¿Sirven las resoluciones de la ONU?

Redacción
BBC Mundo

El Consejo de Seguridad es el único órgano de la ONU con poder para imponer por la fuerza sus decisiones.
Tras aprobar el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (ONU) una nueva ronda de sanciones económicas contra Irán por las sospechas sobre su programa nuclear, la pregunta que surge es:
¿servirán para algo?

La historia muestra que hay países que incumplen las resoluciones del Consejo, algunos de forma casi sistemática.
Un ejemplo es Corea del Norte, cuyas pruebas de armas nucleares en 2009 -según afirmó en su momento el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon- fueron una "grave" violación de las resoluciones del organismo.

El más citado es probablemente Israel, contra el que el Consejo de Seguridad ha dictado al menos 43 resoluciones de condena desde que que, en 1967, instó a que se retirara de territorios ocupados durante la Guerra de los Seis Días.
Incluso hay quienes sostienen que el propio Consejo ha llegado a violar la Carta de Naciones Unidas cuando en la resolución 1483 legitimó la invasión a Irak.

Ante este panorama, cabe preguntarse si efectivamente sirven de algo las resoluciones del Consejo de Seguridad. BBC Mundo le explica su utilidad y cómo es posible que existan países que les hacen oídos sordos.

¿Para qué sirve?


Como le dijo a BBC Mundo Rafael Calduch, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid, "las resoluciones sirven básicamente para establecer el criterio de legalidad y legitimidad de la comunidad internacional".
Se trata del instrumento para defenderse de las amenazas contra la paz. Decide lo que está dentro de la ley y lo que se considera injusto.
Entre sus prerrogativas está el imponer sanciones económicas y embargos. También puede desplegar militares: de pacificación o incluso directamente destinados a hacer cumplir sus mandatos por la fuerza.

Eso sí, el uso de la fuerza es un último recurso. Sólo se procede cuando se ha comprobado que la paz está en peligro o que se ha producido un acto de agresión.
Según le aclaró a BBC Mundo el sueco Christer Elfverson, asesor diplomático de la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (FRIDE), "existen diferentes tipos de resoluciones en función de qué capítulo de la Carta las ampara".
"Bajo el capítulo VI, se aprueban recomendaciones muy fuertes, pero que no implican el uso de la fuerza. Si es bajo el VII, que abarca casi todas las emitidas sobre misiones de mantenimiento de la paz, entonces es legalmente obligatoria y puede autorizar el uso de la fuerza".

Como apunta Calduch, "antes de recurrir a medios militares hay la posibilidad de imponer otro tipo de sanciones".

¿Se cumplen?


Como apunta el profesor Calduch, "cuando se tienen que aplicar sanciones a países poderosos militarmente, resulta más difícil hacerlas cumplir por la fuerza".
Y es que el remedio podría ser peor que la enfermedad. Con una acción militar destinada a garantizar o restablecer la paz podrían empeorarse las cosas si el país del que es objeto es lo suficientemente fuerte o dispone de aliados dispuestos a defenderlo.

Pero Elfverson recuerda que en el caso de Israel "no hay ninguna resolución bajo el capítulo VII; las que hay son bajo el VI". Es decir, ninguna contempla el uso de la fuerza.
"Y eso no es una coincidencia", sentencia el ex diplomático sueco.

¿Doble rasero?

Israel es consciente de que puede contar con el veto casi sistemático de los Estados Unidos cuando se cierne sobre ellos la amenaza de una sanción amparada en el capítulo VII, el que permite usar la fuerza.

El presidente iraní asegura que su programa nuclear no tiene fines militares.
Elfverson cuenta que, tras la caída de la Unión Soviética -sustituida en el Consejo de Seguridad por Rusia-, Estados Unidos paso a liderar la clasificación del que más ha ejercido el poder de veto. "Casi siempre en asuntos relacionados con Israel".
Y eso se explica en clave de política interna. "El lobby judío es muy poderoso dentro de los Estados Unidos", explica Calduch.

Sin embargo, contra Irán -enemigo acérrimo de Israel- es precisamente Estados Unidos el promotor de las sanciones, incluso ante la oposición insistente de países como Brasil o Turquía, a los que también considera sus aliados.
La conexión incluso personal entre los presidentes Barack Obama y el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva parece haberse enfriado ante la negativa del sudamericanos a avalar las sanciones contra Irán.

Brasil, miembro no permanente del Consejo, insiste en que una salida negociada sería más apropiada. Además, Lula ha recordado que, en el marco de la legalidad internacional,Teherán tiene derecho a usar energía nuclear para generar energía o fines médicos.

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