repetidas protestas de Pekín. Seúl y Washington han advertido que las futuras maniobras -hay prevista una decena en los próximos meses- tendrán lugar a ambos lados de la península.
"Nos oponemos totalmente a la presencia de barcos y aviones extranjeros en el mar Amarillo y otras aguas cercanas a China para participar en actividades que afectan a los intereses en seguridad de China", dijo Qin Gang, portavoz de Exteriores. Algunos académicos chinos creen que Washington quiere enviar también un mensaje a Pekín, lo más cercano a un aliado que tiene Corea del Norte. China ha rechazado criticar a su vecino por el hundimiento del Cheonan.
Las sanciones incrementarán las restricciones financieras y de viaje existentes. EE UU congelará nuevos activos, impedirá a más norcoreanos que vayan al extranjero y colaborará con otros bancos para evitar transacciones sospechosas. También intentará evitar que funcionarios de Pyongyang abusen de sus privilegios diplomáticos para realizar actividades ilegales, en particular falsificación de moneda, contrabando de tabaco y blanqueo de dinero.
Clinton afirmó que las medidas pretenden incrementar la capacidad "para evitar la proliferación de Corea del Norte, detener las actividades ilícitas que ayudan a financiar su programa de armamento y disuadirlo para que no lleve a cabo más acciones provocadoras", informa France Presse. La secretaria de Estado aclaró que las sanciones no van dirigidas a la población sino a los dirigentes, para quienes será más difícil acceder a productos de lujo occidentales.
El Consejo de Seguridad de la ONU ha aprobado en los últimos años varias resoluciones con duras sanciones contra el Norte, en respuesta a sus ensayos de armas atómicas y misiles balísticos de largo alcance. EE UU, Japón y Corea del Sur han adoptado medidas unilaterales adicionales. De ahí que algunos analistas consideren que la nueva tanda no servirá para que Kim Jong-il cambie su política y no tendrá un gran impacto sobre la depauperada economía norcoreana, que depende en buena medida de China.