El impacto del Mundial

Andres Oppenheimer
Como muchos de ustedes, estoy pegado al televisor viendo la Copa Mundial. Pero mientras disfruto cada minuto del mayor espectáculo deportivo del mundo, no puedo evitar preguntarme si los resultados de la copa beneficiarán o perjudicarán a los Gobiernos de varios países futboleros. A juzgar por la historia, la Copa Mundial tiene un gran impacto de corto plazo sobre el ánimo de los países, creando un clima de euforia que permite a los Gobiernos vanagloriarse de que todo marcha bien cuando a la selección nacional le va bien, y una depresión colectiva que tiende a ayudar a los partidos de oposición cuando los resultados del equipo son decepcionantes. Tal como me recordó Ciro Murayama, profesor de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México y analista futbolero, la dictadura militar argentina recibió un segundo aliento cuando el equipo nacional ganó la Copa del Mundo de 1978. Por el contrario, el Gobierno conservador español recibió un duro golpe cuando afirmó que "todo va bien" en el país, y la selección nacional cayó en la primera ronda del Mundial de 1998.

He aquí algunas de las próximas elecciones latinoamericanas que podrían ser influidas por los resultados del Mundial:

Colombia llevará a cabo la segunda ronda de su elección presidencial el 20 de junio, en la que se espera que gane fácilmente el candidato oficialista, Juan Manuel Santos. Aunque Colombia no se clasificó para la Copa del Mundo, gran parte del país estará viendo los partidos de ese día, en que el campeón actual, Italia, se enfrentará a Nueva Zelanda, y Brasil, cinco veces campeón del mundo, jugará con Costa de Marfil. Se prevé una gran abstención electoral, lo que -dada la eficiente maquinaria política de Santos- perjudicará aún más al candidato opositor.

Brasil celebrará elecciones presidenciales en octubre. La candidata de centro-izquierda respaldada por el Gobierno, Dilma Rousseff, y el candidato centrista opositor, José Serra, están empatados en las encuestas, pero una victoria brasileña en la Copa del Mundo indudablemente beneficiaría a la candidata del Gobierno. El motivo es simple: Brasil está pasando por un buen momento. Se espera que la economía crezca un vigoroso 6,4% este año -su mejor desempeño en 15 años-, el país ha sido elegido sede de la Copa del Mundo de 2014 y de los Juegos Olímpicos de 2016, y el presidente Luiz Inácio Lula da Silva es uno de los líderes más populares del mundo. Si Brasil gana, Lula podrá decir que Brasil está pasando por uno de los mejores momentos de su historia, y que hay que mantener el rumbo.

En Argentina, la presidenta populista, Cristina Fernández de Kirchner, podría recuperarse de sus bajos índices de popularidad si la selección nacional gana el torneo. "Si a Argentina le va bien, Fernández de Kirchner obtendría un balón de oxígeno que no está obteniendo con su gestión política y económica", me dijo Murayama. Pero para las elecciones presidenciales de octubre de 2011, ya se habrá esfumado gran parte del impacto del Mundial, agregó.

En México, la alegría popular por un buen desempeño de la selección difícilmente perduraría hasta las elecciones de 2012. Pero el presidente Felipe Calderón, quien asistió al buen partido de apertura de la selección mexicana, podría beneficiarse si a la selección nacional le va bien. Las celebraciones ayudarían a crear un clima de mayor optimismo en el país después de dos duros años de crisis económica y aumento de la violencia.

Mi opinión: el resultado de la Copa Mundial tendrá un impacto político de corto plazo en los países que tengan elecciones en los próximos meses. Eso significa que podría afectar a las elecciones de Brasil, pero difícilmente influirá en las elecciones de Argentina o México en los próximos dos años. Pero tal vez el mayor impacto político del Mundial será la "ventana de distracción" que abrirá para que algunos Gobiernos decidan tomar medidas legalmente cuestionables mientras el resto del mundo está concentrado en el campeonato.

Ya puedo imaginar a los asesores de varios presidentes autoritarios o corruptos diciéndoles a sus jefes, al considerar acciones de dudosa legalidad: "¡Hagámoslo! Pero tenemos que hacerlo ahora, antes de que termine el Mundial, para pasar más desapercibidos". Ya se está temiendo que el presidente venezolano, Hugo Chávez, aproveche el momento para cercenar aún más la libertad de prensa, y para cambiar aún más a su favor las leyes electorales para las elecciones legislativas de septiembre. Y otros presidentes tratarán de hacer cosas similares.

De manera que mientras estemos consumiendo ávidamente la cobertura mediática del Mundial -y gozando cada momento-, no dejemos de prestar atención a algunos líderes tramposos, que seguramente querrán aprovechar esta "ventana de distracción" para su propio beneficio.

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