Rotunda victoria de Santos en Colombia

MAITE RICO - Bogotá
El ex ministro de Defensa y candidato uribista Juan Manuel Santos se ha impuesto por una mayoría aplastante a su rival Antanas Mockus en la segunda y definitiva vuelta de las elecciones presidenciales colombianas. Con el 69,17% de los votos ya escrutados, Santos logra un 69,17% de los sufragios frente al aspirante del Partido Verde, que obtiene el 27,40%.

Tres candidatos se han enfrentado en las elecciones presidenciales colombianas: Juan Manuel Santos, Antanas Mockus y el Mundial de Sudáfrica. El fútbol amenazaba con convertirse en el principal aliado de la abstención, por lo que Santos, del oficialista Partido de la U (Unidad Nacional), y Mockus, del Partido Verde, hicieron un frente común para animar al voto. La tarea no era fácil. Sobre todo porque la previsibilidad del resultado (las encuestas pronosticaban una victoria de Santos por más de 30 puntos) restaba emoción a unos comicios pasados por agua en gran parte del país. La guerrilla ensangrentó la jornada al matar a siete policías en una emboscada.

"Antes de ver el partido debemos votar", ha dicho Mockus. "Robémosle unos minuticos al fútbol", ha instado Santos, "y metámosle un gol al abstencionismo" (que tradicionalmente ronda el 50%). El propio presidente Uribe ha terciado para pedir que "se cumpliera con la democracia". Una participación alta le daría al candidato oficialista un mayor margen de maniobra política. Y el candidato verde ha apostado a la movilización de abstencionistas para aumentar el caudal de tres millones de votos que consiguió en la primera vuelta, el 30 de mayo.

Ambos, de 58 años, representan dos opciones muy diferentes, pero también complementarias. Santos, economista y abogado, encarna la continuidad de la gestión de Álvaro Uribe, cuya política de seguridad democrática devolvió al Estado el control de un país secuestrado por los grupos armados. La seguridad ya no es la principal preocupación de los colombianos, y el programa de Santos se centra en la economía, en el combate a la pobreza y a la precarización laboral, y en el desarrollo de infraestructuras.

Mockus, con una plataforma que ha fermentado en apenas cuatro meses, ha puesto énfasis en la moralización de la vida pública, la lucha contra la corrupción endémica y el respeto a la legalidad. Este filósofo y matemático abandera una visión muy pedagógica de la política, convencido de que se pueden cambiar los comportamientos ciudadanos, como lo demostró en su etapa como alcalde de Bogotá (1995-1997 y 2001-2003).

Tras su triunfo en la primera vuelta con un 47% de los votos, Santos ha ofrecido un gobierno de unidad nacional, que asumirá propuestas de otros partidos. Se trata, ha dicho, de consensuar las estrategias básicas para los próximos cuatro años. Todas las formaciones, salvo el izquierdista Polo Democrático, le han brindado su respaldo. Fiel a su principio de independencia, Mockus ha rechazado los pactos políticos y ha apelado al voto ciudadano, con un campaña de pocos medios y mucha imaginación, que ha contrastado con la sofisticada maquinaria electoral del candidato oficialista.

Tecnócratas contras ex alcaldes

Santos se ha rodeado de un equipo de perfil muy tecnócrata, formado por expertos de prestigio. Como compañero a la vicepresidencia lleva a Angelino Garzón, veterano sindicalista y hábil negociador, que ya ha arrastrado para la causa a una de las principales organizaciones obreras.
El equipo de Mockus está formado por otros tres ex alcaldes tan brillantes como inclasificables: Sergio Fajardo, de Medellín, y Enrique Peñalosa y Lucho Garzón, artífices junto a Mockus de la gran transformación de Bogotá. Mockus, Peñalosa y Garzón dirimieron sus aspiraciones presidenciales en unas primarias abiertas, el pasado marzo, y en un clima de camaradería que sorprendió a un país acostumbrado a las puñaladas traperas de los partidos tradicionales. Fajardo se unió más tarde, como candidato a la vicepresidencia.

A pesar de que la guerrilla está acorralada, no pierde oportunidad para dejar su marca en los procesos electorales, y ayer ensangrentó unos comicios que han sido los más tranquilos en treinta años. Al menos siete policías murieron a mediodía en una emboscada en el departamento Norte de Santander (fronterizo con Venezuela), cuando el camión en el que viajaban fue emboscado cerca de la localidad de Tibú. En esa región actúan tanto el Ejército de Liberación Nacional (ELN) como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). En ese mismo departamento, horas antes, un grupo armado había asaltado un colegio electoral y quemado la papelería.
Norte de Santander se encuentra en alerta máxima, así como Caquetá, Guaviare y Meta, donde se han registrado enfrentamientos entre el Ejército y las FARC que han dejado tres militares muertos. Este grupo armado había colocado además dos bombas en Caquetá, que fueron desactivadas. Unos 350.000 efectivos de los cuerpos de seguridad se han desplegado por todo el país.

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