Argentina: Bailados por un sueño
Ciudad del Cabo, Olé
Veinte años sin estar entre los cuatro primeros, una de las peores goleadas de la historia. El Mundial de Messi y Maradona terminó con una paliza. ¡Y cómo nos duele a todos!
Pasaran años para que se olvide semejante paliza. El sueño fue pesadilla en menos de una hora de juego. "Es lo peor que me tocó vivir. Fue como una trompada de Alí", fue la frase maradoniana. Y más allá de las adjetivaciones en las que suele caer, la película de Maradona en Sudáfrica pasó de bailando a bailado por un sueño.
El baile fue general. Al equipo por la superioridad alemana y a Diego por la paliza táctica. Maradona resumió las diferencias en la sorpresa del gol tempranero y está convencido que "se encontró el camino de respetar al fútbol que le gusta a la gente, de tocar la pelota, de ir al frente". No se trata de ponerle la lupa a cada palabra del Diez sino de encontrar si advirtió cuáles fueron las razones de la paliza alemana pero desconcierta cuando insiste que "el equipo jugó bien, sólo le faltó frescura para convertir".
No sabe qué hará con su futuro, pero la herida del baile la llevará por siempre. Como le quedó marcada para siempre la gloria del 86.
Los jugadores no quedaron afuera de los cuestionamientos. Más allá de las condiciones tácticas del planteo de Maradona, ninguno rompió. Messi debió aparecer con su rebeldía y no parecer uno más del montón. Desde el número uno para abajo, a todos les faltó algo. Siempre, en los balances, obviamente hay quienes se llevan menos reproches como Burdisso y Mascherano.
No saben bien quiénes seguirán en el futuro, pero la herida del baile también la tienen.
Bailados por un sueño. Sueño que se construyó con triunfos y pasajes de buen fútbol. Sueño que se alimentó con algunos rendimientos prometedores. Porque más allá del nivel de los rivales, la génesis de un equipo se va logrando con esos triunfos. Sueño que sintió un sacudón contra México que fue advertido por Olé más allá de celebrar el triunfo, pero que se dio de lleno contra la pared alemana.
Veinte años sin estar entre los cuatro primeros, una de las peores goleadas de la historia. El Mundial de Messi y Maradona terminó con una paliza. ¡Y cómo nos duele a todos!
Pasaran años para que se olvide semejante paliza. El sueño fue pesadilla en menos de una hora de juego. "Es lo peor que me tocó vivir. Fue como una trompada de Alí", fue la frase maradoniana. Y más allá de las adjetivaciones en las que suele caer, la película de Maradona en Sudáfrica pasó de bailando a bailado por un sueño.
El baile fue general. Al equipo por la superioridad alemana y a Diego por la paliza táctica. Maradona resumió las diferencias en la sorpresa del gol tempranero y está convencido que "se encontró el camino de respetar al fútbol que le gusta a la gente, de tocar la pelota, de ir al frente". No se trata de ponerle la lupa a cada palabra del Diez sino de encontrar si advirtió cuáles fueron las razones de la paliza alemana pero desconcierta cuando insiste que "el equipo jugó bien, sólo le faltó frescura para convertir".
No sabe qué hará con su futuro, pero la herida del baile la llevará por siempre. Como le quedó marcada para siempre la gloria del 86.
Los jugadores no quedaron afuera de los cuestionamientos. Más allá de las condiciones tácticas del planteo de Maradona, ninguno rompió. Messi debió aparecer con su rebeldía y no parecer uno más del montón. Desde el número uno para abajo, a todos les faltó algo. Siempre, en los balances, obviamente hay quienes se llevan menos reproches como Burdisso y Mascherano.
No saben bien quiénes seguirán en el futuro, pero la herida del baile también la tienen.
Bailados por un sueño. Sueño que se construyó con triunfos y pasajes de buen fútbol. Sueño que se alimentó con algunos rendimientos prometedores. Porque más allá del nivel de los rivales, la génesis de un equipo se va logrando con esos triunfos. Sueño que sintió un sacudón contra México que fue advertido por Olé más allá de celebrar el triunfo, pero que se dio de lleno contra la pared alemana.