Anelka escupe el veneno

JOSÉ SÁMANO, Johannesburgo
Nunca fue el más dicharachero, más bien un tipo taciturno, malhumorado y de aspecto inquietante. Hasta el punto de que, en cierta ocasión, el celoso guardián de seguridad de una elitista joyería de Madrid le prohibió la entrada al no advertir que su desaliño no delataba a un vagabundo amenazante, sino maquillaba a un futbolista por el que el Real Madrid acababa de pagar 33 millones de euros. Era 1999 y Anelka bien podía haber comprado una cadena de joyerías.

A lo largo de su maratoniana carrera, este francés nacido en Versalles hace 31 años siempre se ha visto como un incomprendido. Salvo para las tajadas monetarias, porque a su paso por ocho equipos diferentes (París Saint Germain, Arsenal, Real Madrid, Liverpool, Manchester City, Fenerbahçe, Bolton y Chelsea) se han movido 124 millones de euros. Sin dinero por el medio, Anelka sigue sintiéndose un extraterrestre. Al descanso del partido Francia-México, Raymond Domenech, para el que el fútbol es una carta astral, le recriminó su rendimiento. Sostiene L'Equipe, soporte en exclusiva de la noticia, que el técnico se expresó con firmeza, pero con educación. Lo mismo dio. La respuesta del jugador fue un crochet: "Vete a tomar por el culo sucio hijo de puta". Anelka se quedó a la sombra y Gignac tomó su relevo.

Al trascender el incidente, Anelka se negó ayer a pedir disculpas. La respuesta del mando fue tajante: el jugador fue expulsado de la concentración. Con el macuto a cuestas, el delantero quiso regatear el incidente: "No fueron esas mis palabras. Tuve una acalorada discusión con el entrenador en el vestuario, en secreto y delante de mis compañeros. Nunca debió salir a la luz. No quiero ensuciar a la selección, una institución que respeto. Acepto mi castigo y buena suerte a los bleus". "Inaceptable", terció el presidente, Nicolas Sarkozy. Evra quiere "encontrar al autor de la filtración", una forma de ratificar la noticia. Fin de trayecto para un futbolista que ya tuvo desplantes anteriores. En 2002 se negó a ir a una convocatoria de Jacques Santini, entonces seleccionador, porque consideró que él no estaba "para tapar agujeros". Santini le había reclamado por una lesión de Govou, un chico siempre en la diana.

El caso de Anelka fue el epicentro del avispero en el que se ha convertido la selección francesa. Al término del encuentro ante los mexicanos, Gallas, otro de los veteranos, hizo una peineta a un periodista de TF-1 que le pidió una entrevista. Según la prensa francesa, las relaciones entre Ribéry y Gourcuff -presunto sucesor de Zidane y reserva ante México- son mucho más que tensas y los pretorianos del camerino -eso son hoy lo que antes eran vestuarios- se mostraron contrariados por la titularidad de Govou.

Tras la derrota ante México, L'Equipe dejó claro cuál es el grado del seísmo de la selección gala. En portada, a toda página, directo a la yugular: "Los impostores". Después razona el calificativo: "No merecen [los jugadores, claro] las lágrimas ni el enfado de la gente. Han engañado a todo el mundo y ya se empieza a saber la verdad sobre el comportamiento de esos raperos de los suburbios que han apartado a Gourcuff por ser un francés de clase media-alta de un pueblo de la Bretaña y no provenir de los suburbios de París".

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