Cuba ahora... o nunca
Mauricio Vicent, El País
El diario Granma publicó el viernes en primera página un artículo demoledor y con mensaje codificado: contaba la historia del robo masivo de rieles y traviesas en el centro de Cuba, una "indolencia" que provocó, nada menos, que el descarrilamiento de un tren. Los ladrones, admitió el órgano del Partido Comunista, empleaban lo sustraído de las vías como material de construcción en viviendas. La moraleja de la crisis galopante y el deterioro era obvia, pero en la prensa oficial ni una palabra de las excarcelaciones de 11 presos políticos y su viaje a España, el tema de más repercusión internacional esta semana. Ambas historias, sin embargo, estarían unidas por un hilo invisible.
Economistas, diplomáticos, opositores, exiliados y hasta personas cercanas al Gobierno, coinciden: la debacle económica y social es de tal magnitud que al régimen no le queda más remedio que introducir reformas ya. La decisión de excarcelar a 52 presos políticos del Grupo de los 75 que todavía están en prisión, un gesto pragmático y bien recibido por la comunidad internacional, sería ante todo una "jugada política" para preparar el terreno de los cambios, según el economista y ex preso del Grupo de los 75 Óscar Espinosa Chepe.
"El Gobierno ha dado un paso enorme para salir de un problema que tenía que resolver; ahora se abre un escenario nuevo, pero de nada servirá si no se acometen pronto las reformas", cree Chepe. Una medida como la de excarcelar no tiene sentido sólo como gesto humanitario, "ha de venir algo después", cree este disidente.
Fuentes de la Iglesia Católica, y el propio ministro español de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, opinan igual. Plantean, además, que "lo de las reformas" se lo han escuchado directamente al propio Raúl Castro. En la reunión entre el presidente cubano, Moratinos y el cardenal Jaime Ortega, el 7 de julio, en la que se anunció la excarcelación de los prisioneros de conciencia, Castro se habría mostrado extremadamente claro en este asunto. "Dijo que necesitaba solucionar el tema de los presos para poder hacer con tranquilidad las transformaciones económicas que se requieren, y mostró su disposición y preocupación de enfrentar el problema del 1.300.000 trabajadores
[cerca de un 30 % de la población activa] que sobran en sus puestos laborales", reveló una fuente española.
La Iglesia lo confirma: en la reunión del 19 de mayo con el cardenal Ortega y el presidente de la Conferencia Episcopal, Dionisio García, Castro tocó también por iniciativa propia el tema de los cambios económicos y en el mismo "sentido positivo".
En medios oficiales, se habla incluso de que las reformas ya tienen plazo para arrancar -después de agosto- y dirección: "habrá una ampliación del trabajo por cuenta propia y sobre todo la cooperativización de algunos servicios; continuarán reduciéndose subsidios y gastos sociales, con el objetivo de hacer sostenible el sistema, y se desinflarán paulatinamente las plantillas, algo que, se sabe, tendrá un impacto social; se avanzará también en la eliminación de la doble moneda y en la renegociación de la deuda con objetivo de aliviar las tensiones financieras", dijeron fuentes consultadas por este diario.
Las mismas señalaron que Raúl Castro no apuesta por Venezuela como fuente de sustento, pues se quiere evitar repetir la experiencia de la ex Unión Soviética y la devastadora crisis de los noventa. Casi nadie discute ya que habrá reformas, cuál será su alcance es la gran incógnita y cuestión clave en estos momentos, cuando cada vez más voces dentro del propio sistema advierten de que el tiempo se agota.
"La población no entiende por qué, en una situación tan crítica, no han sido tomadas las medidas necesarias para revertirla", asegura el académico Esteban Morales en un reciente artículo.
Morales, director honorario del Centro de Estudios de EE UU, un prestigioso centro de pensamiento oficial adscrito a la Universidad de La Habana, fue expulsado recientemente del Partido Comunista por un trabajo en el que abordó los "peligros" de la corrupción y denunció la existencia de "gentes en posiciones de Gobierno y estatal que se están apalancando financieramente para cuando la Revolución se caiga". Como este analista, hoy en Cuba muchos piden poner pronto en práctica "las medidas que se están analizando, y que la población comience a sentir que la relativa quietud que ha caracterizado la situación en los últimos tres años da paso al movimiento".
El comienzo de las reformas económicas, junto a la excarcelación de los 52 presos, consolidaría esa sensación de "movimiento", según Chepe. Y pudieran llegar otras medidas, como la excarcelación de todos los presos políticos "pacíficos", algo a lo que Raúl Castro no se habría negado en sus conversaciones con la Iglesia y Moratinos, y que expresaría su voluntad de promover un cambio real. Lo primero sería cribar unas listas en las que, según el activista de los derechos humanos Elizardo Sánchez, quedan 115 presos. De estos, admiten opositores e integrantes de las Damas de Blanco, sólo entre 40 y 50 quedarían en la categoría de "pacíficos".
¿Qué esperar? Para algunos, la reaparición de Fidel Castro -el viernes se reunió en la sede de la Cancillería con un centenar de embajadores cubanos, a quienes habló sobre la posibilidad de una guerra nuclear en Oriente Próximo, su obsesión más reciente- introduce un elemento nuevo e inquietante.
El diario Granma publicó el viernes en primera página un artículo demoledor y con mensaje codificado: contaba la historia del robo masivo de rieles y traviesas en el centro de Cuba, una "indolencia" que provocó, nada menos, que el descarrilamiento de un tren. Los ladrones, admitió el órgano del Partido Comunista, empleaban lo sustraído de las vías como material de construcción en viviendas. La moraleja de la crisis galopante y el deterioro era obvia, pero en la prensa oficial ni una palabra de las excarcelaciones de 11 presos políticos y su viaje a España, el tema de más repercusión internacional esta semana. Ambas historias, sin embargo, estarían unidas por un hilo invisible.
Economistas, diplomáticos, opositores, exiliados y hasta personas cercanas al Gobierno, coinciden: la debacle económica y social es de tal magnitud que al régimen no le queda más remedio que introducir reformas ya. La decisión de excarcelar a 52 presos políticos del Grupo de los 75 que todavía están en prisión, un gesto pragmático y bien recibido por la comunidad internacional, sería ante todo una "jugada política" para preparar el terreno de los cambios, según el economista y ex preso del Grupo de los 75 Óscar Espinosa Chepe.
"El Gobierno ha dado un paso enorme para salir de un problema que tenía que resolver; ahora se abre un escenario nuevo, pero de nada servirá si no se acometen pronto las reformas", cree Chepe. Una medida como la de excarcelar no tiene sentido sólo como gesto humanitario, "ha de venir algo después", cree este disidente.
Fuentes de la Iglesia Católica, y el propio ministro español de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, opinan igual. Plantean, además, que "lo de las reformas" se lo han escuchado directamente al propio Raúl Castro. En la reunión entre el presidente cubano, Moratinos y el cardenal Jaime Ortega, el 7 de julio, en la que se anunció la excarcelación de los prisioneros de conciencia, Castro se habría mostrado extremadamente claro en este asunto. "Dijo que necesitaba solucionar el tema de los presos para poder hacer con tranquilidad las transformaciones económicas que se requieren, y mostró su disposición y preocupación de enfrentar el problema del 1.300.000 trabajadores
[cerca de un 30 % de la población activa] que sobran en sus puestos laborales", reveló una fuente española.
La Iglesia lo confirma: en la reunión del 19 de mayo con el cardenal Ortega y el presidente de la Conferencia Episcopal, Dionisio García, Castro tocó también por iniciativa propia el tema de los cambios económicos y en el mismo "sentido positivo".
En medios oficiales, se habla incluso de que las reformas ya tienen plazo para arrancar -después de agosto- y dirección: "habrá una ampliación del trabajo por cuenta propia y sobre todo la cooperativización de algunos servicios; continuarán reduciéndose subsidios y gastos sociales, con el objetivo de hacer sostenible el sistema, y se desinflarán paulatinamente las plantillas, algo que, se sabe, tendrá un impacto social; se avanzará también en la eliminación de la doble moneda y en la renegociación de la deuda con objetivo de aliviar las tensiones financieras", dijeron fuentes consultadas por este diario.
Las mismas señalaron que Raúl Castro no apuesta por Venezuela como fuente de sustento, pues se quiere evitar repetir la experiencia de la ex Unión Soviética y la devastadora crisis de los noventa. Casi nadie discute ya que habrá reformas, cuál será su alcance es la gran incógnita y cuestión clave en estos momentos, cuando cada vez más voces dentro del propio sistema advierten de que el tiempo se agota.
"La población no entiende por qué, en una situación tan crítica, no han sido tomadas las medidas necesarias para revertirla", asegura el académico Esteban Morales en un reciente artículo.
Morales, director honorario del Centro de Estudios de EE UU, un prestigioso centro de pensamiento oficial adscrito a la Universidad de La Habana, fue expulsado recientemente del Partido Comunista por un trabajo en el que abordó los "peligros" de la corrupción y denunció la existencia de "gentes en posiciones de Gobierno y estatal que se están apalancando financieramente para cuando la Revolución se caiga". Como este analista, hoy en Cuba muchos piden poner pronto en práctica "las medidas que se están analizando, y que la población comience a sentir que la relativa quietud que ha caracterizado la situación en los últimos tres años da paso al movimiento".
El comienzo de las reformas económicas, junto a la excarcelación de los 52 presos, consolidaría esa sensación de "movimiento", según Chepe. Y pudieran llegar otras medidas, como la excarcelación de todos los presos políticos "pacíficos", algo a lo que Raúl Castro no se habría negado en sus conversaciones con la Iglesia y Moratinos, y que expresaría su voluntad de promover un cambio real. Lo primero sería cribar unas listas en las que, según el activista de los derechos humanos Elizardo Sánchez, quedan 115 presos. De estos, admiten opositores e integrantes de las Damas de Blanco, sólo entre 40 y 50 quedarían en la categoría de "pacíficos".
¿Qué esperar? Para algunos, la reaparición de Fidel Castro -el viernes se reunió en la sede de la Cancillería con un centenar de embajadores cubanos, a quienes habló sobre la posibilidad de una guerra nuclear en Oriente Próximo, su obsesión más reciente- introduce un elemento nuevo e inquietante.